La Chicharra Ensotanada Semanal, la hipertrofia católica y la Rahola
A veces no sé si en las armas que utilizan los campeones del pensamiento reaccionario de la Hojilla Parroquial cordobesa (también conocida como Diario CÓRDOBA) prima más la estupidez o la hipocresía. De verdad. No sé si don Antonio Gil, el supuesto periodista cuyos criterios de objetividad pasan por el juramento de fidelidad a la legislación y dictados morales de un estado extranjero como cura que es, es más tonto que aviesamente hipócrita. Hoy, para defender la naturalidad de la pervivencia de la religión católica en el pueblo español, que como todo el mundo sabe fue naturalmente convencido para practicarla desde hace 500 años bajo la amenaza de penas que pasaban por la cremación en vida, el garrote vil y más recientemente el fusilamiento, el encarcelamiento o la exclusión social, echa manos de las palabras de un adefesio moral como Pilar Rahola. El discurso ético de esa señora, como demuestra permanentemente, es de carácter venal y se basa exclusivamente en la recopilación de los extremos opinativos más adecuados para poder vender espectáculo, fundamentalmente televisivo, columnista y radiofónico, del que fundamentalmente parece vivir. Pero parece que para nuestra Chicharra Ensotanada Semanal vale todo. Incluso el uso de apoyos que deberían olerle a azufre.
Alguien debería explicarle a este cura trabucaire, que semanalmente nos castiga la inteligencia con el chirrido de sus callosos elitros reaccionarios, que la necesaria corrección de la hipertrofia católica española pasa por equilibrar las opciones difusivas de otras formas de entender el mundo tan respetables – o más porque nunca fueron tan agresivas- como la suya, incluso la que considera la maldad intrínseca de la religión administrada por una empresa como la del señor Gil, que fomenta la castración intelectual de los individuos, supeditando la racionalidad más elemental a los dictados de unos gurus eunucoizados por ley (de Dios).