II. El malsinismo: Guillermo Rodríguez señalador cofrade
Guillermo Rodríguez López es un señoro que invierte su tiempo libre en editar una revista digital en la que él y otros señoros como él con pelo en el pecho se la pasan hablando de miriñaques, encajería, tirasbordás, mantos repujaos, diademas y otras mil prendas de vestir y desvestir ídolos femeninos de procesionar. Es lo que se conoce como un adicto a la cofradeína que ha dedicado su vida a su consumo y venta al por mayor y menor. Es, además, un derechista radical, o sea un ultra-ultraderechista, un reaccionario medular. Los artículos que escribe en su medio atienden únicamente a tres temas. Uno, de las cosas que tienen relación con la parafernalia de ese consumo de cofradeína. Otro a denunciar incansablemente las dioclecianas persecuciones que sufren los cristianos y concretamente los cofrades en este país por parte de las autoridades pesoeístas y los rojos intolerantes. Cualquier europeo que sólo leyese esa especie de Telva de la moda cofrade podría justamente acabar creyendo que aquí los ateos nos pasamos el día apaleando cofrades por la calle, impidiendo que cumplan con sus ritos y liturgias en ellas y agrediéndolos verbalmente sin descanso desde nuestros panfletos chequistas. Aunque a nada que pase un solo año entre nosotros descubrirá que los verdaderos amos de la ciudad son ellos a quienes las autoridades no se atreven a negar ni una de las exigencias que plantean cada semana por muy sectarias, molestas y secuestradoras de los espacios públicos que sean para el resto. El otro tema en el que insiste sin desmayo es el de mostrar virulentamente (por ahora mantenido en el umbral del mero verbo) el insondable abismo de odio que siente por todo lo que tenga que ver con el progresismo de amplio espectro, desde la socialdemocracia enchaquetada hasta lo que él llama perroflautismo antidesahucios, pasando por el feminismo, la laicidad o los movimientos LGTBI. Esto último, curiosamente, dado el comprobado altísimo número de cofrades homosexuales que petan las hermandades y en especial aquella de la que él mismo es hermano. O sea, de todo lo que no esté a la derecha del PP aznarista en lo contemporáneo y todo lo que no lo esté a la derecha de la CEDA en sus análisis históricos. Por supuesto Al Andalus para él fue un cáncer que le creció a la España eterna nacionalcatólica y los RR.CC. la quimio, la radio y la cirugía extirpadora que le salvó la vida a su patria. La misma consideración tiene de la necesidad que esa patria tuvo de Franco y su genocidio quirúrgico y de la represión quimio y radioterápica posterior para extirpar el cáncer de la República.
Dos ejemplos: entre las decenas de artículos que ha dedicado a evacuar en ese figurín de la moda vestimentaria virginal y de la pasamanería cofrade encontramos de vez en cuando otros de aroma inconfundiblemente fascista, y tómese esa denominación en su sentido terminológico estricto. Alguno de ellos, como por ejemplo el que tituló sin cortarse ni un pelo 18 de julio, tan espeluznantemente justificador del golpe de estado nacionalcatólico devenido genocidio de republicanos, los crímenes de su confraternal Queipo de Llano incluidos, que si no viviéramos en este repugnante país al que no sólo le hieden los pies a franquismo, sino sobre todo la entrepierna y los sobacos, y estuviéramos en cualquier otro normal, con su memoria histórica antiautoritaria mínimamente normalizada y formando parte de los planes de estudio escolares, a ese sujeto un juez igualmente normal lo hubiera hundido en la miseria económica, al mismo nivel que ya tiene la moral.
El otro ejemplo lo encontramos en la coletilla titular del figurín cofrade que dirige, GENTE DE PAZ 1940. La alusión a esa fecha tiene como fin recordar que fue en ella cuando las cofradías andaluzas comenzaron a recibir su parte del botín de guerra por su colaboración, como Iglesia que son, en el genocidio. En ese año y en los siguientes se fundaron cientos de cofradías nuevas en toda esta tierra con esos quintos del botín acumulado por todo lo confiscado a los fusilados, exiliados y represaliados republicanos.
Fue precisamente un artículo mío titulado Nazarenos y Ku Klux Klan acerca de la atrocidad sobre la que se fundaron por esos años dos cofradías sevillanas, vinculada una al asesino de masas Gonzalo Queipo de Llano (la cofradía de San Gonzalo, de ahí su nombre) y otra a su mujer Genoveva (la cofradía de Santa Genoveva, de ahí el suyo) la que hizo que el ultraderechista cofrade rompiera la displicente ignorancia en que me mantenía desde siempre y saliera de su covacha, cual cíclope embravecido al que hubieran clavado un tizón en su único ojo, a lanzar pedruscos contra las naves de la libertad de expresión e incluso contra las de los puros datos históricos comprobados. Y lo de cíclope valga sólo como metáfora, dada la risible envergadura real del bramador. Y es ahí donde su miseria moral se desata y se revela en el cobarde malsín que es, en atizador de inquisidores o en entusiasta donbrunista. Incluso el título tuvo que ser excretado usando los músculos parasimpáticos intestinales dada su descacharrante longitud: El vómito perpetrado en Córdoba que insulta a las cofradías de San Gonzalo y Santa Genoveva
Lo primero que hace el señalador es proporcionar mi nombre y dos apellidos, datos que ya conoce hasta el Tato en cuanto aparece mi querido pseudónimo. Lo segundo proporcionar la información del trabajo con el que me gano la vida. Aquí ya el carnero de las tres letras arremete contra las más mínimas normas de la decencia cuando, señalando que mi sector profesional es el sanitario, avisa a sus congéneres cofrades para que procuren no necesitar de mis servicios porque probablemente sería capaz de… no sé… ¿pisarles el tubo del oxígeno? ¿echarles alcohol en las heridas? ¿o tal vez matarlos directamente mediante inoculación de algún medicamento letal? Todo de broma, claro. Yo también sé donde trabaja el pedazo de mamón, pero probablemente por mi condición de no cofrade, es decir de no cultivador de la hipocresía moral y social que se necesita para serlo, jamás se me ocurriría avisar a los ateos de que evitaran la empresa en la que se gana la vida, ante el peligro de ser estafados. Es más, tengo hasta informaciones delicadas acerca de cómo desempeña esas funciones profesionales. Pero para mí, la forma que tiene la gente de ganarse la vida es, en circunstancias estándares, sagrado, lo único sagrado.
Proporciona además un par de nitidísimas fotos mías que ha sacado sin permiso de la red, una de frente y otra de perfil para que no haya duda a la hora de localizarme. Porque de eso se trata, ¿de qué si no?. Yo también podría poner fotos sacadas de su muro de FB, pero no lo haré, aunque invito a todo el mundo a que entre en él y compruebe la portentosa cara de berzotas que tiene. Dice que el fin del artículo es mover a los miembros de las cofradías queipodellanistas sevillanas a que me denuncien y que me den una lección que no olvidaré y me obligará a callar para siempre. Pero él sabe mejor que nadie que ningún abogado se haría cargo de una denuncia en la que se me imputara el mantener relato de hechos absolutamente probados y comprobados por la historiografía. Así que la causa de mi señalamiento no puede ser esa. Y si no es ese, debe ser entonces el ponerme una clara diana para que algunos de los tipos musculados con un condón de saco en la cabeza y de ideología extremoderechista que hacen de fuerza bruta para sacar a pasear los muñeiconos de la cofradeína y que llevan siendo aleccionados en el extremismo nacionalcatólico en las cofradías desde hace años, me busquen para presentarme sus respetos.
No sería esta la primera, ni la segunda, ni la tercera vez que me ponen diana gente bastante más peligrosa que este triste adicto a los juegos de miriñaques y al reaccionarismo de raíz supersticiosa. Desde la jauría jurídica que azuzó contra mí el Acorazado ABC con el fin de callarme la boca y acabó hasta haciéndome ilusión porque se trataba del bufete que llevaba los asuntos en España de Madonna, hasta la ruin y miserable que me mandó de recado la más alta representación de los llamados Cuerpos y Fuerzas del Estado de la provincia, pasando por una sutil sugerencia al Mossad para que me tuviera en sus pensamientos por parte del Sefardita Impostado y que me hizo pasar sin móvil una buena temporá…
Lo único que me gustaría que se sacara en limpio de toda esta historia y que podría hacer abrir los ojos a alguna persona que me lea, es la realidad del peligro, el mismo por otra parte que en ese 1940 que tanto pone al cofrade malsín, que para nuestra inestable democracia formal entraña la metástasis cofrade y que se está extendiendo sin control entre la infancia desarmada mentalmente a través de los colegios católicos que pagamos todos. La ultraderecha –que aspira a imponer de nuevo el fascismo– que viene en Andalucía será cofrade o no será. EL hecho de que la carroña de uno de los mayores asesinos de masas de Europa, el general Queipo de Llano, lo custodien cofrades en la Macarena de Sevilla no es inocente, ni gratuito. Y tampoco que, en esta ciudad, en Córdoba, muchas, prácticamente todas las cofradías que existían o fueron fundadas en la guerra o la posguerra, mantienen como hermanos mayores honoríficos a los principales responsables, locales y nacionales, del genocidio nacionalcatólico. E incluso alguna rompe todos los delirios que pudieran asaltarnos, manteniendo esa honorificidad al mismísimo Benito Mussolini. Claro que del Duce puede decirse sin temor a errar que mató infinitamente menos que cualquiera de esos hermanos mayores honoríficos nacionales.
Una última pincelada para completar el cuadro de mi señalador. Un tipo de tan atrabiliario carácter que hasta fue denunciado por su propia cofradía, no sólo por apropiación indebida (del nombre de la misma para su magazín cofrade), que también, sino sobre todo por insultos e injurias a sus propios hermanos mayores. Vele ahí el jicho.
Ilustraciones de Víctor Solana