(del laberinto al treinta)


jueves, 12 de abril de 2012

Vomitad, malditos, que el Fin ahora sí que está Cerca

Prefiero un hijo yonqui


que un hijo cofrade


Los Muertos de Hambre


Los AMAYAS han anunciado el FIN DEL MUNDO

Al final yo también he acabado sucumbiendo al encanto de la expectativa del Fin del Mundo. Y ciertamente que lo siento cerca. Este mismo año, tal como anuncian. Aún no sé de cual de las atractivas profecías que están de moda me haré fan, si de la que dicen que está inscrita en una vieja rumba de los AMAYAS (parece que en relación pitagórica con el número de vetes que sueltan en ella y que dividido por una cifra secreta dan la fecha exacta el 21/12/12) o la más creíble de la Venida del Maligno del 12/12/12, o sea el duplo exacto del Número de la Bestia. Que si no quieres caldo escatológico, ahí van dos tazas cabalísticas. Para ambos se señalan claros indicios, señales, mojones que señalan el camino del Armagedón. Aunque yo, que no dejo que me profetice la saliva ajena, ya he encontrado por mi cuenta mis propios indicios. Claros y distintos. Y el principal de todos es el portentoso y reciente milagro de la multiplicación de los panes tontos y los peces fartuscos en las páginas de los medios de comunicación de esta ciudad donde vegeto este claro Preapocalipsis. Es ese sin duda el más afilado de los anuncios.

Se esperaba que los fartuscos de plantilla de los medios caspocutres locales se desmelenaran especialmente este año en que la pringue putrifacha impregna las instituciones locales y les proporciona gasolina para incendiar alevosamente la (escasa) racionalidad que va quedando en este puto poblachón en la ceremonia de afirmación nacionalcatólica que se han montado con motivo de la edición de la Gran Bacanal Cofrade de este año. Así hemos podido asistir estos días a los más graneados ejercicios de spitting-cum con que a costa de sus visios idólatras supersticiosos nos han salpicado indecentemente los finos estilitas habituales de los tres medios locales (El Potemkin AWC, La Hojilla Parroquial y el Jolybú, en los que han cochineado a gusto como frotadores compulsivos de sus ereccionados principios espirituales. ¿Ejemplos? Ahí van unos pocos. Recomiendo omeoprazol en botijo.

ESTE DELIRIUM FROTANS, o ESTA ELABORADA FARTUSCADA, o mejor ESTA SUPINA SOPLAPOLLEZ. Y si no has tenido bastante ahí van estos dos impagables perlones de IIM (incapacidad intelectual manifiesta): ESTE, impregnado de vinazo peleón o ESTE, del genio de la meteorología cofrade.

Pero la señal que a mí me guía está en la imparable proliferación de nuevos fartuscos plumillas surgidos para acelerar el Fin de los Tiempos de la Racionalidad y la Decencia. Uno de ellos, sin embargo, se ha llevado estos febriles días por méritos propios la palma de la fartusquidad hodierna o de la hodiernidad fartusca, de la hodiernusquidad, que tanto apreciamos en esta casa. La chicotá laica titulaba en la Hojilla Parroquial el nuevo hodiernusco, sedicente profesor de Historia del Arte, su evacuación narcocofrade. Y la comienza mintiendo con boca de bellaco para desacreditar a una asociación en defensa del laicismo, de ese laicismo en el que él y tos los de su ralea se ciscan permanentemente al amparo de la basura de políticos que, como es su obligación, no lo defienden. Dice el andoba que Córdoba Laica considera una salvajada el que se organicen procesiones cofrades católicas en los colegios públicos y concertados (que también lo son desde el momento que pillan mandanga pública). ¿Salvajada? Los muy educados miembros de esa asociación nunca utilizarían esa expresión. Sólo un facha redomado intereconómico podría achacársela para hacer lo único que saben hacer: daño. Yo en cambio que no soy nada educado y me la refanfinflan las buenas maneras y además estoy hasta las mismísimas higaíllas de las agresiones a la racionalidad convivencial de los supersticiosos le digo a este hijo de la Iglesia Católica que no sé si una salvajada, pero lo que sí constituye la organización de procesiones católicas como actividad docente en un colegio público es una marranada. Pornografía del dolor. Pornografía de la credulidad. Pornografía de la espiritualidad. Es enseñarles a los niños a no controlar sus esfínteres espirituales, a mearse y cagarse y poner todo el espacio público perdido de materias religiosas incontroladamente excretadas y que tendrían que evacuar decente e higiénicamente en privado. Es enseñarles a que pueden masticar su alimentación espiritual con la boca llena y disparar perdigonazos de comida semidigerida sobre todo el que pase por su lado. Eso exactamente. Y sobre todo es acostumbrar a los niños a romper el principio de equilibrio social y político necesario para una convivencia racional. Porque lo que significa fomentar oficialmente en lugares públicos y sobre todo en la mente de los niños de los colegios los ritos, los valores y la filosofía del catolicismo es hacerlo de una doctrina malsana que atenta en varios de sus puntos programáticos contra los más elementales derechos humanos. Es enseñarles a valorar menos la igualdad de derechos que el respeto de tradiciones inútiles, que solo favorecen a unos cuantos.



El catolicismo disfrazado de tradiciones pseudofolklóricas está administrado por una empresa/organización que no sólo exige autocastración psicológica a sus empleados sino que discrimina laboralmente a la mitad de la población, la femenina, por razón de sexo, y dentro de la otra mitad por estado civil (casados), discriminaciones que se les hace percibir a los niños como normales y no como un atentado a los derechos humanos más elementales, que además practica una virulenta homofobia en general, negando el derecho a la practica de las diferentes tendencias sexuales y exigiendo al estado la criminalización de las alternativas relacionales a su propio criterio canónico, que justifica y se hace cómplice con una amplitud indecente de las prácticas de pederastia de sus funcionarios víctimas por otra parte de la propia exigencia de autocastración sentimental y sexual que por estatuto les exige. Por otra parte el cofradierismo es una actividad que exige determinados niveles de catequesis porque forma parte indisolublemente de la Iglesia Católica, que es una organización que lanza permanentemente propuestas políticas para influir en la legislación española con el fin de modificarla en beneficio de sus particulares y exclusivos intereses y principios morales claramente enfrentados a los de otra parte de la población que los tiene distintos y que sólo cuenta con su estricta representación política para defenderlos. O sea que fomentando el cofradierismo desde instancias públicas se privilegian unos presupuestos políticos sobre otros. Los de la derecha religiosa y reaccionaria. Educación para la cofradanía. Igual este tío ya no se acuerda del célebre lacito blanco que las cofradías iban impúdicamente a amarrar en la punta del capirote de sus nazarenos para violentar la voluntad democrática general expresada en las urnas para exigir un recorte de las libertades democráticamente conquistadas.

Una organización a la que cualquier mínimo e imparcial estudio histórico puede achacar desde el siglo IV y en todo tiempo y lugar posteriores un poder ejercido con unas dosis de crueldad vesánica tales que su comparación haría a los nazis campeones de la tolerancia. Y a la que umbilicalmente están unidas las manifestaciones de carácter cofrade que se organizan irresponsablemente en los colegios públicos de Andalucía. Eso sin contar que la incitación a formar parte de una cofradía es la incitación a asociarse en colectivos con reglamentos frecuentemente machistas y que practican sistemáticamente la discriminación de otros ciudadanos por razones de diferencias de religión o por carencia de ella. ¿O es que para participar en esas supuestas tradiciones populares que supuestamente representan la entraña popular andaluza no hace falta estar bautizado?

Otrosí que la escuela tiene que ser el lugar donde se enseñen los valores de la equidad en el merecimiento de respeto (o no) de todas las ideologías, y el catolicismo es una ideología como otra cualquiera sin ningún plus añadido de miramiento, y no sólo a la que se pretende pasar por mayoritaria sin que nunca se hicieran elecciones para averiguarlo. Pero sobre todo se enseña ciencia y método para conocer la realidad sin necesidad de explicaciones mágicas o mitológicas. Eso, si acaso es labor de los padres. Quienes quieran que a sus hijos se les exponga docentemente el funcionamiento del mundo en el que viven echando mano a las explicaciones de encantamiento propias de la religión, que contempla la posibilidad de la suspensión temporal de las leyes de la naturaleza como un fenómeno perfectamente posible, deberán hacerlo en sus casas o en sus iglesias. Las personas que practican tanto una religión como la homeopatía y demás seudociencias tienen derecho a creer lo que les de la gana pero en los centros educativos sólo tiene que enseñarse las materias científicas o mostrarse esas creencias objetivamente, como hechos sociológicos, históricos o antropológicos, desde la distancia que proporciona el método analítico y no desde el adoctrinamiento.

El Argumento Tontológico de San Hodierno que usa el tipo este para justificar la pertinencia de esas prácticas mágico supersticiosas en los colegios es descacharrante. Sólo desde la más pringosa espesura mental o desde la más cínica frivolidad ética puede afirmarse que la organización de una procesión cofrade católica es fundamentalmente buena como actividad docente, obviando toda su carga ideológica, simbólica y política, porque activa la cohesión de grupo, la solidaridad, la valoración del esfuerzo común y la caridad. Por la misma regla de tres podríamos prepararles la organización de un partido político para luchar por sus derechos en los que en lugar de fomentar la caridad lo hagan con la justicia social y les enseñe a manifestarse ardorosamente por la calle exigiendo derechos. ¿Que no es lo mismo? Mírese fríamente cada una de las dos cosas. Las manifestaciones del 1 de mayo se vienen celebrando desde hace más de un siglo y forman parte de las tradiciones de la clase obrera, a la que pertenecen la inmensa mayoría de los niños que acuden a esas escuelas. Para su organización y convocatoria hace falta mucho trabajo y mucho esfuerzo, la carga emocional y simbólica es tan fuerte o más que la que sienten los católicos cofrades ante sus imágenes mitológicas. Y desde luego la solidaridad de clase es mucho, mucho más productiva y racional que la hermandad artificial basada en la adoración de una misma imagen sagrada de un ser mitológico y por lo tanto objetivamente imaginario.

Así podríamos exigir muchos ciudadanos con los mismos derechos que los cofrades que se realizaran en los colegios actividades relacionadas con otras ideas salvíficas, por ejemplo el marxismo-leninismo. Ese que según la legionaria del amor... a Cristo que sufrimos de concejala, conocida sobre todo por su fecundo parentesco con un tío de bigote aficionado a guerra y a que no le digan cuánto tiene que darle a la Botella, se imparte en el único colegio auténticamente laico de la ciudad, que pertenece para más inri al ayuntamiento. El que a lo que ella llama ikastola comunista sólo sea escrupuloso atenimiento a los principios laicos auténticamente legales que debieran emanar del estado parece no contar para los que exigen en cambio el adoctrinamiento en valores basados en la superstición y en verdades reveladas a un pueblo de pastores y guerreros hace tres mil años y en una supuesta encarnación divina milagrosa hace algo menos.

La única posibilidad legítima de que se pudieran organizar procesiones tradicionales andaluzas en los colegios públicos y concertados sería que se desacralizaran totalmente y que pudieran ser sacados de paseo con música de banda militar cofrade o a ritmo de rap otras representaciones de seres imaginarios además de los estrictamente de la tradición católica. Los personajes de Disney, los Pokemon, Los Simpson o incluso los zombies y vampiros que tan de moda están.

A mí me gustaría saber dónde enseña este individuo. No sea que por mano del diablo alguno de mis sobrinos pudiera caer en las redes de sus prédicas, en su sospechosa visión de la materia que imparte. Para poder remediarlo.