(del laberinto al treinta)


martes, 23 de marzo de 2010

LA YIHAD CATÓLICA CONTRA INFIELES Y LAICISTAS

Una amiga mía que tiene bastante relación con musulmanes de Córdoba me escribe para preguntarme si yo sé a qué ha venido el que el nuevo obispo dedicara sus primeras palabras públicas al tema del rezo compartido con los musulmanes en la Mezquita de Córdoba. Me apunta cosas que yo ya sé. Por ejemplo que a los musulmanes cordobeses, los de pedigrí, la Mezquita se la refanfinfla como lugar de rezo, es más ni siquiera la consideran una mezquita usable. Ellos lo que quieren es una nueva, más grande, porque en la de Colón ya no caben, para celebrar más cómodamente sus yuyus. Los únicos que han reivindicado el rezo son los muladíes, los conversos, yo creo que más por razones de oportunidad publicitaria dada la histérica reacción que provoca en los curas, que por otra cosa y que son pocos y mal avenidos.

Por otra parte podría pensarse que es cosa de contrarrestar el engendro tema de la Alianza de Civilizaciones del mismo matiz publicitario que el anterior. Pero lo olvidado del asunto, la escasa agresividad de las propuestas y su diluido contenido no justifican la conversión en un asunto capital a tratar por un obispo en su tema de posesión.

Mi propia amiga me apunta que quizás se trate de machacar para que no se nos olvide el peligro de los moros, ya sabes –me dice-, lo de que quieren volver a tomar Al Andalus. Y yo creo que da en la diana. Competencia pura y dura por los mercados de la desesperanza. Las religiones, las fuerzas oscurantistas, en esta época de crisis en que los principios de la Ilustración, que revolucionaron la ética de la modernidad, se deslizan cuesta abajo en una imparable decadencia por la negativa a asumir sus presupuestos por parte de la ciudadanía, y que tanto se parece a la retratada en Ágora (la imparable decadencia del racionalismo democrático grecorromano), están al acecho y en pugna entre sí por pillar el mayor cacho del desmembramiento de la razón ilustrada democrática que preveen. Como ocurrió en el occidente del siglo IV. En los espacios políticos musulmanes comenzó ya hace tiempo: los avances racionalistas, a pesar de ocurrir frecuentemente en sangrientas dictaduras, que habían comenzado a fructificar desde la época de las descolonizaciones, han sido barridos por el viento del desierto de la reislamización más radical.

Le recuerdo por mi parte a mi amiga que el segundo punto de la soflama episcopal ha ido dirigida contra los no creyentes, agrupados oficialmente por el Vaticano bajo el estigma de partidarios del aborto. Así tenemos que lo que el obispo hizo el otro día desde su púlpito fue comenzar su mandato con un llamamiento a la YIHAD en su doble vertiente contra los infieles y contra los laicistas. Absolutamente coherente con las instrucciones que el Absolutista Mesiánico Ratzinger viene dando desde hace más de 30 años: primero moviendo la boca del Organista de Cracovia con su mano bajo sus faldones papales y luego la suya propia cuando consiguió autosucederse en el mando total. Y es que Benito XVI es un auténtico Mesías porque tiene claras las profecías, el conocimiento del porvenir. Y tiene prisa.

Lo ideal, si la racionalidad democrática pintara algo en la conformación de los espacios de convivencia actuales, respecto a la Mezquita y la Catedral Católica Okupa sería conseguir la disociación utilitaria de ambos edificios. La catedral sigue siendo usada por los católicos para sus yuyus en horarios estipulados, y la Mezquita se convierte en un Museo disociado a su vez de cualquier uso religioso, sea de la marca que sea. Pero para eso hace falta una buena expropiación. ¿Como la reforma agraria que se suponía que iban a hacer los socialistas andaluces para paliar la lacerante injusticia secular del campo andaluz?, me pregunta el cabrón corrosivo que llevo dentro. Exactamente igual que esa, le contesto.