(del laberinto al treinta)


viernes, 1 de diciembre de 2006

El sintapismo tiene cura

Las ciudades españolas aparte de dividirse en del norte y del sur, costeras o de interior, frescas o calurosas se dividen también en contapistas y sintapistas. Las ciudades de la mitad normal (contapista) de España, independientemente de su situación geográfica, permanecen perfectamente sanas y sus habitantes cuentan con un plus extra de felicidad con el que no cuentan sus hermanas afectadas de sintapismo.

El sintapismo, también conocido como apalosequismo, está perfectamente diagnosticado como una desagradable patología social, un grave desarreglo moral, que afecta a las ciudades cuyos hosteleros, fruto de una mórbida e irresistible codicia de origen vírico que corroe sus entrañas, se ven impelidos a escamotear sistemáticamente la tapita a la que sus clientes tienen derecho cuando solicitan les sea servida una caña o un vino en sus mostradores. El efecto directo y primario se traduce en una quiebra dolorosa de la civilidad que produce frustración, pérdida de confianza y estrés por expectativas insatisfechas. Lo más notable de ese padecimiento es que se da endémicamente en ciudades completas, no habiéndose descrito ningún caso de coexistencia de sintapismo y estado normal en ninguna de ellas. Ello parece deberse a que el virus de la codicia se contagia por los conductos parasimpáticos que unen las cajas registradoras de las tabernas, bares y cafeterías de cada lugar y a la empatía que el tintineo del peculio produce en sus propietarios.

A veces se han descrito principios de infección en ciudades sanas, caso de Granada, cuyos hosteleros sufrieron hace unos años un virulento ataque del virus que les llevó durante un tiempo a eliminar unánimemente las tapas en casi toda la ciudad, afortunadamente atajado por la rápida reacción de la alarmada clientela que los vacunó con unas efectivas dosis de choque de buen boicot homologado.

Pero en las ciudades donde el sintapismo campa tradicionalmente por sus respetos la curación se muestra bastante más resistente. Y las reacciones están perfectamente estudiadas. Cuando algunos clientes más concienciados del problema o que han viajado a la zona normal tratan de hacer entrar en razón sanitaria a cualquier tabernero consumido por el mal reciben siempre la encogida de hombros característica del síndrome, en casos de sintomatología estándar o un grosero exabrupto en los casos más agudos.

Es necesaria la concienciación de toda la sociedad de este gravísimo problema toda vez que de él depende la salvación de la imprescindible corriente de simpatía tabernero-cliente para el buen funcionamiento del segmento de ocio de la vida de las gentes de bien y por la salvación de los propios taberneros infectados que se cuecen como albóndigas descarnadas en la negra marmita de la codicia.

Por su propio bien y por la dosis extra de felicidad que instala en los corazones de las gentes tan sabia costumbre, haz saber a tu tabernero que tiene que ponerte tapa. Unas aceitunas, unas patatitas, una lonchita de serrano, una ruedecita de chorizo... Algo que propicie el enternecedor intercambio de miradas de cariño que esa relación se merece.



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martes, 28 de noviembre de 2006

Tauromaquia, erecciones y la lidia del Leviatán

Llego a la Filmoteca, pregunto en recepción y me direccionan de vuelta al patio donde una puerta da a una sala que debió ser una antigua capilla y en la que yo nunca había estado antes. Otra conferenciante esta terminando de explicar con diapositivas las relaciones entre eros y los toros a través de la arqueología. Me arrepiento de no haber venido antes. 15 minutos después Gil Calvo comienza su charla: La lidia del Leviatán.

Mi sociólogo de cabecera comenzó considerando la tauromaquia como un símbolo de la presencia de la virilidad, una representación de la lucha del hombre por conseguir, mantener y hacer triunfar la erección de su miembro. El miembro sería el toro, que se presenta así como autónomo del propio cuerpo, fuera de él, incontrolable por su propio dueño. Representa así la fuerza ciega de la naturaleza contra la que hay que luchar hasta que se doblegue a la voluntad del macho y le proporcione el triunfo. La embestida del toro sería la erección, condición sine qua non hay triunfo, no hay orgasmo. Así, la faena del torero no sería sino el conjunto de maniobras necesarias para conseguirlo. El carácter circular y rítmico de la faena: capotazos, carreras, cambios de ritmo, le llevan a considerarla una representación del coito o la masturbación, o de la vagina o la mano que propician la consecución de la finalidad de la sexualidad masculina: la eyaculación, el derramamiento del toro en la arena tras la estocada. Como con cada erección, la consecución de la embestida no está garantizada. Si el toro sale manso, no hay buena embestida, no hay triunfo. Si no hay una buena erección, hay frustración, hay gatillazo.

Seguidamente pasó a desarrollar su teoría fundamental sobre el carácter propio de la simbolización de la lucha política (y de la lucha política misma), la lucha por el poder, en el ámbito ibérico (más que latino), en relación con los países de nuestro entorno.

Su fuente de inspiración la situó en el libro de Norbert Elias, Deporte y ocio en el proceso de la civilización. En él, el sociólogo polaco coloca el origen del deporte moderno en la necesidad de simbolización y ritualización de la nueva concepción de la lucha política en la Inglaterra de fines del siglo XVIII. Justo en ese siglo y en relación con la disolución del Antiguo Régimen surge el parlamentarismo moderno, que se caracteriza por la lucha por el poder entre caballeros que tienen que atenerse a unas reglas para garantizar el juego limpio (fair play). Su ritualización es el deporte, que se convierte así en el aliviadero, por su función especular propiamente lúdica, de las tensiones inherentes a las batallas políticas. Los deportistas, al igual que los políticos parlamentarios, luchan por la victoria final, por el poder, de una manera limpia, guardando siempre las maneras y cumpliendo estrictamente las normas del reglamento.

En el ámbito ibérico, según Gil Calvo, las mismas circunstancias históricas dan lugar a una versión de la ritualización de la lucha por el poder radicalmente diferentes. La idiosincrasia ibérica (española y portuguesa) en materia de lucha política, como defiende en su reciente libro La ideología española (aún lo tengo pendiente de leer), se caracteriza por el incivismo y la espectacularidad, la dramatización extrema, el sectarismo y las tendencias destructivas. Una idiosincrasia de raíces quevedescas cuyas hojas siguen verdes hoy día.

Y el espectáculo taurino es su representación más fiel. Fiesta nacional lo llaman, consecuentemente. Según Gil Calvo el toro es el poder absoluto, la fuerza arrasadora, la tiranía monstruosa a la que el héroe se enfrenta desde la debilidad extrema. Un héroe alfeñique en su fortaleza, pero armado de una fina astucia y una acerada capacidad conspiratoria que le lleva siempre a la victoria en esa desigual lucha por el poder. Los ejemplos que puso fueron muy elocuentes, porque abarcan a todo el espectro político del tablero hispano. Guerrilleros de 1808, liberales de 1823, la Iglesia, los anticlericales, comunistas, falangistas... Derechas e izquierdas, revolucionarios y contras, ultras y centristas, nacionalistas y centralistas... Todos se consideran héroes, toreros, débiles Davides vestidos de luces que se enfrentan a enormes Goliathes negros armados de cornamentas mortales y a los que es preciso destruir. La tauromaquia sería así una simbolización de la lucha por la libertad, en contraposición a la galaxia deportiva anglosajona que lo sería de la búsqueda de la civilidad.

Estando como estoy de acuerdo con él en la mayor parte de sus exposiciones, no acabo de sentirme identificado con la medulita del significado simbólico de la lucha taurómaca. Para mí la lucha del torero con el toro no simboliza tanto la lucha del héroe alfeñique contra el monstruo absolutista por la libertad con la sola ayuda de la muleta de su inteligencia como la del pinturero monarca o detentador fino del poder contra el monstruo amorfo, negro, enorme, pero irracional y medio ciego, que es el pueblo, la masa informe y terrible que debe ser conducida mediante el engaño al terreno propicio de las tablas para ser debidamente castigada, dominada, y puesta en suerte para el sacrificio supremo: la estocada que hará triunfar el poder del torero-monarca, el matador-político que se hace con la gloria de la arena y la bolsa de la taquilla.

Pero también puede ser que mi disidencia con el maestro Gil Calvo responda a prejuicios profundos que afectan a mi visión de las cosas. A que me cuesta admitir algún valor positivo en una manifestación intolerable como es la fiesta de los toros, cosa que afirmo desde mi anticasticismo militante, que me coloca consecuentemente en los mismos parámetros de idiosincrasia ibérica que él está denunciando.

domingo, 26 de noviembre de 2006

El PUENTE ROMANO (II)

Esta mañana por fin he visto el video explicativo de las obras del Puente Romano y su entorno en el palomar-mirador de madera que hay detrás de la Calahorra, gemelo del de la Ribera. Y me ha impresionado. Tal vez yo sea un blandito y un mal cordobés, porque contrariamente (al parecer) a la mayoría de mis paisanos, a mi me gusta mucho lo que están haciendo. Una reconstrucción por ordenador detallada de cómo se quedará el puente y toda la zona colindante (Ribera, Puerta del Puente y Calahorra) promete un acabado precioso. Bueno, en realidad la polémica parece circunscribirse sólo al tipo de pavimentación que colocarán en el puente. El asunto del granito rosa. Lo demás, la eliminación, junto con el acerado, de los horrorosos pretiles actuales y su sustitución por unos nuevos, el rebaje del pavimento para alcanzar la misma cota (original) que la Puerta del Puente, la puesta en valor de los bajos de la Calahorra y su entorno, etc. Una obra faraónica a cargo de la Junta de Andalucía que supone una ingente inversión que no creo que ninguna otra ciudad esté recibiendo.

Pues nada, el granito rosa del pavimento es lo único que la gente parece ver. Tras la visita nos acercamos a la puerta de la Calahorra desde la que, a través de las rejas que cierran las obras, se ven apiladas en el puente las losas de granito rosa, listas para ser colocadas. Estamos C. y yo solos y comentamos el asunto. De pronto notamos que algunas personas se han acercado y que parecen atender a nuestra conversación. Una señora me pregunta:

- Perdone, ¿esas son las losas que van a colocar?
- Si -le contesto-, esas son.
- ¡Que horror! Al final se acabarán cargando el Puente Romano.

Y se ensarzan en una conversación en la que todos se cargan de razón y consideran que su puente romano va a ser destrozado por los vándalos de la Junta. Me siento con fuerzas para polemizar.

- Pues a mí me gustan.
- ¿Que le gustan? Pero si parecen de encimera de cocina.
- Bueno, supongo que con el uso no parecerán tan nuevos. Además habrá que verlas combinando con los pretiles nuevos.
- ¿Pretiles nuevos? ¿Que van a quitar también los pretiles?
- Si, señora, y los sustituirán por otros más simples y uniformes.
- ¡Pero bueno!, si los pretiles llevan siglos ahí...
- Perdone señora, pero son de este siglo, como el acerado y los adoquines. Todo ello se colocó cuando los coches empezaron a pasar por él.
- Bueno, pues yo creo que limpiando la piedra de los pretiles se quedarían bien.
- Es una cuestión de opiniones. Yo los prefiero nuevos. Y el arquitecto parece que también. Lo mismo que el suelo de granito rosa
- Bueno es si que es un crimen, de dónde lo han sacado.
- ¿Usted no ha visto nunca el granito rosa?
- Claro, en las encimeras de las cocinas.
- Ya. Mire a sus pies. ¿Ve los adoquines que está pisando? Son granito rosa.

La señora y sus acompañantes miran el suelo y se quedan un poco perplejos. Pero desde luego no van a convencerse. Un señor me espeta con cara de listillo.

- Bueno pero lo que van a poner no son adoquines, sino losas.
- Ya, y ¿quién dice que tengan que ser adoquines? Los adoquines son modernos también. Además losas de granito rosa las tienen en todas las calles antiguas de Córdoba. Esas losas de granito rosa de las aceras de las calles empedradas. El granito rosa es la piedra de Córdoba junto con la caliza amarilla. Así que no sé por qué el suelo del puente no va a ir de lo mismo.

Otra señora me espeta:

- Pero las calzadas romanas no eran así. Y por aquí lo que pasaba era una calzada romana.
- ¿Sabe donde hay una calzada romana en Córdoba?
- En lo del AVE ¿no?
- No, junto a la tumba romana de la Puerta Gallegos. Y las losas son de granito rosa. Y desde luego el puente de romano ya no tiene nada.
- Pues a mí me parece que se van a cargar el puente.
- Pues está usted en su derecho. Pero a mí me gusta y lo que me parece es que se va a quedar de dulce. Buenos días.
- Adios, buenos días.

Esto es una trascripción casi exacta de una conversación real. No se trata de un montaje didáctico. Aunque lo parezca.

Cuando nos íbamos le comento a C. que esa misma mañana había leído una cita del filósofo Locke en la que afirma que no nos debe asustar la gran cantidad de personas que sustentan opiniones equivocadas, porque en su mayoría no las sustentan, sino que las repiten.

Lo que está claro es que para que la gente repita y repita una cosa tiene que haber un emisor primigenio. Y en este caso las ondas han partido de altavoces políticos interesados. Yo no sé muy bien cual ha sido el origen exacto pero parece que todo proviene del berrinche del Ayuntamiento porque la Junta la está obligando a cumplir la ley en los casos de las naves ilegales de Sandokán y de las urbanizaciones ilegales en el entorno protegido de Medina Azahara. Hasta ahora habían estado calladitos. Cuando les han pisado el callo es cuando han chillado. Me parece de un morro infinito que Rosa Aguilar venga ahora con el cuento de que ellos no han tenido nada que ver en el asunto y que a ella no le gusta el granito rosa. Lo sabía desde que sólo era un proyecto. Al final es la Junta la que está haciendo más por que esta ciudad sea la Capital Cultural esa de 2016 que el propio Ayuntamiento, al que se le debería caer la cara de vergüenza viendo el deterioro insoportables de algunas zonas del casco antiguo.

Y lo dice un votante de Izquierda Unida al que los socialistas siempre le han dado un poco de repelús.



DOCUMENTOS PARA EL DEBATE:

- INFORMES DE LA DELEGACIÓN PROVINCIAL DE CULTURA (ABC)