Si alguna vez has discutido con un devoto religioso, por ejemplo, habrás advertido que su amor propio y su orgullo participan en la discusión y que le estás pidiendo que renuncie a algo más que a un argumento. Los mismo cabe decir de los patriotas viscerales y de los admiradores de la aristocracia y de la monarquía. La lealtad es una fuerza poderosa en los asuntos humanos; no servirá de nada tachar a alguien de siervo mental si está convencido de que su servidumbre es honrosa y voluntaria.
Christopher Hitchens
Cartas a un joven disidente
Ed. Anagrama, 2003
En caso de que Dios al final exista y sea llevado a juicio a su presencia mi mejor defensa será: ¡Oh, Señor, no nos diste suficientes pruebas!
Bertrand Russell
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Criticar a alguien por su raza es manifiestamente irracional, pero criticar su religión es perfectamente lícito. La religión es una idea e igual que se pueden ridiculizar y criticar las ideas políticas o estéticas de cualquier persona también se pueden criticar y ridiculizar sus ideas religiosas. Ésta fue la línea de argumentación del actor británico Rowan Atkinson (Mr. Bean) cuando compareció, a finales del pasado mes de octubre, ante la Cámara de los Lores británica para pedirles que votaran en contra de un proyecto de ley, aprobado ya en la Cámara de los Comunes, que penalizaba tanto la incitación al odio racial como la "incitación al odio religioso". Los lores terminaron rechazando la ley por una amplia mayoría de 260 votos contra 111 y devolvieron el texto al Gobierno de Tony Blair para su nuevo estudio y modificación.
La discusión que planteó y alentó Mr. Atkinson por todos los medios a su alcance fue muy interesante. Odio puede significar desear el mal a alguien, algo, sin duda, rechazable, pero también una aversión, rechazo o antipatía extrema hacia algo. ¿Qué tiene de malo sentir rechazo o antipatía por una religión, especialmente si las enseñanzas de esa religión son irracionales o abusivas respecto a los derechos humanos?, se preguntaba el actor. Uno no puede elegir su raza, pero sí las ideas que defiende y no basta creer en ellas muy sinceramente para quedar por eso protegido contra la crítica o, incluso, contra la burla. Lo que pueden exigir las personas religiosas o los representantes de las religiones es respeto a su propia libertad de expresión, algo que no se atribuye a grupos, mayorías o minorías, sino simplemente a cada uno de los individuos. Para demostrar que no se persigue a la Iglesia católica o al islam no hace falta blindarlos contra la aversión que pueden producir algunas de sus enseñanzas; basta con respetar el derecho a la libre expresión de cada uno de los católicos o de cada uno de los musulmanes, defendía Atkinson.
Soledad Gallego Díaz (El País, 25/11/05)
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SAN IGNACIO DE LOYOLA: "Debemos siempre tener, para en todo acertar, que lo blanco que yo veo, creer que es negro, si la Iglesia Jerárquica así lo determina".
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No hay peor ciego que el que no quiere ver.
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Decir que uno es católico pero que no cree en los curas es como decir que a uno le encanta la paella pero que no soporta el arroz.
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ZOUHIR LOUASSINI
¿Ha recibido la Iglesia clases de 'marketing'?
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Decía Arthur Schopenhauer que "a las religiones, como a las luciérnagas, les es necesaria la oscuridad para brillar".
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PROTEGER LA DEMOCRACIA ANTE EL ATAQUE DE LAS RELIGIONES
Entrevista a Christopher Hitchens en BABELIA (29/03/08) ¿Es entonces la democracia la mejor manera de combatir el auge de los fanatismos religiosos? "Me gustaría que lo fuera, pero no sé si la democracia puede ser tan eficaz. La mejor manera de librar ese combate es defendiendo el laicismo, la secularización. Eso es lo mínimo. El problema de las democracias es que se ven a menudo obligadas a hacer compromisos. Los Gobiernos están en el poder durante un tiempo limitado y cuando surgen los roces con una comunidad religiosa aceptan sobre la marcha que en los colegios se separen a los chicos de las chicas o que los obliguen a bañarse en piscinas diferentes. Pero no crea que se van a conformar con eso. La cuestión es qué tipo de compromisos puede establecer una democracia capitalista con las exigencias de las religiones. Es muy fácil decir que la democracia es la salida. Pero no. La democracia es lo que tenemos que proteger".
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Francisco J. Laporta: Moral de laico
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Oh Fachzinger,
el Papa obseso con eso del sexo.
Oh Nazzinger,
el Papa obsexo con eso del seso.
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Las personas, en general, se atienen de forma espontánea a unos principios morales y matar a otra persona les resulta profundamente traumático. Por eso, para lograr que lo hagan, es necesario hacer referencia a una Causa superior que haga que las pequeñas preocupaciones por el hecho de matar parezcan una nimiedad. La religión y la pertenencia étnica desempeñan ese papel a la perfección. Por supuesto, hay casos de ateos patológicos que son capaces de cometer asesinatos de masas por placer, simplemente porque sí, pero son excepciones. La mayoría necesita que anestesien su sensibilidad elemental ante el sufrimiento de otros. Y para eso hace falta una causa sagrada.
SLAVOJ ZIZEK
El complejo poético-militar
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La zona gris
Félix de Mencía
¿Consultaríamos con un chamán qué deben aprender nuestros hijos en la escuela? ¿Convocaríamos a una peña del Athletic para decidir qué cuidados paliativos deben ser administrados en la sanidad pública? ¿Acudiríamos a Aramis Fuster para resolver quién está en condiciones de adoptar o de casarse? Si no lo hacemos no es porque el chamán, la peña del Athletic o Aramis Fuster tengan más o menos seguidores sino porque no existe ninguna razón (honesta) para creer que su opinión importa. Su credibilidad no tiene que ver con su aceptación, por eso nos negamos a tomarlos en serio. No sometemos a votación la ley de la gravedad, simplemente nos limitamos a tenerla bien presente cuando nos asomamos a un acantilado.
Por esa razón resulta tan chocante que las instituciones sigan teniendo en cuenta la opinión de la Iglesia. No hay motivo. No hay, al menos, más motivo para considerar el punto de vista del Papa que el que existe para tomar decisiones sobre la vida real a partir de lo que se le pasa por la cabeza a Paco Porras. El caso de Eluana Englaro demuestra hasta qué punto la superstición sigue instalada en nuestra cultura y cuán necesario sigue siendo adoptar una posición activa a favor de los valores laicos y la erradicación de la religión de nuestras vidas.