Creyentes del mundo: hundíos
El discurso civilizado, sin distinción de raza ni de confesión, analiza y circunscribe verdades científicas, verdades históricas y estados de hecho que no se basan en la fe sino en el conocimiento. Podemos considerarlas profanas o de menor dignidad, pero ello no impide que no se confundan con las verdades de la religión, ya seamos chiitas, sunitas, cristianos, judíos, budistas o agnósticos. Nuestro planeta no es víctima de un choque de civilizaciones o de culturas, es el lugar elevado de una batalla decisiva entre dos métodos de pensamiento. Están aquellos que declaran que no hay hechos sino solamente interpretaciones que son cuando menos actos de fe. Éstos caen o bien en el fanatismo ("yo soy la verdad") o bien en el nihilismo ("nada es verdadero ni falso"). Del otro lado, están aquellos para los que el debate libre con la finalidad de separar lo verdadero de lo falso tiene sentido, de modo que lo político, como lo científico o el simple juicio pueden resolverse a partir de datos profanos que son independientes de las opiniones arbitrarias y preestablecidas."
André Glucksmann. El País 08/03/06
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