(del laberinto al treinta)


sábado, 5 de agosto de 2006

Carlos Mendo y sus futuras pústulas


Me había hecho el firme propósito de no volver a hablar de los crímenes de guerra israelíes. El dolor por la súbita multiplicación de la injusticia permanente instalada en Palestina y su aceptación más o menos natural por el mundo civilizado ha acabado por agotarme en este también terrible verano cordobés. Ya la desesperanza más total ha hecho mella en mi ánimo y sólo deseo, un deseo íntimo, cada vez menos secreto, un deseo cretino pero inevitable, que los responsables y sus cómplices sufran minuciosos castigos de prolija crueldad (pústulas, escrófulas...), enviados a ser posible por sus propios repugnantes dioses. Los malnacidos están consiguiendo volverme supersticioso.

He decidido dedicarme a mi olvidado blog Cuaderno de China, rememorar el viaje que hicimos el octubre por el País del Centro y cerrar por un tiempo este espacio. He empezado ya a redactar y a recopilar las notas guardadas. Me hallaba ya en el trance de relajarme y disfrutar con la labor. Pero hoy ha vuelto a quemarme la sangre el correoso columnista Carlos Mendo. El que se supone uno de los fundadores del diario El País. El antiguo, voluntario y entusiasta colaborador de Fraga en los años 70 que parece que nunca consiguió redimirse del todo. Que la escama le aflora de vez en cuando por las comisuras de la camisa de marca de liberal updateado. Carlos Mendo vuelve a insultar a la justicia, y lo que es peor, vuelve a insultar a la inteligencia desde las páginas de ese diario. Porque esta vez no sólo oculta la raíz del problema como hizo hace unos días sino que hoy incluso se atreve a sacar de su maleta de intoxicador venenoso los espantajos de la Internacional Terrorista Islámica que trata de dominar el mundo socavando katiushka a katiushka los cimientos de la Civilización Occidental para animar a Israel a que siga destruyendo Líbano y matando a cientos de civiles inocentes. Como si el Borracho Renacido Universal le hubiera metido la mano por los bajos y le moviera los labios mientras lo recita. Como un jodido cuervo Rockefeller con un José Luis transformado en el siniestro emperador tejano.

Y de nuevo la comparación, esta vez mucho más flagrante, viene a escupirle a la cara su miserable posición. En el diario israelí Ha’aretz (que significa también El País) el filósofo e historiador Yirmiyahu Yovel escribía ayer lo siguiente:



La respuesta al ataque en el que se capturó a varios soldados debería haber sido una acción limitada y orientada a influir en el Gobierno libanés y en Occidente. Su finalidad debería haber sido conseguir una fuerza de interposición internacional que permitiera al ejército libanés el control de la zona sur del país.

Sólo este objetivo, y no la destrucción física de Hezbolá, debería haber guiado la actuación de Israel. Dicho objetivo sólo justificaba una intervención militar restringida (...) junto cono una campaña política a nivel internacional. Israel tenía las mejores cartas para llevar a cabo esa campaña: las resoluciones de la ONU, la legitimidad internacional, la voluntad de neutralizar a Hezbolá –incluso por parte de muchos Estados árabes-.(...) Sin embargo el deseo de aniquilar a Hezbolá ha arrastrado a Israel a una guerra inmoral, inútil y muy peligrosa. (...) Inmoral porque es imposible destruir físicamente a una organización violenta que actúaentre la población civil (...) Las normas morales de nuestra cultura y el derecho internacional prohíben luchar contra el terrorismo o contra organizaciones que practican la guerrilla mediante la matanza de civiles: pero la única forma de destruir a Hezbolá es utilizando esos métodos. En este conflicto, la matanza de civiles inocentes ha superado ya los límites de lo tolerable. (...)


No mucho más que decir. Por mi parte desearle al viejo Mendo una milagrosa repentina vuelta a la fe para poder contar con una divinidad a quien culpar por la magnífica colección de pústulas que le taladrarán en breve el correoso pellejo como castigo por todas sus maldades. Sobre todo por la suprema de haberme distraído del edificante propósito de entretener e ilustrar a mis improbables lectores con el relato de mis andanzas por las tierras de los Comedores de Arroz Orientales (no confundir con los Occidentales, que habitan el dulce Levante español).



ENLACE: OTRO INDIGNADO COMO YO QUE LE DA LO SUYO A ROSA MONTERO, OTRA QUE TAL BAILA.

lunes, 31 de julio de 2006

Nazionalsionistas españoles

Dos artículos de índole miserable publicados recientemente en El País han conseguido que mis ya escasas simpatías por el Consejo de Redacción de ese periódico desaparezcan totalmente. No hablo de censura, que no es necesaria ni deseable, pero si no han considerado de recibo contestar a una defensa tan furibunda del nazionalsionismo como la que perpetran Hermann Tertsch y Carlos Mendo en sus páginas es que de alguna manera las consideran opiniones sensatas. Están en su derecho. Pero desde este humildísimo rincón de la red yo les lanzo mi desprecio y mi desesperanza.

No se duda de que Israel tenga derecho a defenderse de los ataques de unos fanáticos armados pero la decencia política exige dudar de que ese derecho pase porque se defienda

ASÍ

Ambos individuos obvian algo que está en la base de todo el conflicto. Israel tiene todo el derecho de existir, a pesar de que su creación fuera una chapuza que incluía el germen de las guerras posteriores, pero a lo que no tiene derecho es a mantener ocupado, colonizado y martirizado el estado árabe creado junto a él y algunas zonas de otros estados limítrofes. A monopolizar el uso del escaso agua del subsuelo de la región. Varias resoluciones de la ONU lo obligan a ello. Como no las cumple se ha colocado fuera de la legalidad internacional. Es, por tanto, un estado delincuente. Lo tiene perfectamente asumido: por eso se pasa por el arco del triunfo lo que le exija la ONU.

De eso no hablan nuestros dos arteros articulistas. Sólo de la seguridad del ladrón cuando el primo del robado trata de agredirle.

Si Israel hubiera devuelto los territorios ocupados, en lugar de asentar miles de colonos, si hubiera hecho esfuerzos por moderar las tendencias políticas de sus vecinos alentando movimientos laicos y democráticos, incluso mediante la creación de un estado bicéfalo, en lugar de alentar, incluso financieramente, en su momento, a fundamentalistas religiosos como Hamas, para neutralizar al Al Fatah de Arafat, habría alcanzado un altísimo grado de aceptación y seguridad en la zona y la propia Comunidad Internacional podría encargarse de la misma. Pero su intención fue siempre cuanto peor, mejor para tener la excusa de apropiarse de las tierras árabes. Y ahora va a por todas. De esta guerra sacará tajada territorial. Seguro.

Ha usado siempre la misma táctica de su mentor, los EE.UU. Yo no sé que jamás el gran coloso financiara un movimiento realmente democrático en ningún sitio. Latinoamérica es la prueba. Todas las dictaduras americanas fueron implantadas mediante golpes militares cada vez que se conseguía un avance democrático, auspiciados por el vecino del norte, que siempre los consideró su patio trasero. Sadam Hussein fue un protegido de los yanquis, y la creación de la guerrilla muyahidin afgana, origen de los talibanes, obra de la CIA. Siempre con la muy noble misión de defender a sangre y fuego sus intereses económicos, la explotación barata de los recursos ajenos y el control estratégico de su imperio.

Ocultar todo eso es una villanía.

Menos mal que Juan Gelman (Página 12), el poeta judeoargentino, y Tom Segev (El País), el historiador israelí, los ponen en su sitio. ¿Los considerarán también un antisionistas?