(del laberinto al treinta)


lunes, 19 de julio de 2010

KORDOBABAKOAK

Tiene razón Marti Julbe cuando habla de que, haciendo oidos sordos a las hipócritas jeremiadas del localismo cateto, de lo único lógico que se trataba ahora era de sanear una entidad en quiebra, a la que ha llevado a esa situación la más portentosa conjunción de truhanes, desalmados y cretinos que vieran los siglos desde la burguesización de los bienes eclesiásticos tras la desamortización de Mendizábal. O sea a arreglar uno de los muchos desaguisados que los políticos y financieros aficionados andaluces y cordobeses se han encargado en 30 años de generar. Contradiciendo lo que mi admirado Justo Navarro dice hoy mismo en El País, me atreveré a decir que lo único que los andaluces hemos demostrado al mundo es que somos unos mantas. Pero no por el hecho de haber nacido en Andalucía, que eso sí es una calumnia étnica, sino porque simplemente nos hemos comportado como unos mantas y no hemos sido capaces, en unos pocos años en los que hemos tenido por fin la oportunidad, de superar limpiamente la desgracia que le cayó a este pedacito del planeta desde que los invasores de la espada cruzada la convirtieron en un enorme cortijo para disfrute exclusivo de unas pocas familias. Y eso es una realidad palpable. Los responsables de ese fracaso tienen nombres y apellidos y carnets de partido y la mayoría aún ocupa cargos públicos, pero sus sostenedores somos todos los demás que hemos aceptado sin rechistar las imposiciones electivas necesarias de unos partidos que se han revelado como únicamente interesados en su perpetuación en el poder, en su propio beneficio como sociedades anónimas políticas, y nunca en el cultivo de la racionalidad democrática, en defender los verdaderos intereses de los ciudadanos a los que dicen representar.

Félix Bayon se quedó ronco de gritar en los años 90 desde su columna de El País Andalucía contra la maldad (a la que yo sumo en demasiados casos el cretinismo) de los políticos andaluces, de todos, que habían acabado por convertir las Cajas de Ahorros, entidades semipúblicas con que nos habíamos encontrado los andaluces en la nueva andadura democrática y que garantizarían la eficacia económica de nuestros ahorros compaginándolos con una labor social basada en la redistribución de esa riqueza, en un botín, en herramientas que sirven para financiar de forma más o menos transparente a los partidos y para dar refugio dorado a políticos caídos en desgracia pero a los que merece la pena mantener contentos y callados por lo que pueda pasar.

Los peores los compadres de esa superpanda de truhanes organizados bajo siglas que aluden a obrerismo y socialismo. Ya convertidos en derecha liberal clásica, contando con que la que pasa por derecha es el equivalente a una descerebrada ultraderecha antisistema. Pase que no hayan dado ni un solo paso para la consecución de la sociedad inscrita en su propio nombre y en sus ideales históricos y que hayan adoptado un modelo de desarrollo económico desigualitario, agresivo y absurdo. Pase que han abrazado con inmenso amor absolutamente todos los presupuestos y la lógica del capitalismo en vista de que no tienen cojones de hacerle ni un simple rasguño. Pero al menos podían haber luchado con las ganas suficientes, aunque sólo fuera para dar el pego, por la creación de un gran instrumento financiero que garantizase el acceso al crédito a todos los ciudadanos independientemente de las normas salvajes del mercado.

El propio Bayón lo desgranaba en alguno de aquellos ya míticos artículos. Los dirigentes pesoeistas andaluces fueron tan cabrones y tan imbéciles a partes iguales que en aquellas Cajas que controlaba, y que eran la mayoría, en lugar de obligar racionalmente a unos procesos de fusión desde el primer minuto se dedicaron a colocar al frente de cada una de ellas a personajes afines que les garantizaran la financiación partidista necesaria. Así cuando se plantearon por fin comenzar las fusiones de esa mayoría de Cajas que supuestamente controlaban se encontraron con la encastillada resistencia de sus emires convertidos en caudillos localistas que a fuerza de comprar voluntades en sus feudos y en la propia administración central autonómica las habían convertido de hecho en taifas independientes. De manera que a falta de no tener nada que fusionar en el plato de las rentabilidades políticas se tuvieron que comer una mierda fusionada.

Así que el siguiente paso fue tratar de que alguna de ellas absorviera a una extraña Caja que escapaba a su control: CAJASUR. Una Caja propiedad exclusiva de la Iglesia Católica cordobesa en la que los pesoeístas habían intentado infiltrarse imitando la estratagema del Caballo de Troya. Regalando la otra caja cordobesa, la Caja Provincial de Ahorros, a la que sí controlaban a través de la Diputación, su propietaria legal, a la Iglesia Católica pensaban acceder a la fortaleza cajasureña y una vez dentro conquistarla. No sabían estos gilipollas con quienes se las estaban viendo. La gorda popa del Cura Castillejo los echó de un culetazo del banco de las ilusiones: Cajasur se quedó con todo. Un robo en toda regla al pueblo de Córdoba de la que los sociapollas cordobeses jamás dieron explicaciones.

Cuando visto que desde dentro no podían dar el asalto final se decidieron a intentarlo desde fuera. Pero la Iglesia, que es una vieja zorra con la pelleja de caimán, se resistió perfectamente. Para ello contó, aparte de con una entregadísima y compradísima cutrefacta prensa local, con la inestimable colaboración del gobierno municipal, de Izquierda Unida, cuya Alcaldiosa Rosa Aguilar, que entró en el consistorio como comunista y salió beata cofrade de mantilla y misal, se alió con su director espiritual, el obispo contra las pretensiones unificadoras de los peseoístas de Sevilla. Una vergüenza que arrastrará la formación más de izquierdas con representación política hasta que se refunde. Porque algún día saldrá a la luz el beneficio, aparte del demostrado posteriormente particular en la carrera política de la propia Repelente Señora, que sacó de esa alineación. Pero además contó con la colaboración de prácticamente toda la sociedad cordobesa perfectamente comprada por las monedas que el Cura Castillejo iba repartiendo tras la misa dominical. Se llegó al delirante extremo de que, como apuntó Alberto Almansa, Córdoba ha sido la única ciudad del mundo en la que se organizó una manifestación en defensa de un banco, en aquella apoteósica estupidez colectiva de los curas hamelines y los aratonados ciudadanos encantados. Pero sobre todo por el gobierno Central en la etapa del Partido Popular. Es historia perfectamente conocida, en la que el vaivén de las leyes sirvió despreciablemente a intereses particulares.

Cajasur se vio así tranquilamente desahogada para dedicarse a desviar los ahorros de los cordobeses que debía invertir en la propia ciudad hacia empresas ladrilleras que contribuyeron poderosamente a encementar la Costa del Sol y a enriquecer a unos cuantos constructores amiguetes. La parte social la solventaba subvencionando profusamente cofradías, peñas y algún que otro asilo y la cultural organizando exposiciones exaltadores del nacionalcatolicismo. Y la ciudad, la prensa local al completo e Izquierda Unida incluidas, compradas, callaban. Tal vez algún día saldrá a la luz la naturaleza y las formas que adoptó la colosal estafa de la que esta ciudad fue objeto por parte de aquel puñado de granujas que copaban permanentemente las páginas de sociedad de la prensa local.

Y así entramos en la recta final. Los sociapollas, ya en franca decadencia, incapaces de controlar nada intentan un último órdago para salvar la cara mandando a UNICAJA al rescate fusionador cuando CAJASUR, siguiendo la lógica financiera de que una Caja llevada por aficionados y ladrones que son incapaces de controlar que los desvíos fraudulentos no superen a los beneficios globales, acaba en la ruina más absoluta. Y otra mierda que se comen. Los curas prefieren seguir jugando a apostar por cualquier solución, por extrema que sea, que no pase por entregar la Caja al control de la Junta y optan por la intervención. Alguna posibilidad de salvar algo tendrán si la adquiere alguna entidad de más o menos obediencia vaticana que se anime a contar con ella y les pase algo de lo perdido. Esa era la sospecha hasta hace dos días. Hoy ya se sabe que una Caja vasca, el BBK, ligada al PNV, ha salido vencedora de la puja. Y segundo plato de mierda que se jalan los sociapollas en dos meses.

Los análisis se han disparado. Los pesoeistas andaluces lógicamente no asumen deportivamente el fracaso que ellos desde hace treinta años han propiciado. Que se jodan. Ahora que ya sabemos que la Caja Única es imposible, que unos derechistas liberales usurpando fraudulentamente dos siglas de viejos rojos jamás se plantearán una Caja Pública, que además han sacado una ley que permitirá poder privatizarlas, que... Eso, que se jodan. Toda la sociedad se joderá por su culpa. Pero oírlos chillar estos días como cochinos cobardes es un dulce sonido para mis oídos.

Los desalmados del PP que han jugado a todas la barajas sólo por hacer daño están desorientados, aunque esperanzados en ganar próximamente. Más desgracia para esta tierra si eso ocurre. Mucha más desgracia. Pero entre todos la mataron y ella sola se murió. La esperanza, digo.

Yo creo que es un mal menor que nuestro dinero lo gestione gente de fuera. Ya que no tenemos cojones de arañar siguiera al sistema capitalista al menos que lo haga gente con criterios capitalistas serios. Y no la panda de haraganes sirlanchones que lo ha hecho hasta ahora. Y será bueno que saneen la Obra Social y Cultural, empezando por el Palacio de Viana y terminando por el subvencionismo narcocofrade y la metástasis clientelar que había montado don Miguelón. Hay quien dice que los del PNV son unos meapilas también y que eso hará que el cabildo cordobés recupere privilegios. No lo creo. Los curas vascos no tienen nada que ver con estos zaparrastrosos Padres Lamparones y los profesionales que han hecho que el BBK sea la caja más solvente del estado no se andarán con tonterías.

Pero sí sería interesante conocer los entresijos de la puja. Qué hay de verdad en el pacto Zapatero-PNV para poder aprobar los presupuestos del 2011 a cambio de entregarle CAJASUR, que ha consumado una traición a sus huestes andaluzas largamente sospechada. Qué hay de verdad en lo que nos cuenta el magnífico bloguero de AL SUR DEL GUADALQUIVIR en ese delirante, pero perfectamente posible, relato que se curra sobre la mafia financiera española cuyas largas garras han llegado por fin a esta pequeña y desgraciada ciudad. Sobre todo para poder imaginar la cantidad de verde bilis, de odio y de rencor que está generando entre las filas de los sociapollas el descubrimiento de cómo se traicionan unos a otros, cómo se van quedando con el culo al aire ante sus votantes y como se desmorona entre la gente que se dice de izquierdas la política de izmierdas en que están, todos ellos, embarcados. Y de cómo en el fondo no mandan un carajo. Que quien manda aquí son los dueños de la pasta: la mafia financiera.

Lo que más me jode es que van a dejar a la puta paloma como símbolo. Para no despistar a la clientela fiel a la banca de los curas. Tal vez algún día podremos acojernos a una ley de memoria histórica bancaria y mandarla a los infiernos con el cura que la creó para no tener que verla más. Mientras tanto esperaremos a ver si la txapela viene dando buenas patadas en el culo a los de la palomita. Una buena limpieza étnica. De la etnia de los enchufados, los lameculos inútiles y los sinvergüenzas. Y juicios, muchos juicios. Sobre todo al probe Miguel que dice que es feliz en su montaña, que se esta convirtiendo en ermitaño. Con su póliza millonaria y sus hermanitas de la caridad.