(del laberinto al treinta)


viernes, 17 de diciembre de 2010

Villancicos lolailos pa los pollos


Es de sobra conocido que los mecanismos que engrasan la sociedad de consumo de los humanos inspiró el funcionamiento de las granjas industriales de gallinas y pollos. El sistema de encerrarlos en jaulas de piso en pendiente que los aboca a tener el pico constantemente metido en el comedero bajo una constante brillantísima luz artificial que les impide descansar y bajo potentes altavoces que emiten permanentemente música que los estimula a producir huevos a las unas y masa corporal sacrificial a los otros, fue fruto de la atenta observación de la conversión del ocio de los humanos en fuerza productiva mediante el consumo en los grandes almacenes. La publicidad que se nos cuela en casa vía televisiva hace las veces del suelo inclinado que hace que tengamos los productos a consumir a tiro de boca, la hipertrofia lumínica de los templos del consumo nos atrae, nos extrae de nuestras casas y nos excita engañando las neuronas especializadas en distinguir día y noche y la espiral musiquilla que no cesa de sonar nos introduce el alcaloide de la falsa alegría que nos excita el instinto picoteador.

Pero es en Navidad cuando la sobreestimulación alcanza verdaderas cotas de delirio que sólo la adaptación al medio nos permite soportar sin sufrir secuelas psicológicas demasiado visibles. Las propias administraciones se suman entusiásticamente haciendo suyas las técnicas de las empresas privadas sacando a la calle los elementos que en ellas incitan al consumo. Fundamentalmente las delirantes luminarias y decoraciones hiperbarrocas, recargadísimas de brillos y falsos metales nobles que invaden cada vez por más tiempo los espacios públicos costeado con dinero igualmente público.

El Excelentísimo Ayuntamiento de Córdoba se ha caracterizado desde siempre por su entusiasmo de contaminador lumínico festivo, pero este año ha dado un paso más y se ha lanzado vanguardistamente a otra forma igualmente atroz de contaminación estética navideña: la sonora. Así, nuestra iluminada concejala del ramo del turismo ha cumplido la terrible amenaza que hizo hace unas semanas de colocar un hilo musical por toda la Judería a través del cual, según sus propias palabras, se escucharán canciones navideñas. Se supone que para inocular el espíritu de estas entrañables fiestas, es decir el espíritu consumista, a los turistas que se atrevan a visitarnos con la que está cayendo. Y vaya si se vienen escuchando. Una serie de altavoces estratégicamente colocados en el emblemático espacio corazón de la ciudad, vomitan desde hace una semana sin cesar las canciones navideñas de la amenaza. O sea inacabables series morcillescas de esa forma de escatología musical que son los villancicos enlatados, que han conseguido hacer abominables por cantaminación a las pequeñas joyas de la poesía y la música popular alas que parodian. Pero la crueldad de nuestro Ayuntamiento ha ido mucho más allá porque las ristras escatológicas que perpetran los altavoces municipales pertenecen al género de villancicos flamencos, esas repugnantes lolailadas que el poeta Felipe Benítez Reyes definió no hace mucho como esa modalidad específica del flamenco en que a los cantaores y cantaoras parece que los persiguen los apaches para cortarles la cabellera. El terrible mantra de los peces hidrófagos, las aventuras de la burra camella rin rin o de los zorrunos pastorcillos en las epicenas voces enlatadas son infinitamente más insufribles aún en las sincopadas de los falsos lolailos aguardentosos. Uno acaba, entre vómito y vómito imaginando al Niño Jesús dotado de salvajes caracolillos pescueceros embadurnados de gomina y rodeado de rocieros portadores de las terribles armas de destrucción masiva: caña rota, flauta y tamboril.

Yo no sé si este pestiñazo seudomusical estimula el consumo de productos típicos en los turistas pero en los ciudadanos lo que estimula es el consumo de ansiolíticos en unos casos y de alicates y cizallas cortadoras de cables en los más graves. Y habría que ver lo que estimularían en las gallinas y los pollos si se les pusiera en lugar de los conciertos de Mozart, de Haydin e incluso, en los casos más urgentes, de Wargner, con que normalmente son incitados a comer pienso. Yo creo que acabarían desesperados tratando inútilmente de ahorcarse entre los barrotes.

lunes, 13 de diciembre de 2010

SACRO EHÉRSITO CATÓLICO HPAÑÓ

El Glorioso Ejército Ejpañol no sólo han estado estos días cumpliendo misiones de pacificación de rebeliones laborales en los tajos, sino también en las iglesias recibiendo adoctrinamiento político. La Hojilla Parroquial, también conocida como Diario CÓRDOBA, fiel a su condición de decana de la Prensa del Movimiento Inmóvil, escamoteaba ayer un dato fundamental para comprender la exacta naturaleza del yuyu mágico que se celebró ayer en la Mezquita (antes mezquita) de Córdoba con motivo de la festividad de uno de los avatares de la deidad femenina exclusiva de los católicos que irresponsablemente el estado asume como propia en patronazgo, la que celebra la obesión por la virginidad de la mujer (1).


El airoso plumilla encargado de su cubrimiento pincelaba de exquisita la liturgia episcopal, se requirraba describiendo una compuesta sinfonía mística de campanas, voces eunucas seminarias y milagrosos cielos azules y desgranaba los fosilizados mantras reaccionarios episcopales, pero olvidaba ostensiblemente mencionar la asistencia institucional de las más altas jerarquías militares provinciales, perfectamente uniformadas con guerreras-panoplias de gala cargadísimas de quincallaza honorífica y portadores de apolillados pendones que rendir o mantener enhiestos ante el ídolo que venera sólo una parte de la ciudadanía española. Es decir que no estaban allí ejerciendo su correcto derecho a la consumición de productos estupefacientes espirituales a título personal de rodillas ante un individuo extrañamente ataviado con una capa de recamados de traje de torero, transmutador mágicamente de productos terrenales en otros celestiales, sino como funcionarios de un estado que se autotitula como aconfesional y que tiene la obligación de mantenerse ecuánime y equidistante de las convicciones ideológicas de los ciudadanos, al menos cuando éstas no se manifiestan explícitamente en el juego de las urnas.

Pero lo peor no es que las instituciones del estado y en concreto una de tan peligrosas maneras cuando se mosquea asistan a los yuyus de una confesión religiosa particular, puesto que se podría alegar –injustificadamente de todas formas- que su motivación es simplemente de carácter cortés. No. Lo peor es que esa asistencia supone para los funcionarios de este estado la ineludible obligación de recibir adoctrinamiento político por parte de los ideólogos de una de las facciones que hoy día debaten parlamentariamente para imponer su visión de los condicionamientos éticos y políticos de la vida pública. De recibir sin posibilidad de réplica (en las misas no se pide la palabra) instrucciones morales y políticas que apoyan descaradamente a sólo una parte de las fuerzas del juego democrático. Esos valerosos guerreros supuestamente al servicio de todos los ciudadanos reciben sin pestañear las instrucciones de los ayatolas no electos, aunque asumidos rebañescamente (pastores y ovejas son sus propios símiles) como sus representantes, de un sector exclusivo de la población sobre lo que tienen que pensar sobre la homosexualidad, el derecho a la interrupción del embarazo, el derecho a una muerte digna e incluso la composición y carácter del estado del que son meros funcionarios (2). Adoctrinamiento por parte de una institución antidemocrática en su esencia y misógina, intolerante y profundamente discriminatoria en su práctica. En el caso cordobés además directamente de manos de todo un inquisidor titulado, Monse Deme Báculo Enhiesto, que ha demostrado su inquina personal contra la religión de otros ciudadanos y contra el pensamiento ético de otros y su capacidad de perseguir con saña las disidencias entre los suyos.

¿Alguien podría siquiera imaginar que esos mismos militares, representando disciplinadamente a la institución a la que pertenecen, acudieran a un acto de los representantes del pensamiento político contrario al que representan las jerarquías de la Iglesia Católica? Pues deberían hacerlo, sólo para compensar. Un acto cívico en el que se reivindicara el derecho de los ciudadanos a disponer del propio cuerpo como lo crean conveniente, a la planificación familiar sin mediación de instrucciones de un estado extranjero, al de decidir el momento y la forma de su propia muerte, a proponer libremente la forma de estado, la unidad o separación de las distintas partes de la patria, o el de educar a sus hijos en el ateísmo sin que los ayatolas católicos les puedan llamen impunemente irresponsables. Todas ellas apuestas claramente políticas que están en juego en la cancha democrática y que se debaten en el Parlamento en supuesta igualdad de condiciones. Eso si de verdad tienen asumido que son los defensores de todos los españoles en caso de que nos amenace un peligro externo. De todos. Porque yo no tengo por muy tranquilizador que a unos funcionarios que han de defendernos de determinados peligros se les adoctrine desde un punto de vista parcial que defiende los intereses de sólo una parte de la población, acerca de cuáles pueden ser esos peligros.

Seguramente exagero, pero por mucho que me lo disfracen yo sólo sigo viendo en este país y mientras él mismo no reclame imparcialidad absoluta, al mismo ejército que desde hace dos siglos sólo ha ganado guerras contra los propios ciudadanos más o menos desarmados, precisamente azuzado y adoctrinado por los administradores de esa fe a la que muestran continuamente sumisión. Y que aún no ha demostrado, al menos simbólicamente, lo contrario.

Pero sobre todo eso demuestra la gran mentira en la que esta asentado el estado español postfascista desde la supuesta democratización de sus estructuras.



  • (1) Yo ya es que no me entero. ¿La patrona oficial de la patria no era el otro avatar de la madre de uno de los dioses de los católicos representada pinchada en una columnilla que se venera en el horripilante sarcófago de Zaragoza?


  • (2) Ninguna otra religión, salvo la católica y la chiíta y ningún otro país salvo Viva Eh-paña e Irán participan de tal desatino. Ningún otro ejército del mundo es continua y explícitamente adoctrinado religiosamente por sacerdotes, gurús o chamanes como ellos. Los brahamanes hindúes se limitan a yuyear a los fieles uno a uno mediante untos en la frente y salmodias en sánscrito, pero jamás osarían adoctrinar a las tropas. Los musulmanes, salvo los mentados chiítas tres de lo mismo. Las tropas no entran jamás en una mezquita para recibir doctrina en una khutba. Ni siquiera fuera. Los imames tendrán un peso brutal en las sociedades islámicas pero no tienen derecho a adoctrinar masiva e institucionalmente a los soldados. De los budistas no digamos. Ni siquiera los rabinos israelíes adoctrinan explícitamente en las liturgias estrictamente religiosas. Sólo los ayatolas iraníes y los españoles son capellanes castrenses con mando en plaza real o delegada y derecho exclusivo a adoctrinar a los guerreros de la patria sin posibilidad de replica en las ceremonias religiosas. Amén.