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La medina de Larache es una verdadera ruina. Un cartel anuncia en su entrada que se está restaurando con dinero de la Junta de Andalucía. Mientras lo leo un abuelo se detiene junto a mí y me comenta que toda la calle ha sido restaurada por la Junta, sobre todo los pasajes cubiertos cuyas maderas estaban podridas y el adoquinado. Pero se trata de sólo un trozo. El resto, muy sucio
y descuidado, parece que tendrá que esperar a que algunas migajas del dinero del turismo se inviertan en ella. Bueno,
sí hay algo más en lo que se ha invertido: unos marmolillos con la rotulación de los nombres de las calles en español y, en algunos casos, una explicación de quiénes eran los personajes detentadores de los mismos. Algo es algo.
Si se entra por
Bab el Khamis (Puerta del Jueves), el arco hispanomorisco de la
Place de la Libèration, se accede inmediatamente a la
plaza de la Alcaicería, un animado espacio rectangular porticado, en el que siempre hay mercado, diseñado por los españoles que la conquistaron brevemente en el siglo XVII. A partir de ahí las callejas se entrecruzan teniendo como eje la larga calle principal que va desde la ruinosísima
Casbah portuguesa a orillas del mar hasta la aún en pie Casbah española (
Fortaleza de La Cigüeña) también construída en el siglo XVII. Una puerta destrozada me permitió entrar clandestina y atrevidamente en las ruinas de la fortaleza. Lo que encontré fue un enorme basural, lo que podría ser
un precioso patio de armas porticado pintado de rojo, con el lisérgico aire de un
Chirico, unos edificios interiores cayéndose a chorros y unas preciosas vistas desde las almenas. Junto a la puerta principal de la Casbah de La Cigüeña existen dos edificios interesantes. Uno es el llamado popularmente
Torre del Judío, un castillete de origen benimerin (S. XIV) con un escudo imperial español en el que antaño estuvo el
Museo Arqueológico, hoy cerrado, y el edificio de la antigua
Comandancia española (hoy colegio), interesante ejemplo de arquitectura colonial neomorisca pintado de amarillo albero.
Un inquietante mirador, a punto de despeñarse, que domina la desembocadura del río Loukos y el cerro de
Lixus, completan los elementos de una plaza que pide a gritos una rehabilitación urgente, una actuación que dignifique los restos históricos pero, sobre todo, la vida cotidiana de los habitantes de la ciudad que han de disfrutarla.
Paseando por la calle principal de la medina pueden leerse aún viejos letreros en español, que parecen hablar de que, al igual que en Tetuán, en ella vivieron puerta con puerta españoles y marroquíes. Y para colmo, en una de las esquinas, encontré una iglesia fosilizada. Ocupando una esquina, se hallaba tan camuflada por el desconchado general que sólo
alzando la cabeza y descubriendo la torre pude comprobar de qué se trataba. Aún, no sé por cuánto tiempo más, puede describirse como de estilo neogótico, pero es del todo imposible dictaminar en qué color estuvo pintada. Más tarde leo en una página web que se trata de las ruinas de la
iglesia de San José, construida en 1901.
En el otro extremo de la medina, dominando directamente el mar, la enorme Qasbah portuguesa ya no tiene remedio. No es que esté ruinosa, es que ya no existe. Se va a construir un gran hotel en su lugar, supuestamente respetando la estructura original. Sólo media docena de albañiles remueven desganadamente los cimientos.
Aparte de la poco interesante iglesia del ensanche, aún en funcionamiento y cuyo reloj
muestra una consecuente ausencia de manecillas, el otro edificio interesante de la ciudad es el mercado, también construido por los españoles en el clásico estilo neomorisco, inmaculadamente blanco, aceptablemente bien conservado y en perfectas condiciones de uso.Un ¡niña, mira qué gambas tengo! dirigido a C. por un pescadero nos proporcionó el placer de echar unas risas con él.
Nos decidimos por segunda vez a visitar el cementerio español. Y no sólo por reverenciar la famosa tumba de
Jean Genet, sino para comprobar que lo que habíamos leído de que el gobierno español había subvencionado su limpieza y restauración era cierto. Hace unos años lo visitamos, y salvo la tumba de Jean Genet, que estaba perfectamente blanqueada y arreglada el resto presentaba un lamentable aspecto: sólo eran visibles los mausoleos de los
oficiales muertos en el
desastre del Annual por su mediana altura, aunque se encontraban en un avanzado proceso de desmoronamiento. El resto de las tumbas a ras de tierra se encontraba oculto por una espesísima jungla de cardos y otras malezas.
Cuando fuimos esta vez una buena parte del espacio había sido segado, tarea en la que se hallaba enfrascado el guarda, cuya mujer nos abrió la puerta. Las altas tumbas de los oficiales se hallaban blanqueadas y aquello comenzaba a parecerse a un cementerio.
Jean Genet mostró su deseo antes de morir de ser enterrado en Marruecos. Vivió en Tánger, Fes, Rabat y Larache, donde compró una casa para el hijo de su ahijado, a la que mandó se enviaran todos sus libros. Buscando en Google algo sobre el tema encontré
un artículo de Tahar ben Jelloun en el que aclara algunos datos. El caso es que el escritor irreverente, enemigo de las instituciones, profundamente antisistema, reposa hoy en en este cementerio, en una sencilla tumba blanqueada (la única que no lleva cruz) frente al mar, con un sencillo marmolito con su nombre, la cabeza
extrañamente dirigida a La Meca, rodeado de miembros de la institución que más odió en su vida: los militares. Y por supuesto su tumba es la más visitada del cementerio.
Existe otro cementerio no musulmán aún más curioso en Larache. Hace años, en nuestra anterior visita buscamos el cementerio español en el coche. La primera indicación que nos dieron nos condujo, equivocadamente, a un pequeño cementerio del que no recuerdo gran cosa. Creo que estaba rodeado de un muro, que se acedía a través de una verja de hierro con un
candado que nos abrió alguien que por allí había. Que contaba con altos cipreses y que bajo ellos se disponían regularmente varias decenas de tumbas rotuladas en alemán. Un cementerio alemán. En seguida descubrimos que aquel no era el lugar que buscábamos. Preguntando al guarda nos informamos del lugar exacto del cementerio español y con la confusión no indagamos mucho más sobre él. En esta ocasión, la falta de tiempo y la falta de información nos impidieron revisitarlo con más calma. Lo más curioso es que los sondeos más cercanos que hicimos no dieron resultado: en el hotel no sabían nada de semejante lugar. Y lo mismo en un café colindante. Así que nos quedamos sin saber quienes eran esos alemanes que dormían su sueño eterno en aquella ciudad con la que, que sepamos, no tuvieron nunca mucho que ver.
Nos despedimos de Larache con una pantagruélica comida marina en el sitio más adecuado: el restaurante Pescaport, ubicado dentro del recinto cerrado del nuevo puerto pesquero. Pedimos el mismo rosado de Beni Slimane que tomamos en Asilah. ¿Para qué cambiar?
ADDENDUM:Tratando de encontrar información sobre el cementerio alemán se me ocurrió recabar ayuda en el foro de marruecosdigital.net.:
He recibido la siguiente notificación:
Hola amigo me consta que durante la segunda guerra mundial unos dos aviones alemanes pasaron por larache no por motivos desconocidos y fueron derribados por la artellireía del protectorado por la región costera de larache y estos pilotos fueron enterredados en larache, me contó esta historia un anciano que vivió el suceso.
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