(del laberinto al treinta)


miércoles, 30 de septiembre de 2009

Me bajo al Moro

Durante unas semanas estaré ausente. No espero que me echéis de menos pero yo sí os echaré a vosotros, a quienes entráis por aquí con mayor o menos frecuencia y tienen el detalle de dejarme un comentario.

En principio este año tocaba sudeste asiático, concretamente Malasia, un país del que nos quedamos con ganas de profundizar cuando hace muchos años lo recorrimos de punta a rabo pero muy rápidamente camino de Indonesia, parando sólo en Penang y Melaka, pero del que guardamos un grato recuerdo y en el que comimos algunas de las mejores preparaciones orientales de nuestra vida. ¡Ah las sopas de jengibre de Penang! Pero un no demasido grave problema de salud de C., pero suficiente para evitar el riesgo de evacuación rápida, nos ha decidido a delantar un proyecto que teníamos en mente: Marruecos en bus, tren y taxi colectivo, un país que conocemos muy bien, pero que siempre, salvo una escapada al antiguo protectorado hace dos años del que dí cumplida cuenta aquí, recorrimos en vehículo propio.

Así que he desempolvado mi dialectal marroquí y con la ayuda de mi amigo Rachid he vuelto a ponerme en forma: listo para parlotear en el endiablado trabalenguas en que convierten la noble lengua árabe los hijos del sol muriente, que eso es lo que significa Maghrib.

Me llevo libros y la ilusión casi intacta de siempre.

Como una de las cosas que llevo en mente hacer es comprar grabaciones de cuentos infantiles en dialectal marroquí, no sólo porque con ellos aprendo una barbaridad, sino porque el áspero marroquí es especialmente hermoso en la voz de los narradores de historias, os dejo el video de la canción Cuentero, de Souad Massi (Cuéntame, cuentero, un cuento, llévame al país del érase que se era... todo el mundo tiene en su corazón un cuento.).