LA CALLEJA DE JUNIO GALIÓN
Estamos de enhorabuena. Las calles de Córdoba han recuperado una hermana. Recientemente se ha vuelto a abrir la CALLEJA DE JUNIO GALIÓN que ha permanecido cerrada desde hace 30 años por sendas puertas metálicas colocadas en sus extremos. La calle fue abierta en 1965 rompiendo la muralla romana para unir la calle de San Eulogio con la calle de la Feria (1) y evitar un largo rodeo para alcanzar la plaza de Séneca desde la altura del solar de la antigua ermita de la Aurora (2). Probablemente se trató de un grave atentado contra el patrimonio, como muchos de los que perpetraron las autoridades de entonces, no sabemos si con la complicidad de los eruditos locales, pero la verdad es que se les quedó un espacio muy coqueto y típico, aunque no pudo ser disfrutado por mucho tiempo. Su estructura zigzagueante y el hecho de que su entrada inferior contara con un espacio cubierto la convirtió en un refugio perfecto para vagabundos, lo que provocó que las protestas de los vecinos alarmados por las fogatas y molestos por los malos olores decidieran al Ayuntamiento a cerrarla a mediados de los años 70.
Una empresa privada de construcción se comprometió con el Ayuntamiento a reurbanizar la zona a cambio de recibir permiso para restaurar la casa colindante. Se ha limpiado la calle, remozado la escalinata y la fuente esquinera y el arcángel que corona la puerta de la salida a San Eulogio. Así mismo se ha restaurado el coqueto bajorrelieve dedicado a la familia Annea, cuyo solar familiar sitúa la leyenda muy cerca de allí.
La calleja se dedicó, por influencia del culturalismo erudito de aquellos años, a un prócer romano nacido en la ciudad y que ha conseguido pervivir en los libros, sobre todo eclesiásticos, por haber tenido una relación tangencial con Paulo de Tarso, que luego pasaría al estrellato santoral como San Pablo.
Lucio Junio Anneo Galión, nacido Marco Anneo Novato y cambiado de nombre al ser adoptado por Lucio Junio Galión, era hermano de Lucio Anneo Séneca y tío del poeta Lucano. Se dedicó a la política y llegó a ser procónsul en Corinto en tiempos de Claudio. Nada más tomar posesión del cargo los judíos de la sinagoga de la provincia, Acaya, llevaron ante él a un tipo que andaba soliviantando a la gente y predicando una religión prohibida, pecando pues de competencia desleal respecto a las legales, para que lo juzgase y ejecutase. Nuestro paisano, como hicieron muchos otros gobernadores romanos, se lavó las manos en aquel asunto intestino de los monoteístas intransigentes, mandó expulsar de la audiencia a aquella caterva, acusadores y acusados, y les prohibió que le calentaran la cabeza con semejantes gilipolleces religiosas. El tipo era, claro, San Pablo (3). Por eso el prudente Junio ha pasado a ser considerado uno de los romanos buenos en la farragosas y tendenciosas historiografías cristianas oficiales que sufrimos hasta hoy día. Y el ÚNICO CORDOBÉS QUE APARECE EN EL NUEVO TESTAMENT0 (Hechos 18, 12-16).
(1) La calle de la Feria, hoy San Fernando, una de las más hermosas de la ciudad. Es una calle recta, larga y ancha para los estándares del casco antiguo de Córdoba, bordeada de naranjos, que sigue la línea de la muralla romana primitiva desde el río hasta la cuesta del Bailío y sirve de separación entre la Villa y la Ajerquía. En ella se celebraban los principales festejos de la ciudad, de dónde procede su nombre primitivo. Todos los balcones se alquilaban a precios altísimos para contemplar los festejos y en los contratos de arrendamiento se puntualizaba que el derecho al uso de los mismos durante los mismos no pertenecía a los inquilinos sino a los propietarios. En el siglo XIX se le cambió el nombre por el del rey castellano que conquistó la ciudad a los árabes. Muy pocos la llaman aún así, por lo que sería exigible que el Ayuntamiento volviera a colocarle oficialmente su nombre original reservando el del monarca santificado por su sangrienta hazaña por la Iglesia Católica para alguna calle de los nuevos barrios que se construyen en el extrarradio o que directamente se olviden de él para esos menesteres de nombrar espacios donde la gente ha de vivir. (VOLVER)
(2) La ermita de la Aurora se derrumbó en una fecha que no he conseguido localizar, pero que debió rondar los años 50 del siglo XX. Cordobapedia confunde la fecha de su rahabilitación (1997) con la de su hundimiento. Se trataba de una pequeña iglesia barroca de principios del XVIII de techo abovedado y una pequeña cúpula en la que residía la cofradía que organizaba los célebres rosarios del mismo nombre. Durante años la Iglesia Católica mantuvo el solar en un estado lamentable, usándolo como almacén de maderas al aire libre y lleno de basuras y ratas. Las innumerables denuncias de los vecinos al Ayuntamiento hizo que por fin el solar pasara a sus manos, siendo rehabilitado con un imaginativo muro de celosía de ladrillo que continua el lienzo de la portada, único elemento de la fábrica original que queda. Hoy reza como un espacio lúdico en el que los domingos se celebra un mercadillo de antigüedades, en verano un cine de verano y ocasionalmente exposiciones y conciertos. Algunos vecinos me han comentado que la cuantía de las multas que acumuló el Obispado por las denuncias vecinales le obligaron a ceder gratuitamente el solar al Ayuntamiento a cambio de la cancelación de las mismas. (VOLVER)
(3) San Pablo, desde luego iba pidiendo a gritos por todo el Mediterráneo ser sacrificado legalmente o linchado por las turbas, aunque siempre acababa misteriosamente librándose por los pelos. De lo último se libró en Éfeso un poco después, cuando una muchedumbre de vendedores de exvotos del templo de Artemisa, uno de los más famosos de la antigüedad, dedicado a la fertilidad, fueron a por él para colgarlo tras aguantar en repetidas ocasiones que denigrara su mercancía y tratara de ahuyentarles la clientela. Se salvó resguardándose en el teatro, donde fue rescatado por los soldados del gobernador romano, que le exigió que se fuera de la ciudad con sus incendiarias predicaciones. (VOLVER)