(del laberinto al treinta)


jueves, 1 de febrero de 2007

DESVERGÜENZA EN EL HOSPITAL

Ocurrió anteayer en un ascensor del Hospital Reina Sofía de Córdoba: tres niñas de unos 14 años... Bueno, MEJOR LO LEÉIS EN LA PRENSA.

Desde el primer momento, como puede leerse en el comunicado, la Dirección del Hospital comienza responsabilizando directamente al trabajador de mantenimiento y desaguando directamente cualquier responsabilidad suya en las causas del siniestro. Al día siguiente vuelve a la carga y ya lo culpabiliza directamente y sin ambages. AQUÍ LA NOTICIA. Habla de protocolos y de normas de seguridad. De revisiones recientes y de expedientes disciplinarios. Lo primero que llama la atención es la rapidez de la respuesta, toda vez que cuando se trata de un caso de supuesta negligencia médica el Hospital sistemáticamente cierra filas en torno al profesional acusado y se remite siempre a lo que la investigación y los jueces dictaminen. Jamás, y menos al día siguiente, el Hospital ha hablado en un comunicado de culpabilidad manifiesta en el caso de una acusación de mala praxis médica. Ello hace a la dicha Dirección directamente sospechosa de PRÁCTICAS CLASISTAS, toda vez que parece utilizar un protocolo diferente según sea la calidad del profesional envuelto en un suceso.

Por otra parte, el asunto empieza a tomar otro cariz cuando nos enteramos, por boca de los propios trabajadores de mantenimiento y los sindicatos, de que los famosos protocolos de actuación en caso de emergencia de los ascensores no les han sido jamás entregados, dándose el caso de que el último curso sobre elevadores se les impartió hace 7 años y no todos lo recibieron. Pero a todos ellos se les obliga a acudir en socorro de los usuarios o trabajadores que se quedan frecuentemente encerrados y a rescatarlos. El colmo del cinismo ha sido la aparición en la sala de máquinas de los ascensores del famoso protocolo en la mañana de ayer mismo. ¿Habrán tenido la precaución de envejecerlo artificialmente? Ello instala a la Dirección del Hospital exactamente en la HIPOCRESÍA.Lo tercero es que una cosa es que el ascensor causante del siniestro hubiera pasado la revisión periódica y otra que funcionara correctamente. Los trabajadores que llevamos muchos años allí sabemos los años que tienen los ascensores, la batalla que sufren diariamente y las penosas condiciones en las que se encuentran. Concretamente el bloque al que pertenecía el accidentado era famoso por su inoperancia. Jamás, desde hace unos años, hemos alcanzado a ver funcionar a todos a la vez en un mismo día. Las encerronas entre plantas son tan frecuentes que ya ni se llama al personal de mantenimiento. Casi todos nosotros sabemos trucos para abrir los ascensores desde dentro y salir por nosotros mismos, con escalón o sin escalón. Y a rescatar a los usuarios. Todos sabemos que los ataques de pánico de muchos de ellos no permiten esperar a un salvamento protocolizado. Y los pequeños accidentes son frecuentes, producto de saltos bruscos e intentos de sacar camas o carritos superando a veces altos desniveles, aunque no se denuncian normalmente. UGT lo hizo en agosto de 2006.

El caso del ascensor no es un hecho aislado. Las condiciones en que se nos obliga a trabajar en este hospital los favorecen claramente. Pero hay que esperar siempre al gran accidente que deje en evidencia el permanente estado de NEGLIGENCIA de la Dirección del Hospital y de los responsables de SAS que propician con sus políticas brutales de recorte de presupuesto en partidas básicas como personal y servicios de uso.

La DESVERGÜENZA está en no admitir jamás sus responsabilidades y tratar de endosárselas sistemáticamente a los trabajadores que las sufren.

CC.OO. denuncia la criminalización irresponsable del trabajador por parte de la Dirección y señala que éste no incumplió protocolo de rescate alguno. (VER NOTICIA)

domingo, 28 de enero de 2007

La Ley del Embudo en Ceuta

Hay noticias de hechos que ocurren en lugares pequeños que se erigen en paradigmas, en una especie de metáforas perfectas de lo que a escala pasa en el mundo. De cómo los ricos aplican sistemáticamente la ley del embudo en sus relaciones con los pobres, tanto a nivel personal, como al nivel de las relaciones entre las regiones y entre los países. De lo que en realidad consiste el más importante fenómeno de nuestro tiempo: la globalización.

En la ciudad de Ceuta la policía y la guardia civil han sido aguijados para que extremen la vigilancia y el celo en el requiso del pan de contrabando que introducen y venden las mujeres marroquíes desde la vecina ciudad de Fnideq. Las protestas de los panaderos locales han tenido ese eco. No pueden competir con los precios de los panes marroquíes ni (según los consumidores) con su calidad. Ello no tendría nada de particular si no se diera la paradójica circunstancia de que la ciudad de Ceuta vive del contrabando que ella misma genera en el país vecino. Efectivamente fuentes oficiales calculan que el 70% de la actividad económica de la ciudad autónoma lo genera el contrabando de productos que se introducen ilegalmente desde ella en el país vecino. 700 millones de euros anuales. Si un buen día las autoridades marroquíes decidieran hacer cumplir la ley y extremaran el celo como sus colegas españolas impidiendo el contrabando la otrora guerrera ciudad autónoma se arruinaría y sus habitantes acabarían comiéndose los mocos. Estaría bien que ocurriera al menos durante unas semanas para que se enterasen de lo que vale un peine y comprendiesen que está muy feo usar la ley del embudo en las relaciones con el vecino: pa mí lo gordo y pa ti lo fino.