Discutimos mi amigo Juan Sepelio y yo de animales. En el ambiente de una tarde deliciosamente primaveral a las orillas del Betis diversos paseantes cumplen con sus obligaciones de dueños caninos. Mi amigo arruga la nariz ante el espectáculo y murmura que considera una asquerosidad incalificable recoger con la mano las mierdas de los perros del suelo. Que por mucho que se quiera a un perro, y las causas por las que la gente quiere tanto a los perros han sido objeto de otras discusiones, ese hecho es abominable. Yo le digo que en la India la gente recoge las mierdas de las vacas con la mano, las amasa, las coloca en una pared para secarlas al sol y las usa como combustible. El me dice que ese es un argumento frívolo y cruel. Le doy la razón y lo retiro. Pero continúa con que si a él le pusieran en la disyuntiva de tener que recoger de la acera con su propia mano, aunque sea provista de una finísima capa de plástico, la mierda de un supuesto perro suyo o no tener perro, que desde luego lo tendría perfectamente claro, y no sólo porque a él los perros no le hagan maldita la gracia. Trato de rebatirlo diciéndole que yo, en cambio, lo considero un encomiable acto de amor, uno de los mayores que se pueden hacer en las circunstancias actuales. Precisamente porque es asqueroso. El que personas perfectamente escrupulosas que vomitarían si se encontrasen un pelo de un semejante en la sopa servida en un restaurante sean capaces de recoger del suelo prácticamente con la mano las heces cremosas y aún calientes recién salidas de las entrañas de sus perros es, por eso mismo, un acto inconmensurable de amor, difícilmente superable. Hay quien no lo haría ni por sus propios hijos. Porque no existe un acto parecido en todo el Reino Animal de una especie para con otra. Bueno, de una parte perfectamente alimentada de una especie para con otra parte de otra especie aún mejor alimentada.
Juan Sepelio se pone entonces serio y me contesta que a riesgo de ser malsanamente malinterpretado considera mucho más amoroso lo que él se ve obligado a hacer de vez en cuando para calmar los terribles furores uterinos de la gata con la que convive cuando le vienen el celo. Dada la alarmante y sorprendente escasez actual de gatos en un barrio, el suyo, en cuyas azoteas siempre hubo sobreabundancia, no tiene más remedio que hacer el papel de montaraz macho saciador de los ardores hembriles de su gata. Para justificar aún más su acto me la describe maullando insoportablemente por los pasillos, arrastrándose durante días, presa de la desesperación, por el suelo frente a él, con las patas delanteras muy bajas y las traseras en posición inequívocamente oferente, con su sexualidad como bandera y el rabo como el palo de una escoba. Se agencia entonces uno de esos bastoncillos para las orejas, lo empapa de aceite de embadurnar bebés, agarra al animal del cuello con su mano izquierda tal como hacen los machos con los dientes y ejecuta finamente la faena hasta que la gata se revuelve bufando enloquecida de placer y se descoyunta revolcándose panza arriba sobre el suelo. Y que eso la deja calmada y consolada durante un buen rato.
No se me ocurrió decirle nada, claro, ante un tema tan sumamente delicado. Lo que sí olvidé preguntarle fue que, dado que nunca tuvo niños, para qué diantres tiene un bote de aceite de embadurnar bebés tan a mano.
Comentarios
El uso del excremento de vaca, bosta, no es tan raro y no es necesario ir a buscar ejemplos a la India, he oído decir que en algunos pueblos de Galicia la secaban al sol formando un suelo liso y limpio sobre el que trillar los cereales. También puedo asegurarte que los labradores en general no le tenían asco a la bosta de vaca, cosa muy distinta es el excremento de otros animales y por supuesto recogerles la mierda es un acto de amor supremo además de un acto cívico. En cuanto a lo que hace tu amigo Juan Sepelio, me gustaría oír la opinión de una veterinaria, tal y como él lo cuenta casi suena aberrante, ¡pobre animal! consolada por su dueño y tal vez por ello enamorada de él, solo hay que verle la cara…El aceite para bebes lo anuncian en la tele como un fantástico “hidratante corporal” para toda la familia, seguro que tu amigo tiene la piel como el culito de un bebe, prueba a tocársela con disimulo para salir de dudas.
P — 10-05-2005 01:29:59
Le diré a mi amigo que ya han pedido que legalice su situación ante una veterinaria (¿o veterinario?). Qué manía con constreñir legalmente las relaciones entre personas o animales adultos. ¡Viva el amor libre!
harazem — 10-05-2005 08:36:50
Creo que es el momento de la liberación sexual de las gatas, engatusadas durante años por penes mortíferos que taladraban sus paredes vaginales con falos repletos de espinas que aseguraban una penetración lo suficientemente larga como para culminar en una concepción, ha llegado el momento de acabar con el esclavismo sexual, con dar otra respuesta más gratificante a los llamados uterinos y hacer del bastoncillo engrasado el símbolo fálico por excelencia.
CardenalaInPectore — 10-05-2005 12:19:10
CardenalaInPectore, ¡eres fantástica!.
P — 11-05-2005 11:18:57