(del laberinto al treinta)


miércoles, 9 de julio de 2008

FESTIVAL DE LA GUITARRA 2008





Como denuncia el tabernero de LA CALLEJA que se ha entretenido en comprobarlo, el Festival de la Guitarra de Córdoba está pasando prácticamente desapercibido para los medios escritos españoles y una amiga me confirma que también para los visuales. Están absolutamente volcados con el Rock de Río ese y con el rodaje por las polvorientas plazas de pueblo españolas, después de las capeas, del correoso Bob Dylan, al que yo no veré porque le retiré el saludo cuando se arrastró como una lombriz ante el Papa. Y se pregunta el bueno del tabernero que de quién puede ser la responsabilidad (1) en una ciudad en la que la publicidad de sus actos culturales junto con el cuidado de su patrimonio debe ser la punta de lanza de su lucha por conseguir la Capitalidad esa de los cojones. Del cuidado de su patrimonio ya habla por sí solo el COMA ATÍLICO (de Atila) en el que se encuentran instaladas sus autoridades, fuerzas vivas y fuerzas demolientes, a la vista de la sistemática destrucción de su tesoro arqueológico en que se vienen empleando, todos sin excepción, desde hace años. Se va haciendo necesaria la confección de un minucioso catálogo de yacimientos arqueológicos destruidos en los últimos 25 años para que el curioso pueda hacerse una idea de qué clase de vandálica gente nos ha estado y nos está gobernando.

En cuanto a los actos culturales ya se ha demostrado que lo único que interesa a los gestores municipales de esta ciudad es la cultura del guiness record y la de los espectáculos casposos multimierdas. Las estrellas de los últimos tiempos para los gestores municipales, las que han publicitado ad nauseam han sido el enorme disparate de la Noche Blanca y el proyecto de espectáculo multimierda en la Mezquita (antigua mezquita). Felizmente abortado por los dueños, los curas, supuesta y únicamente por consejo de los conservadores, se trataba de una horterada monumental a juego con la monumentalidad esencial del monumento. Conozco algunas de esas perpetraciones (Pirámides de Gizah) y se me ponen los pelos de gallina, como dice mi amiga Lisístrata.

Y un festival acrisolado, con un enorme prestigio entre los aficionados a la guitarra de todo el mundo que en sus 28 años de vida ha traído a la chita callando a lo mejor de la música mundial a esta perdida ciudad del sur de Europa, EL FESTIVAL DE LA GUITARRA, pasa casi desapercibido para los medios ante la desidia de los gobernantes municipales. Casi mejor, me digo. Así no se convertirá nunca en un festival de masas, en ninguna NOCHE BLANCA DE NADA. Pero da pena, la verdad.

Cada año el festival se emplea en compaginar las grandes figuras con lo más interesante, pero minoritario, de la música guitarrística o emparentada con ella. Y todos los años lo consigue. Es una vergüenza añadida más que no exista un histórico en la página web oficial del Festival en el que se puedan visitar los programas de las 27 ediciones anteriores Yo por ejemplo, que asistí como en una nube a la mítica actuación en el Pabellón de Vistalegre de John Mayall, un ídolo de mi juventud al que nunca pude llegar siquiera a soñar ver en Córdoba, perdí en un traslado la entrada que guardaba como oro en paño y no recuerdo ni la fecha, ni si vino con motivo del Festival de la Guitarra o por el de Blues. Y en toda la red no existe una sola referencia.

Los conciertos se celebran en cuatro espacios: el recién reabierto teatro de la Ajerquía, en el Gran Teatro, en el patio de la Diputación y en el coqueto Teatro Cómico Principal. Sigo echando de menos el jardín del Alcázar y sobre todo el apartado de étnica en el Botánico (Otras músicas) que se cargó un concejal de cultura de la época del PP, creo que se llamaba Capasillas o algo así, con el irrebatible argumento de que lo que había que fomentar era la música autóctona (sevillanas y marchas procesionales) y no las de las tribus de otras latitudes.

Este año no asistiré a demasiadas actuaciones. Me perdí por imposibilidad física el del extraño y fascinante Scott Henderson pero asistí al del marroquí Majid Bekkas, un músico que juega con la tradición gnawa. Me gustaron especialmente los temas de la primera parte en las que se mostró como un virtuoso del laúd que integró perfectamente en las armonías jazzísticas que desgranaba una flauta, una percusión étnica y un bajo, traspasadas de un suave aroma orientalizante que las perfumaba sin rozar siquiera el empalago en el que suelen caer otros fusionadores. Con la guitarra eléctrica que usó en algunas de las piezas tampoco es manco. Remató la primera parte con algunas preciosas piezas de música malinesa en las que se acompañó con el pequeño instrumento de piezas metálicas de distinto largor que se toca con los dedos que no he conseguido saber cómo se llama. La segunda parte se empleó en la música gnawa, su especialidad, con su característico ritmo vivo circular, acompañándose del ghembri, guitarra de piel y gruesas cuerdas y con la ayuda de un bailarín vestido de vivos colores de los que bailan en la plaza de Djemaa el Fnaa para los guiris acompañándose de las karkabas, las típicas castañuelas metálicas.



Majid Bekkas afina el ghembri en el Gran Teatro. La foto me la ha cedido mi amigo Gerardo que se sentó en la fila de atrás. Como estaba prohibido hacer fotos, las responsabilidades penales que se deriven del hecho tendrán que exigírselas a él.



Tendré que conseguirme su último disco Mogador, donde supongo que encontraré los temas que más me gustaron. Una cosa que me sorprendió es cómo contando una voz tan hermosa y capaz de tantos registros de la gama oriental, no la explota más. Sólo cantó en tres o cuatro temas, aparte de en la melopea gnawa del final.

Las estrellas refulgentes que faltan son CHUCK BERRY, una verdadera joya arqueológica y ¡¡¡GARY MOORE!!! a quien dedicaré una entrada en unos días.



(1) Cuando ya tenía redactada esta entrada me encuentro una interesante discusión en la CALLEJA acerca de la responsabilidad de que el Festival esté siendo ninguneado por los medios nacionales. David defiende el incisivo punto de vista de que se debe fundamentalmente a que el Festival es una creación y se ha desarrollado casi siempre en gobiernos de IZQUIERDA UNIDA, una formación que no tiene ningún control sobre cualquiera de los grandes medios de masas, tanto nacionales como locales. Yo admito sus razones pero considero que no lo explica todo.

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