(del laberinto al treinta)


miércoles, 23 de septiembre de 2015

De Roma vendrá quien bueno te hará, Fidel

Por uno de los muchos curas -en este caso amateur- que apostolan en la Hojilla Parroquial de Córdoba me entero hoy de que el Papa le ha regalado a Fidel un libro. Se trata del último publicado por un jesuita que no solo fue tutor de Fidel Castro, sino que mantuvo siempre el anhelo espiritual de "absolver" a su exalumno, siempre y cuando éste hubiera pedido disculpas públicas porque sus pecados no son solo personales. Dado que Fidel debe conocer esa circunstancia el esforzado meapilas cordobés lo interpreta como una inteligente maniobra del argentino para decirle que aún tiene tiempo de hacerlo, de reconvertirse y ser perdonado.

 Yo no sé si el actual portador de la tiara vicetriple tiene ese grado de agudeza, lo que sí sé que tiene es un incalculable grado de desvergüenza. Que eso sea lo que pretenda el cabeza actual de la que fue probablemente –hasta la invención de los métodos modernos de genocidio masivo, cámaras de gas o bombas atómicas- la institución con más muertes violentas a sus espaldas en la historia de la humanidad, es un ejercicio de cinismo inaudito que sólo se permite porque lo dice en un mundo completamente anestesiado por la superstición que él mismo vende. O quien como responsable actual de la Iglesia aún no haya pedido disculpas públicas por haber sido cómplice necesaria y bendecidora de otro de los genocidios impunes del siglo XX: el franquista. O que no haya dado aún explicaciones sobre sus responsabidades en el genocidio de Ruanda. O en lo personal, que eso lo diga quien, siendo la autoridad eclesiástica de más rango en su país sólo podía ver los miles de crímenes de la dictadura argentina -a cuyos generales asistidos por capellanes daba la comunión-, con el ojo del culo porque la cabeza la tenía enterrada en la arena de la cobardía -¿o tal vez de la complicidad?- es para que Fidel le hubiera dicho que con el libro se hiciera un supositorio.