(del laberinto al treinta)


martes, 22 de julio de 2008

Una calle para un tonto/a

Me confieso fascinado sobremanera por las diferentes formas que puede llegar a adoptar la imbecilidad humana. Sobre todo la imbecilidad interactual, que según la definición de Carlo Cipolla en su revelador ensayo Las leyes fundamentales de la estupidez humana, es aquella en la que el mal que causa a los demás supera con creces el beneficio que recibe el estúpido por causarlo.

Desde hace tiempo vengo leyendo en la prensa el caso de la línea de autobuses interurbanos que unen los pueblos de la campiña cordobesa (Fernan Núñez, La Rambla, Montalbán, Aguilar) con Montilla y que son usados mayormente por los usuarios de esos pueblos del hospital montillano, principalmente enfermos y sus familiares, de escasos recursos económicos. El autobús pasa por la misma puerta del hospital, pero tiene prohibido hacer parada en ella supuestamente porque invade las competencias de la línea de autobuses urbanos montillanos, me imagino que de titularidad municipal. Así que una vez pasada la puerta del Hospital se dirige a la otra punta del pueblo donde se encuentra el apeadero, donde los usuarios, enfermos principalmente, deberán tomar otro autobús, éste ya urbano, para regresar por el mismo camino hasta el hospital, aumentando el tiempo invertido una media de 30 minutos. Ello viene ocurriendo desde hace varios años y no hay forma humana ni divina que haga posible el milagro de la racionalidad más elemental. La divina es más difícil dada la palmaria inexistencia del Ser Supremo ese, pero la humana depende fundamentalmente de unas simples decisiones firmadas y rubricadas por unos simples seres humanos, que hasta ahora se han distinguido de sus coetáneos por un grado de estupidez realmente notorio. La responsabilidad directa de que no exista esa parada es de la Junta de Andalucía, que lleva años negándose a crearla. Y como toda sociedad es intrínsecamente jerárquica me imagino que habrá un responsable máximo, un tipo o tipa de aspecto normal, con despacho de la Junta con sus potos y su vaso con lapicillos, con costumbres normales, perrito al que saca a cagar, chalé con piscina, gustos normales, el salmorejo y el asadillo de pimientos, y un rostro también normal, que no haga adivinar a simple vista la profunda estupidez que esconde en su interior. Seguro que existe.

Yo ya llevo proponiendo hace tiempo que al igual que se rotulan las calles con nombres de individuos que se suponen fueron benefactores de la humanidad, para que sirvan como modelo para la ciudadanía también deberían rotularse las de aquellos que causaron innecesarios perjuicios a sus coetáneos con la consiguiente adjetivación explicativa para que sirvan también de modelo negativo. Así en todos esos pueblos que llevan años jodidos por la ineptitud para el bien social del individuo o individua ese o esa responsable de que el autobús de línea no haga parada en la puerta del hospital montillano deberían dedicarle una de las calles que dan al campo rotulándola como CALLE DEL TONTO/A FULANITO/A DE TAL.

1 comentario:

Isaak dijo...

Manuel, ¿cuándo empezamos la recogida de firmas?

En cinco minutos me he hecho ya con 30 probables nombres, tan sólo triangulando los distintos organismos públicos. Estoy impaciente jeje