La Santa Grúa-Catedral
Lleva tanto tiempo recortada sobre el perfilado horizonte del casco histórico de Córdoba que ha pasado ya a formar parte en la memoria visual de la ciudad para propios y extraños, para aborígenes y para turistas. Por ello hay quien está pensando solicitar que no sea retirada cuando concluya la eterna obra a la que da soporte.
Es normal que esa obra que viene realizando el cabildo de Córdoba en el ala sur del Palacio Episcopal demore lo suyo, ya que tiene como fin convertir la vetusta estructura de un patio del siglo XVIII y sus dependencias en un complejo expositivo supermoderno de la muerte. Tan supermoderno de la muerte que la Gerencia Municipal de Urbanismo ha tenido que vetar con contundencia y eficacia la metacrilatización a que el proyecto original pretendía someter algunas zonas del Patio de Carruajes perfectamente protegidas en el Plan del Casco del Palacio Episcopal y la construcción en él de una superescalera, de la que no conocemos su estilo, adosada a sus estructuras barrocas. Oficialmente el obrón se realiza para ampliar las dependencias del triste Museo Diocesano, pero ya se ha declarado que para lo que servirá específicamente será para albergar un edificio de doble arquitectura, material una y virtual otra. En la material se habilitará un bautizado como Centro de Recepción de Visitantes y de Interpretación de la Mezquita-Catedral de Córdoba. La virtual albergará la estructura teórica y conceptual en la que se consumará precisamente esa interpretación con que amenaza el propio título del contenedor.
La funcionalidad del Centro de Visitantes no es otra que la de albergar las taquillas en las que los turistas adquieren sus entradas y que hoy están situadas en el Patio de los Naranjos. Todo el mundo sabe que el precio de esas entradas se disfraza de donativo libre de impuestos y que, con el fin de zafarse de fiscalización administrativa alguna, ha de ejercerse sólo en moneda contante y sonante y nunca mediante tarjetas de crédito. Ese traslado de las taquillas supondrá dos beneficios para el cabildo que gestiona el monumento. Una la de evitarse el engorro de tener que atravesar la calle que separa la Mezquita del obispado con las talegas repletas de euros producto de la recaudación y otra y principal la de obligar a todos los turistas a visitar el Centro de Interpretación, donde, como anuncia su propio nombre, recibirán una correcta interpretación del monumento, perfectamente elaborada por el Gabinete de Elaboración de Interpretaciones Correctas dependiente del propio cabildo.
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