(del laberinto al treinta)


miércoles, 13 de septiembre de 2006

Persona non grata

¿Alguien sabe cómo se hace para que lo declaren a uno persona non grata en una ciudad? ¿Basta sólo con insultarla con razón o sin ella? A ver, yo quiero que me declaren persona non grata en tres lugares concretos: Tordesillas, Marbella y Torrevieja. Ya sé que no soy suficientemente importante, pero bueno, también tengo derechos como los que sí lo son. A Juan Goytisolo lo consideraron persona non grata en El Ejido por decir que la mayoría de los habitantes de ese pueblo eran unos jodidos racistas, después de que se organizara en él un pogromo semioficial contra los inmigrantes magrebíes. A Sánchez Dragó varios pueblos andaluces por declarar que en esta comunidad ganaban los socialistas porque éramos unos analfabetos. Yo exijo el mismo derecho que ellos. Y así declaro:

Que la inmensa mayoría de los habitantes de Marbella son unos impresentables. Que durante muchos años han elegido como autoridades municipales a bandas de piratas declarados para que les limpien el pueblo de mendigos, hipis y moros. Que cuando los piratas han acabado, como es su obligación de piratas declarados, por limpiarles, además de las calles, las arcas municipales, se han declarado víctimas inocentes de los mismos. Y yo desde aquí les digo: una mierda pa vosotros, habitantes de Marbella. Cómplices y apaleados. Alguien que es capaz de elegir como alcalde a Jesús Gil o a los epígonos bandoleros que le siguieron solo se merece que se le pudra el clima y tenga que irse a vivir a un suburbio del infierno.

Que la mayoría de los habitantes de Tordesillas son unos bestialopitecos atrancados en plena evolución. Y que el gobierno de la Comunidad debería declararla RESERVA DE LOS BESTIALOPITECOS VIVIENTES hasta que no quiten la piedra que bloquea su rueda evolutiva y renuncien a la salvaje tradición de consentir que los mozos del pueblo descuarticen un toro vivo para divertirse en sus repugnantes fiestas locales.

Que los habitantes de Torrevieja son responsables directos de contar con una policía local reclutada entre las tribus de neonazis de los alrededores. Para ello han elegido a los reclutadores y por eso, porque no la tienen, no se les puede caer la cara de vergüenza por salir a la calle para defenderlos cuando la justicia ha tenido que tomar cartas en el asunto de las torturas infligidas a todo el que cae en sus manos en los siniestros calabozos de su ayuntamiento. Sólo se merecen que un día los confundan con un moro y los pongan a caldo en unos de ellos.

Lo peor de todo es que todos estos tipos y tipas son ciudadanos aparentemente normales, de los que te cruzas en el super, con sus peinados de peluquería, sus chuchos cagando en las aceras o sus barbacoas en el jardín. Pero bajo su inocente carcasa se esconde un pozo de miseria capaz de empozoñar definitivamente el mundo. Con el arma de sus votos. Y soy consciente de que en lugar de declararme persona non grata podrían mandarme un par de gorilas, de esos que tanto les gustan, para que me rompieran las piernas. Por bocazas. De gente así no se puede esperar nada bueno.

El tío más gracioso del mundo


ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja

lunes, 11 de septiembre de 2006

El cine de Wong Kar Wai

Cierta vez leí que Wong Kar Wai era el mejor director de cine contemporáneo. Yo no me atrevo a asegurar tanto, pero sí que sus películas me dejan anonadado, como hoy, cada vez que las visito. Metido durante 100 minutos en una de esas atmósferas delicadamente lisérgicas que consigue fraguar, me siento siempre violentamente expulsado de un mundo encantado cuando terminan.

De todas prefiero sin duda Deseando Amar (Fa yeung nin wa (2000), pero considero los más intensos minutos de toda su obra los diez primeros de Días salvajes (A Fei jing juen (1991), en los que el director chino teje delicadamente la más exacta metáfora sobre la textura del tiempo que me ha sido dado conocer en mi larga vida de catador de metáforas.

Estrictas pinceladas de luz glauca para la minuciosa reconstrucción de una cotidianeidad extinta. Encapsulamiento ambarino de un instante detenido. Representación de la seducción en estado puro de unos seres atrapados por su carácter en la densidad traslúcida de una pecera. Puro arte. Puro goce.

A falta de conocimientos suficientes, que no de ganas, para cortar, comprimir y editar el trozo de video en el Youtube ese, reproduzco el diálogo y algunas fotos. Con la recomendación de que la disfrutes lo antes posible.



Judy, un joven guapo y desenvuelto decide seducir a Son, tímida y vulnerable dependienta de una triste bodeguilla ubicada en un sótano de Hong Kong. Una vez seducida y arrastrada a una tórrida pasión, Son descubrirá que sólo es un pasatiempo en la terrible y oscura espiral del alma de Judy, que sólo vive para la búsqueda de la madre que lo abandonó al nacer.


PRIMER DÍA

JUDY entra en la bodeguilla de Son, se dirige a la nevera, saca una cocacola y se acerca al mostrador donde está Son.
JUDY: ¿Cuánto es?
SON: 15 céntimos. 5 más si te llevas la botella.
JUDY: ¿Cómo te llamas?
SON: Por qué iba a decírtelo?
JUDY: Sé cómo te llamas. Sí, te llamas Son Lai Chung
SON: ¿Quién te lo ha dicho?
JUDY:Me verás en tus sueños.


SEGUNDO DÍA
JUDY
repite los mismos pasos que el día anterior.
SON: Anoche no te vi en mis sueños
JUDY: Porque no has dormido. Es inútil. Me verás seguro.



TERCER DÍA
JUDY: Hoy estás diferente.
SON: Por qué. No es verdad.
JUDY: Te estás poniendo roja.
SON: ¿Qué es lo que quieres?
JUDY: Quiero que seamos amigos.
SON: Y por qué iba a querer yo?
JUDY: Mira mi reloj.
SON: ¿Por qué tengo que hacerlo?
JUDY: Sólo un minuto.
AMBOS miran fijamente el reloj de pulsera de JUDY.
SON: Se acabó el minuto.
JUDY: Hoy es...
SON: Dieciséis.
JUDY: Dieciséis de abril... Dieciséis de abril de 1960 a las tres de la tarde y estás conmigo. Recordaré este minuto. Vamos a ser amigos de un minuto. Y no puedes negarlo. Ya ha pasado. Ahora ya es tarde. Volveré mañana.

SON: (en off mientras Judy se va) ¿Se acordaría de ese minuto por mí? No lo sé. Pero tengo a ese chico grabado en la memoria. A partir de entonces vino todos los días. Nos hicimos amigos. Empezando por ese minuto. Luego dos minutos. Y más adelante quedamos una hora al día.


domingo, 10 de septiembre de 2006

Felicidades, Salma

Hace unos días me olvidé imperdonablemente del cumpleaños de mi mito erótico favorito. Para que mis cercanos protesten de que me olvido del suyo... Y en este caso lo imperdonable estuvo sobre todo en que el número a cumplir fue de esos que hacen crisis. Concretamente la crisis de los 40. En ella se instaló recientemente

SALMA HAYEK

y yo no estuve fatídicamente ese día allí. Seguro que la pobre Salma habría llevado mucho mejor el mal trago si hubiera sabido ese mismo día que yo la prefiero así, instalada provisionalmente en la madurez, una madurez espléndida y frutal.

A Salma yo la conocí casualmente en una película que vi casi obligatoriamente por su temática: El Callejón de los Milagros (1995) de Jorge Pons. La adaptación de la gran novela del escritor egipcio recientemente fallecido Naguib Mahfuz, trasladada a los barrios bajos mexicanos, me pareció muy torpe, pero en ella, desde el primer momento, quedé atrapado por la sensualidad animal de Salma Hayek secándose el pelo sentada descuidadamente en el quicio de una ventana.

Me enteré que se había hecho famosa en México por haber protagonizado dos lacrimosas telenovelas y que andaba ennoviada con uno de mis cantantes-fobia más contumaces: Luis Miguel. Ambas cosas me hicieron dudar mucho sobre sus merecimientos para convertirse en uno de mis mitos eróticos. Pero al final la perdoné. Su amor y mi mitomanía deben ser ciegas.

De todas formas pensé que nunca más volvería a verla. Una falta de confianza que nunca me perdonará.

Pero un año después me dio un vuelco el corazón cuando de pronto la reconocí en la bailarina de la serpiente albina de Abierto hasta el amanecer. Su aparición sirve además de bisagra perfecta entre las dos partes de la película. La conseguida road movie tarantiniana y la basura gore-freaky en que termina.

No puede decirse que haya sido bendecida por la diosa del séptimo arte para hacer buenas películas. Pura basura hollywoodiana todo lo que ha hecho hasta ahora. Tal vez sea un castigo por haber pecado con las telenovelas y por haber sentido atracción una vez por un tipo tan relamido, emisor de insufribles balidos en sus más que insufribles baladas.

Pero mi obligación de mitómano irracional es tragarme todo lo que hace. Por amor. ¿A que tiene mérito?

Felisidades, mi amooool