(del laberinto al treinta)


domingo, 3 de febrero de 2013

El pseudomizado

Resulta enternecedor lo que pueden dejar enfriar algunos individuos las venganzas. Me avisan de que en un perfil de feisbu un individuo con cierta familla local porque ha escrito alguno más de un par de libros y tiene columna en el principal diario de la ciudad, ha enlazado un post mío, el último, en el que defiendo la superioridad moral, pero sobre todo práctica en caso de pobreza solemne, del estado socialista frente al capitalista, para, haciendo uso de su libertad y su derecho, cachondearse de él y de mí con sus amigotes.

Cuelgo captura de pantalla de la entrada (es pública) pero los comentarios posteriores me los ahorro. Yo no le he leído ni uno de esos libros (novela y poesía) –no tengo tiempo, hay demasiados buenos publicados para no perder el tiempo- aunque me han señalado que en uno de ellos en el que recoge términos locales hace pasar como popular alguno de mi invención. Se lo regalo. Pero sí que durante un tiempo frecuenté por obligación las columnas que perpetraba en prensa por los días en que mantenía un blog en el que analizaba el pensamiento de los columnistas de la prensa local. En ellas se declaraba liberal, de los de la nueva escuela, defensor de las políticas que predica y que incluyen el desmontaje de lo público, la jibarización del estado y la entrega del juego económico a las leyes exclusivas del mercado y frecuentemente rendido admirador del pensamiento y de las políticas con que azotaron al mundo Reagan y Tatcher. Un aprendiz -más bien una triste caricatura- del portentoso escritor y atroz político Vargas Llosa. Todo ello con el aliño de la nouvelle cuisine carpetovetónica que mixtura la guindilla de la Sagrada Unidad de la Patria y el ajazo de la rojigualda de toda la vida con los aromas guasaperos del odio africano al Gran Wyoming, a Garzón y a los ecologistas. Profundamente herido, aunque sin rencor, como dice en el feisbu, por el retrato que hice de su pensamiento ha aguardado unos años para endiñarme. Hasta hoy había sido fiel a la conocida marca feriada de esta ciudad: la discreción. Te digan lo que te digan, tú disimula.

Comienza llamándome cobarde por esconderme tras un pseudónimo. Después tipo excesivo. Luego me llama filocoreano del norte, un insulto que ya usaba un troll convenientemente pseudomizado que entraba en los comentarios de los viejos posts donde breaba su calaña y que jamás antes –ni después- había escuchado o leído. Una graciosa muletilla de tildar rojos de quien por fin he acabado descubriendo a su ingenioso inventor (¿lo habrá también incluido en su Lexicón?).

En lo de mi excesividad, nada que objetar. En lo del pseudónimo no voy a entrar más, cuando ya he explicado muchas veces que existe una cosa que se llama correo en el que si amablemente se me solicita envío a cualquiera mis pertinentes datos personales con foto incluida (con derecho incluso a elección de grado de sicalipsis) para que se me puedan enviar citaciones: sexuales, judiciales o sicariales.

Más adelante me acusa de algo de lo que me siento especialmente orgulloso y que considero altamente saludable: de odiar a la Iglesia Católica, una teocracia que discrimina laboralmente en su carta Magna a la mitad exacta de la población mundial, condena a la exclusión social a millones de optantes a diversidad de orientación sexual, apadrina genocidios y posee un funcionariado encargado de boicotear el acceso a derechos básicos de los ciudadanos que no son sus súbditos por todo el mundo. Y más cosas claro.

Seguidamente me adjudica gratuitamente la cualidad de odiador de aquellos que no son comunistas y que, según la deficiente redacción que usa, parece asimilar a él y a otros (a no ser que use el NOS mayestático, que no me extrañaría, debe ser que actúa en comandita) que tienen una LIBERTAD (¿en el hombro como si fuera un loro?) que les dicta qué escribir. Me imagino que lo que quiere decir es que a mí quien me dicta lo que tengo que escribir es EL LORO DE MOSCÚ, perdón, de PIONYANG.

Luego se queja de que saque sus nombres de forma personalizada en mis blogs, nombres con los que firman (él y los desconocidos otros o su mayestaticidad) sus mefíticos artículos previo pago de una bonita cantidad de dinero. Parece desconocer nuestro individuo que el derecho de decir lo que se te pase por debajo del puente por dinero en un medio público contiene la obligación de hacer frente como un machote o una hembrota y sin lloriqueos a las críticas, e incluso a las ridiculizaciones, de los que pagan por leerlo. ¿ O eso no se lo dictó la lora Libertad que perchea en su hombro?

Es curioso que en sus artículos se permita haciendo uso de su libertad mofarse de personas reales, a los que se les suponen sentimientos y vulnerabilidad cardial como él, colocar por ejemplo rasgos simiescos a Hugo Chávez o caricaturizar a Fidel Castro como un dictador de opereta y luego lloriquee ante sus amiguitos del feisbu de que un vecino y lector suyo se cachondee un poco de sus descacharrantes (e indecentes) ideas revolucionarias neoliberales por cuya evacuación en un medio público además ha cobrado.

Porque además luego resulta que en la terrible balanza de los crímenes sus ídolos políticos tienen en su haber millones de muertos más que esos dos, por seguir con el ejemplo, a los que ridiculiza. Él usa su libertad para admirar y loar públicamente a cambio de dinero a unos líderes que usan su libertad para matar de hambre con sus políticas a millones de personas que carecen de libertad de decidir si morirse o no morirse, una libertad que han conseguido porque la gran industria armamentística, alimentaria y farmacéutica también haciendo uso de su libertad les ha donado ingentes cantidades de dinero para que defiendan sus intereses convenciendo a millones de ciudadanos de que aunque carezcan de la libertad de información, porque tienen también a los medios comprados, tienen una mucho más interesante: la libertad de voto para colocarlos a ellos donde están. Y está demostrado que esos que son sus ídolos son responsables de las políticas que más hambre, miseria, pobreza y guerras han producido en el mundo desde al menos los años 70 del siglo XX.

Hace unos años Bill Clinton, uno de sus modelos políticos o al menos líder de la Democracia Perfecta que idolatra, confesó que la liberalización de los precios del arroz a que obligó al gobierno haitiano presionado por la industria alimentaria americana, produjo el hundimiento de la paupérrima economía del desgraciado país caribeño. El resultado fue una terrible hambruna que llevó a cientos de miles de hambrientos campesinos a emigrar de los campos y convertir las ciudades en unos infiernos de miseria en los que murieron como hormigas aplastados en sus chabolas tras el terremoto. Y eso es sólo una gota en el océano de las injusticias del sistema que defiende este tipo que, como dije en aquel post con evidente intención cachondeante y que tanto le escoció, tiene las neuronas embadurnadas de gomina liberal. Liberal del liberalismo de ahora, que no tiene nada que ver con el de los padres fundadores del XVIII que se horrorizarían con lo que hoy pasa por su pensamiento, sino con el de Esperanza Aguirre, la aristócrata a quien este pedazo de mastuerzo considera la mejor candidata para regir los destinos de esta España Una, Grande y Libre con la que de nuevo sueña. Ahora que su ídola aristócrata se convertirá en la lideresa indiscutible del Tea Party cañí igual necesita camareros. Con las neuronas bien engominadas. Exactamente como las suyas.

Lo más gracioso (y terrible) de todo es que nuestro individuo se declara cristiano y defensor de la civilización cristiana, esa que se basa en una doctrina que tiene el precepto de NO MATAR entre los primeros (curiosamente no el primero) de su Decálogo básico. Debe ser que en ese precepto no va incluido el NO MATAR DE HAMBRE, como decía el otro día El Roto en uno de sus más geniales poemas gráficos.

6 comentarios:

Manuel Marcos dijo...

Leído, y bien provechosa exégesis para quitarse el aliento en nuca de esta aristocracia de pueblo, que se da pisto con su columnita semanal, y ni siquiera saben escribir.
Esto se pone interesante.

Miroslav Panciutti dijo...

Ladran, Manuel, luego cabalgas.

PS: Sin conocer de nada al individuo, me parece que demasiado honor le haces con este post.

harazem dijo...

Bueno, Miroslav, el individuo sólo me ha servido de excusa para soltar algunas cosas que tenía ganas de soltar.

Manuel, conocida es tu afición a las peleas de gallos...

Paco Muñoz dijo...

Vaya Manuel enhorabuena por que te tienen en cuenta, aunque sea para mal, lo que no veo bien es la larga espera, lo que demuestra un rencor inyectado en vena.
Un abrazo compañero.

harazem dijo...

Bueno, Paco, ya sabes, como digo en el post, que la mejor definición que nunca se diera del carácter de esta ciudad fue el de La feria de los discretos.

Anónimo dijo...

Lo preocupante Manuel es que le guste tu artículo. El muy zorro dirá que no elogias La Gran Revolución de Octubre. Algo es algo.