(del laberinto al treinta)


miércoles, 14 de marzo de 2012

Kiko Ardegüello patea a los cofrades y rocieros cordobeses

(Ilustración de Mr. Parkingson)


Reunido el Consejo de Redacción de La Colleja ha decidido por unanimidad mostrar públicamente su apoyo al bando del mundo cofrade y rosiero cordobés en el conflicto, que nosotros hemos llamado PRIMERA GUERRA KOFRADE, provocado por la increíble agresión que han sufrido nuestras esensias más ransias por parte de la dictadura episcopal y su brazo armado de kikos tostaos. Ya el camarada Lamalgama ha emitido valientemente su opinión y ha expresado su esperanza de que la guerra sea dura y sangrienta. Pero yo, acorazado por más conchas que un galápago, no tengo tan clara esa esperanza a raíz de lo visto y oído estos días. Una cosa son los gritos anónimos en los foros y otra apechugar a pecho descubierto con una excomunión. Y no se puede ayudar a quien no se ayuda a sí mismo, a quien no está dispuesto a pelear por sus derechos consuetudinarios.

Desde el amor os lo digo, cofrades y rocieros míos: me habéis defraudado profundamente. Desde el amor fruto del roce después de tantos años endiñándoos zurriagazos verbales os tengo que decir que estáis demostrando estos días ser un hatajo de cobardicas, unos insoportables nenazas, unos gélidos fantoches sin sangre ardiente en las venas. Vamos hombre, unos chicarrones que son capaces por sentida fe de recorrer a lomos de indomables corceles con la rociera a la grupa sienes y sienes de leguas venga polvos venga polvos, atravesar peligrosos vados de inquietantes aguas erizadas de afilados bordes de latas mohosas y resistir el consumo inmoderado de hectolitros de vinazos de garrafón, fornidos mocetones que se levantan a pulso arsieloconella toneladas de churriguerescas molduras durante horas y horas de ensayos y procesiones se dejan luego mansa, pastueñamente mangonear y chulear por unos tíos con faldas y por una chiquillada encantada por un patético hamelín con perilla, compositor de infumables coplillas de club parroquial y perpetrador de horripilantes vidrieras catedralicias.

¡Vamos! a los cofrades y rocieros sevillanos podrían hacerles lo que os han hecho a vosotros. O sea echaros ¡¡¡al simpecado de la Virgen del Rocío, al Cristo de la Universidad!!! a patadas de la sede que compartíais como buenos hermanos. Ardía Troya y la Giralda si hacía falta. Para esas cosas Sevilla es mucha Sevilla. Pero vosotros, blandichurris cordobeses, tanto rollo que ha habido con el Cristo de Mel Gibson y su colección de llagas anatomopatológicas, tantos quintales de humeante retórica derrochados en pregones y artículos cofrades, tanto patrico engrasando caracolillos pescueceros, tanto Viva la Blanca Paloma y luego no sois capaces de defenderos de la pezuña de Kiko Ardegüello y su muchachada de jersey de pico y papadita blanda que os han lanzao a la puta calle con tos los bártulos. Y lo único que se os ocurre en lugar de montar barricadas, prender fuego al mundo (¡¡¡esos aguerridos universitarios cofrades, esos rocieros montados en briosos corceles!!!) y defender los sagrados espacios donde conserváis vuestras cosas de adorar, es poneros a lloriquear por las esquinas y preparar sorbiendo lágrimas la procesión del traslado para que la huida con el rabo entre las patas resulte lo suficientemente solemne. Ya tuvimos una primera impresión de lo que se podía esperar de vosotros cuando ante la noticia de la primera patá, la propinada a la Virgen del Rocío, el Hermano Mayor Hunibersitario, en lugar de defenderla como un caballero cofrade español y pensando en el refranillo ese de las barbas del vecino, en este caso vecina, cuando las barbas de la Virgen veas pelar, pon las del Cristo a remojar, sólo acertó a balbucear un patético ¡nosotros llegamos primen! No me extraña que Monse Deme, al que hicieron el culo gaseosa los jóvenes kikos cantándole con sus guitarras las ardegüelladas de moda formándole fila callejera en su toma de posesión, os chulee y os saque la pasta que con tanto esfuerzo, vendiendo millones de papelillas y tirando océanos de cerveza en las cruces y la feria ganáis pa vuestras cosillas de procesionar.

Los intentos de la jerarquía católica por domesticar a las hasta ahora indómitas, montaraces, cimarronas cofradías populares viene de largo, desde su misma fundación. Los obispos nunca soportaron vuestro sentido de la independencia, la transgresión del pueblo que toma los símbolos que administra esa jerarquía y por unos días los hace suyos y los pasea por sus calles. Por eso no sólo quiere vuestro dinero, sino vuestra obediencia ciega, quiere vampirizar vuestras almas, vuestra independencia, la sagrada independencia soberana del cofradierismo cordobés. Y lo están consiguiendo, hatajo de caguetas. Y acabaréis con careto de aflautados catequistas epicenos.

Os merecéis to lo que os pase a partir de ahora. Os va a domesticar el obispo como a caniches con tutú para que bailéis sólo la música que él toque. Pero todavía estáis a tiempo. Os brindo un himno con música de la Internacional, la música de la rebelión como principio para pasar a la ACCIÓN DIRECTA:


Arriba cofrades, a la guerra


en pie incensaria legión


colguemos en un simpecado


a nuestro obispo felón.


En caso contrario, que os zurzan.

En cuanto a los kikos, ya el camarada Lamalgama apuntaba el peligro que suponía esa vidriosa metástasis silenciosa que poco a poco se va a adueñando del mundo... Aquí en Córdoba se incrustaron en el castillo de Maimón propiedad de los maristas que se han visto negros para echarlos porque se habían agarrado al edificio como las chinches a las costuras de un colchón de lana, han puesto en venta el conventillo de la Calle Armas y han convencido a Monse Deme para que les deje expulsar de la iglesia de San Pedro de Alcántara a los cofrades, a los rocieros y hasta a la Misa Jurásica esa rara que allí celebraban los amantes de Trento, y que tan felizmente coyundaban bajo su techo. Como diría el gran Chiquito: peligrorl, peligrorl. Mucho peligrorl.