(del laberinto al treinta)


jueves, 1 de diciembre de 2016

Abundio y el BBVA

Las tripas del BBVA, no el banco, sino el edificio de Miraflores, la Ballena Blanca Varada de Andalucía, también conocido como el Secuatro, parece que empiezan a moverse. La prueba de que se pondrá al servicio de las últimas tecnologías la encontramos en el hecho de que su arranque haya comenzado con una arriesgada apuesta por la designación de mandos totalmente digitalizada. Eso sí, a prisa y corriendo. Y ya sabemos que la prisa no es buena Consejera y menos de Cultura de Andalucía.

Todo parece haberse desencadenado precipitadamente por el intento de nuestra bruja Desgracia (así, sin acento) de, ante las contundentes protestas de los usuarios, esmerilar su última maldad: el traslado de la Filmoteca a su vientre. Se trata de una ultimísima oportunidad de seguir haciendo el paripé de que ha servido para algo el gasto de 30 millones de euracos en el que se prometía Milagroso Edificio Fantástico Emblema de la Contemporaneidad Creativa Cordobesa. Y consolación por el gatillazo del Sipote del Kurha, que no consiguió ereccionar frente a la cara de la Mezquita.

Ese intento de traslado de la Filmoteca, aún maravillosamente situada en la Judería, al vientre del albo cemencetáceo, puede entenderse legítimamente como uno más de los acreditados apollardamientos propios de unos políticos que corren por el campo de la cultura como pollos sin cabeza, pero es más correcto entenderlo cambiando el último término de la comparación: que corren por ese campo como pollos con la cabeza de otro que manda más que ellos y al que suele representársele en las caricaturas con chistera y puro en la boca.

Sí, amigos, el traslado de la Filmoteca responde, como casi todo en ella, al claro interés de los alquiladores de camas y vendedores de flamenquines de esta ciudad, o sea, de sus putos amos. Ni a los políticos ni a los hosteleros les interesa una mierda que la Filmoteca de Andalucía, la migaja que concedió Sevilla a su hermana chica pa que no llorase, sea probablemente el único equipamiento cultural dependiente de la Junta que medianamente funciona en la ciudad. Y eso es así porque lo hace discretamente. Y a pesar de ciertas turbiedades que ahora no vienen a cuento. Libre por ahora de la tomatinización de la cultura que tanto nos gusta y que tantos votos proporciona a quien la provee. Pero necesitan el espacio que hoy ocupa para seguir chapuceando, como vienen haciendo desde hace la friolera de dieciséis años, con la idea de construir un palacio de congresos, como el que ya tienen Málaga, Granada y Sevilla, todos, por lo que sé, negocios suficientemente ruinosos. La idea es que vengan congresistas que gasten sábanas y trasieguen flamenquines, negocio redondo, si es que finalmente funciona, para quienes consiguen su mayor beneficio con la explotación salvaje de los trabajadores. Pero como no hemos tenido los riles suficientes para hacer uno bueno, bonito y barato, cuya moderada inversión compense su dudosa utilidad para quienes no alquilan sábanas ni venden flamenquines, confisquemos el espacio de lo que funciona para ver si mareando la perdiz de engordar constructoras, dar curro a unos paletas durante un tiempo y hacer como que hacemos, maqueteando proyectos y soluciones de márquetin político podemos aguantar un tiempecito más.

No sé si la doña no contaba con la reacción de los usuarios de la Filmoteca o que al final han vuelto a hacer cuentas, el caso es que… bueno, que sólo la puntita nada más, o sea usar una parte del vientre cemencetáceo como almacén de la Filmo y luego, una vez que os aburráis, ya veremos. Y ya de paso, como para disimular y seguir haciendo como que hacemos, vamos a consumar ¡¡¡LA QUINTA!!! inauguración del emblema de la voluntad de una de las ciudades más tradicionales del país por transfigurarse en la Meca de la Creación Contemporánea. A ver..., tú y tú a mandar. Y veamos... unos artistas… ¿quién conoce a unos artistas bisoños? No más de dos por ahora, que está la cosa mu achuchá, que quieran llevarse quinientos eurillos por que se los trague el monstruo y que sus tripas se muevan lo suficiente como para que dé la impresión de que digiere y excreta arte contemporáneo der güeno.

Podría ser hasta bonito si no resultara todo patético. En esta ciudad la única industria cultural boyante y que crece imparable es la del narcocatolicismo cofrade y su apulgarada estética basada en el tenebrismo y la quincalla churrigueresca que lo enmarca, porque nunca se apostó desde las instancias públicas por ninguna otra alternativa en serio y porque para una vez que pareció intentarse se hizo con el espíritu de Abundio, aquel pobre de los chistes que vendía la moto pa comprar la gasolina. Confundiendo todo lo confundible, aquí quisimos en el mismo lote un Guggenheim y un Bilbaoarte, un Kursaal y un Arteleku como tienen bilbaínos y donostiarras, un emblemazo carísimo de la contemporaneidad y un lugar razonablemente presupuestado donde enseñarla. Bilbaoarte, donde se becan cada año a unas decenas de artistas -algunos cordobeses y bastantes andaluces- está situado en un viejo colegio reciclado y todo el dinero con que lo provee el Ayuntamiento, de quien depende, va para las becas de los artistas -lo único importante y lo que da sentido al proyecto- y si sobra algo se usa para dotaciones edilicias. Arteleku -tristemente desaparecido e incapaz de haberse reencarnado con el mismo espíritu en Tabakalera- y que conservó, sintomatología, la biblioteca de Pepe Espaliú- de Donosti se instaló en una vieja fábrica abandonada y en él se formaron, por cuenta de la Diputación de Gipuzkoa, cientos de artistas en sus 25 años de vida.

Pero si para poder contar con el poderío emblemático de un edificio de firma que te coloque en el mapa de los turistas hace falta ser suficientemente rico y con todo considerarlo una inversión perfectamente estudiada, para contar con un centro de creación de arte lo que hace falta es voluntad de hacer precisamente eso, imaginación y decencia. Algo de lo que nuestros políticos con verdadero mando en plaza han carecido desde hace muchos, demasiados años. Aquí lo quisieron todo en un compact, sin contar con que racionalidad y tradición creadora no se compran a golpe de talonario y menos si es de dinero público. Y con que no todo en cualquier lugar funciona de la misma manera si no se dan las mínimas condiciones necesarias.

Para quien se quiera hacer una idea de la clase de pollos descabezados que han correteado por el campo de la cultura en Córdoba sólo tiene que saber que Santi Eraso, el fundador de Arteleku, se ofreció para dirigir la oficina de la Capitalidad Cultural Europea 2016. Y luego recordar quién y cómo terminó haciéndolo. Eraso en vista del desprecio se ofreció a su ciudad, Donosti, con el resultado que todos conocemos. ¡Viva la espabilaúra!

Los artistas/creadores de la ciudad se mosquearon porque aquella gestión no contó con ellos sino para que curraran gratis. Más razón que un santo, y además se crecieron como pavos empechugados cuando aquel comisario que vino desde Europa y al que al pobre encajaron un sombrero cordobés e hicieron bailar sevillanas consiguió desembarazarse de la caspa con la que pretendían enterrarlo, se puso serio y se lo recriminó a los gestores del Dormidisisái. Pero no escuché a ninguno que protestara por la delirante, irracional, catetonovorriquista obra de la Ballena Blanca Varada. Entonces ninguno miró a Arteleku como modelo, sino al Guggenheim. Todos se la frotaban con fruición ante la maravilla arquitectónica y las posibilidades que prometía… de quedar varada para siempre porque la pasta que una vez hubo para financiar la creación se gastó en las paeres de lujo del chiringuito donde habría de gestarse. Como aquel chiste de Abundio.

Por eso me hace gracia que anden mosqueados estos días porque los de Ganemos han sacado un video, más malo que el sebo perro y más tendencioso que un cura en un púlpito, sobre los 30 millones que costó el ballenón pa ná. Tienen razón, el video carece del más mínimo análisis y no apunta a nada más que a lo de los 30 estériles kilos que costó y parece, sólo parece, o al menos eso espero, que incitan a la gente a que manifiesten preferir que se haga un polideportivo o que se migajee a los pobres a que se funde un centro para dar oportunidad de formarse y trabajar a jóvenes con talento suficiente para convertirse en verderos artistas de lo contemporáneo. Que no creo que vayan por ahí las criaturas, aunque ya deberían afinar un poco más y cuidar los guiones. Pero desde luego los artistas locales de lo contemporáneo -gremio del que por cierto en los últimos tiempos se está destapando un ganao reaccionario que asusta- igual deberían ser más modestitos y ya que proclaman altisonantemente que hay que contar con ellos para las cosas de crear arte contemporáneo con dinero público también deberían haberse manifestado cuando esas cosas se estaban tirando por la alcantarilla de la irracionalidad más estupidizante. Pero muchos de ellos -ay, aquellas gordísimas vacas temporales- se encontraban por entonces en perfecto estado de paniaguadismo de los políticos -municipales y autonómicos- perpetradores del engendro moral del edificio. Otros no sé dónde andaban, pero escuchárselos mucho no se los escuchó. Desde luego no hubo ningún Rogelio López Cuenca entre nosotros como al menos tuvieron los malagueños en las mismas circunstancias.

Y ahora, ante el miserable proyecto que la doña está planteando para el BBVA, cubrir mínimamente los expedientes y/o convertirlo en almacén de la Filmoteca (esperemos que se quede en eso) los artistas no han sabido reaccionar salvo contra el perpetrador del video de Ganemos. Debe ser que andan viendo si alguno consigue colocarse en él de funcionario. Algo muy legítimo, pero también un poco triste. Tristeza funcionaria, que decía el poeta peruano.

VUALÁ LA MOVIDA: