(del laberinto al treinta)


sábado, 22 de abril de 2017

El trasfondo político de las cofradías

Un par de semanas antes de la que llamamos Santa recibí la petición de la gente del Círculo Cultural Juan23 de Córdoba de participar como invitado principal en uno de los actos de la II Semana Laica que, coincidiendo con aquella, se viene celebrando en su sede.

La responsabilidad -y el curro consiguiente- de prepararme un tema que sirviera de eje a un debate me sobrepasaba, sobre todo hallándome, como me hallaba, convaleciente de agotamiento tras la terminación de mi último trabajo, un voluminosísimo y supercurradísimo libraco sobre el Arrabal y la Revuelta de Saqunda y los varios destinos de sus exiliados.

Pero al Juan no le podía hacer el feo de escaquearme. Mi vida, desde mi despertar político en 1971, está íntimamente unida a él y el agradecimiento que tanto yo como el resto de la ciudad le debemos es inconmensurable. Y sistemáticamente ninguneado por sus fuerzas zombies. Así que con el fruto de algunos viejos estudios que emprendí hace años, algunas intuiciones, bastantes certezas y las terroríficas constataciones que me vienen asaltando en los últimos años acerca de la verdadera índole actual de las cofradías, armé una charla con que dar el callo en la tarea que se me había encomendado. Me adjudicaron el Viernes Santo.

En plena sucesión de actos de la Semana Laica del Juan me quedé acongojonao el Martes Santo con el fastuoso despliegue expresivo y el insondable pozo de conocimientos sobre su tema (La financiación de la Iglesia Católica) que desarrolló Amelia Sanchís, doctora en Derecho y profesora de Derecho Canónico de la UCO y uno de los mayores lujos intelectuales con que contamos en la ciudad. Casi me rajo en un ataque de aceptación de mi humilde realidad. Pero la palabra dada es la palabra dada. Sagrada para mí. Que sea lo que Dios (perdone, doña Razón) quiera.

Amigos, algunos muy queridos y venidos de muy lejos (por pura y feliz coincidencia de fechas, claro), otros, igualmente queridos, más de andar por Córdoba. Y más gente desconocida de la que me esperaba, me arroparon en la faena. Un animado debate y unas cervezas después convirtieron el acto en una inolvidable velada laica, mientras afuera rugía la fiera de la superstición aprovechada por las fuerzas telúricas de la España Secular Reaccionaria y el adocenamiento sin seso de este pueblo sin redención.

Como ha habido mucha gente -que no se enteraron, estaban fuera o no pudieron asistir- que me ha hecho saber su interés por el contenido de la charla me he decidido a colgar aquí el texto base que me curré para la misma. Sobre la marcha debí cambiar algunas cosas, eliminar otras y añadir unas cuantas. Sé que existe el audio porque tuve el cacharro de grabar sobre la mesa. Si lo consigo no sé si me atreveré a colgarlo también. Ya veremos…

PARA ACCEDER AL TEXTO COMPLETO DE LA CHARLA PICA SOBRE LA IMAGEN DE MI AMIGO PEDRO PEINADO:

martes, 18 de abril de 2017

Clasismo-lepenismo cofrade cordobés

La peña que escribe en los medios narcocofrades de Córdoba es la polla, perdón, el cirio… pascual de hipocritona, anticristiana y clasista-lepenista. Tanto el ultraderechista La Coz como el dedicado estrictamente al dealereo esquinero de cofradeína sin cortar Hentedepá cuentan con un plantel de arietes-carneros que dejan a Tafurito y a Mirandita del Acorazado ABC convertidos en liberalotes chicos de la UCD. Y eso que el primero viene de donde viene y el segundo ya se dejó caer el año pasado con ese monumental TWEET CLASISTA  en el que despreciaba a la cofradía de Las Palmeras, la del barrio más deprimido de la ciudad, mientras se hacía un frufrú ante la de los más ricos y sabihondos, la Hunibersitaria. la cofradía de la UCO (Siempre Pía, Devota de Frascuelo y de María).

Pero a estos ya no hay quien les gane a clasismo-lepenismo y eso que algunos provienen de familias de muertos de hambre que han ascendido socialmente cultivando el caracolillo pescuecero.

A mí particularmente me pierde Blasmuuuuuuuu. Aparte de un poco disléxico, incapaz de escribir, tras siete artículos fustigándome, correctamente mi nombre, es un tipo biliosamente clasista. Sencillamente odia a los pobres. Si la mentirosa causa que han dado las cofradías para impedir este año a los penitentes de cola el acceso a la nueva carrera oficial totalmente privatizada es la seguridad (llevan años intentándolo en la anterior), Blasmuuuuuuu ya directamente nos dice cuál es la verdadera y la hace suya sin cortarse un pelo. No le gustan los penitentes pobres, los que no pagan su cuota y no quieren disfrazarse de kukuxklanitos. No llevan chaquetas con insignia de oro de ley, ni corbatas de seda, ni trajes negros con mantilla, comen pipas y hue… bueno eso no lo ha dicho pero que no lo haya pensado…

Los penitentes de cola de las procesiones son los pobres, la gente sencilla de los barrios, la gente que en su profunda ignorancia fruto del lugar al que los ha relegado el sistema cifran obsesivamente la solución de sus problemas en la adoración de unos ídolos que poseen en propiedad precisamente los causantes de sus males, los que se esfuerzan por todos los medios para que la injusticia social se perpetúe y sólo pueda ser paliada por la caridad que ellos proveen. Una caridad de dama de ropero parroquial que procura no rozarse con sus beneficiados. Lepenismo en estado puro: defensa de las tradiciones y desprecio del sin recursos.

Y desde luego esos desharrapados socioecónomicos están infinitamente más cerca de la doctrina que les proporcionó ese dios al que todos ellos adoran que esa panda de desarrapados morales que desde su poder en las cofradías los desprecian profundamente.

Que haya gente de izquierda que los respete y se refriegue con ellos dice mucho del mundo de mierda en el que estamos ahogándonos.