(del laberinto al treinta)


viernes, 31 de agosto de 2007

Ibn Zaydun en la voz de El Arabi Serghini

Para dar fin a este agosto musical en que me he estado entreteniendo para tratar de librarme (no siempre con éxito) de los berrinches que la contemplación del mundo me provoca, cuelgo un poema musicado de un poeta arabigocordobés absolutamente desconocido en esta ciudad que vive, curiosamente, del cuento de la morería. A pesar de que en los años 60 se le perpetró un monumento, más con intención de exponer su envolvimiento en un suceso de la crónica rosa califal por sus amores con la princesa-poeta Wallada, que por sus calidades poéticas, uno de los mayores poetas cordobeses de todos los tiempos duerme el sueño del olvido en su ciudad natal, por la tenaz circunstancia de haber escrito en otra lengua distinta de la actual.

Se trata además de uno de los poemas más hermosos que se le han dedicado a esta ciudad hermosa. Y el poeta, Ibn Zaydun (Córdoba,1003- Sevilla, 1070), le dedicó muchos. Todos nostálgicos porque sus exilios fueron frecuentes. Del amor y de la tierra.

En todo el mundo árabe sus casidas son conocidas a niveles populares como no hay parangón en occidente con ningún poeta. Tal vez han perdurado tanto porque despojó al verso clásico oriental de sus farragosas metáforas, creando un verso de imágenes límpidas, sencillo, pero tremendamente emotivo.

La expresión Qortobatu-lgarrá (Córdoba, la lozana) con que comienza el poema es la usada enfáticamente desde entonces y hasta hoy cuando se nombra a la ciudad en árabe.

La canción pertenece al disco Walladah e Ibn Zaydun (una historia de amor y poesía) del sello Pneuma, en proyecto de Eduardo Paniagua. La voz es la de El Arabi Serghini con su Arabi Ensemble.

La traducción es del poeta palestino Mahmud Sobh (Ibn Zaydun. POESIAS, Instituto Hispano-árabe de Cultura, Madrid, 1979).

El texto en árabe pertenece a un detalle de un pequeño trabajo mío en papel pergamino en ordenador pero semiartesano, porque hube de componerlo uniendo y ajustando carácter por carácter y que, completo, suelo regalar a los amigos. Usé los caracteres conocidos en todo el mundo árabe como andalus.




NOSTALGIA DE CÓRDOBA

¡Oh Córdoba lozana!
¿Hay en tí esperanza para mí?
¿Acaso un corazón que arde en tu ausencia
puede entibiarse?
¿Acaso pueden volver tus noches deliciosas,
cuando la hermosura era un regalo a los ojos
y las músicas un placer para los oídos,
tan tierno, en tí, el regazo de la vida?




Detalle del monumento a Wallada e Ibn Zaydun en Córdoba, en el candoroso estilo milyunanochesco soñado por los eruditos locales de los 60.

miércoles, 29 de agosto de 2007

Muere un furbulista y de paso Paco Umbral y Emma Penella que no lo eran

Todo se ha juntado. Hay días en que de un sólo golpe, un golpe como del odio de Dios, se puede medir la verdadera profundidad del verdadero cretinismo campante en este país y, también de paso, en esta ciudad.

Se muere un furbulista, un chaval del que yo no había oído hablar en mi vida, y todos los medios de comunicación, públicos y privados, le conceden el desmedido espacio que suelen conceder a las estupefacientes actividades que se encargan ellos mismos constantemente de que ocupen las mentes de los ciudadanos. Y los inmorales políticos en lugar de llamar al orden y a la sensatez no tardan un segundo en subirse al carro de la estupidez colectiva para que no se les escapen esas riendas. El Chavez que padecemos ya inmemorialmente en la comunidad es el primero en asistir al entierro y monseñor Zapatero hace sus primeras declaraciones después de las vacatas arrimando cebada al yerto rabo del chavalillo. Ya sé que suena a cantinela añejomarxista y a demagogia de rojo descatalogado, pero cada uno se estupefacta con lo que quiere o con lo que puede.

Ni siquiera me sirve el consuelo de que en Argentina pueden llegar a ser aún más cretinos noticiando:



Para muchos cordobeses, y no cordobeses, además, los tres difuntos han tenido la inmensísima suerte de converger con la hefeméride cordobesa por antonomasia. Palmarla el mismo día en que se cumplían 60 años, en acto de servicio, en una sofocante tarde de bostas, moscas y sangre, del empitonamiento del monstruo incomensurable, que colma por sí solo la iconografía y la mitología de esta ciudad: el fino matarife de la pedrusqueña faz Manolete, no es moco de pavo, ni baladí trascendencia. Esta ciudad que parece instalada de una especie de región neblinosa, rodeada de pantanos y en la que muertos viviente, zombis y chupacabras campan a su antojo, mientras unos vampiros invisibles chupan la sangre de sus habitantes silenciosamente, sigue llorando la apolillada tragedia linarense. Merecimiento grande:




Un poco antes de la explosión informativa por la muerte del furbulista en un programa de chismorreos tengo que escuchar la pregunta que se dispara a los espectadores para ganar nosequé concurso mediante mensaje de móvil. ¿Cuál es el nombre de la cantante unida sentimentalmente a Julián Muñoz y que se dispone a comenzar su giro por América? La pregunta la hace una semiestrábica tipa disfrazada de pija de la sierra que habla a la concurrencia como si con mocosos niños de una guardería tratara. Una telepollas de primera. En la cadena pública. Peste de socialistas.

Y lo de la tomatina esa de Albuñol, Buñol o Puñol o como carajo se llame el jodido pueblo ese de los cojones que grusgftgkwxf.... me lo voy a ahorrar por puro cariño a mi hígado. Y a los tomates. Y desde ya solicito que me declare su Ayuntamiento en solemnte acto institucional tomatero persona non grata.

¿No era que el cambio climático ese estaba ya al llegar?

martes, 28 de agosto de 2007

Los salterios de los ángeles

La otra gran rama de la familia de las cítaras son los salterios, un grupo de instrumentos que podemos encontrar en un amplísimo arco que va desde la Península Ibérica hasta la India, pasando por todo el Maghreb, el Mashreq y la Persia histórica. En España es ya un instrumento popularmente perdido, aunque por obra de Begoña Olavide, estudiosa e interprete internacionalmente reconocida y del luthier Carlos Paniagua el salterio está convirtiéndose en un instrumento que vuelve a escucharse con fuerza en los ámbitos de la música culta. Más suerte tuvo su hermano el qanun árabe que ha pervivido desde los tiempos medievales, convirtiéndose en un instrumento indispensable en el acompañamiento de las distintas músicas arábigas, desde la andalusi del Maghreb, hasta el Wasla de la tradición sirio-iraquí, pasando por las diversas formas intermedias y más modernas de la música libanesa y egipcia.

Más adelante el qanun arábigo da lugar al santur persa y más allá al indio. Se diferencian fundamentalmente en la forma de pulsar las cuerdas, ya que mientras en el mundo árabe se hace mediante plectros que se fijan en los dedos, los iraníes y los indios golpean con unos macillos.

Lo que cuelgo en este caluroso día de finales de agosto son una muestra de cada uno de ellos. Para empezar una preciosa pieza en la que Begoña Olavide toca el salterio mientras canta uno de los trozos más conocidos de la Nuba Gribt al-Husein de Marruecos, Leilun 'ayíb, de la tradición andalusí. De su trabajo Toques en el tiempo (2001).


SI NO FUNCIONA A LA PRIMERA, PULSA VARIAS VECES EL PLAY


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En esta segunda pieza podemos apreciar toda la sonoridad del qanun árabe, en una interpretación de Ahmed el Keligh, perteneciente al grupo sufi marroquí Ensemble Ibn ‘Arabi, en un concierto celebrado en la Aljafería de Zaragoza en la primavera de 1999 y recogido en el disco MÚSICA EN LA ALJAFERÍA.



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El santur iraní, su sequedad sonora y la precisión en los matices melódicos está representado por el maestro Majid Kiâni en un trozo se de su larga pieza Dastagâh e homâyun.



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Y el santur indio del delicado Shiv Kumar Sharma que es capaz de arrancar de sus cuerdas toda la evocación del aire cristalino, el cielo de turquesa y las cumbres siempre nevadas de su Cachemira natal. De un disco que he escuchado miles de veces desde que compré la cinta en India en 1991, un trozo de la raga Boopal Todi, de la colección Maestro’s Choice de All India Radio.


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lunes, 27 de agosto de 2007

Sonidos del Extremo Oriente

Para Laura y Joseluís

que me han visitado esta

mañana desde Saigón



Existen en el mundo tres grandes familias de cítaras (instrumentos de cuerdas metálicas que se tocan con púa): las occidentales (cítaras de Centroeuropa), las mediorientales (qanun árabe, santur iraní e indio) y las orientales ( una vastísima colección de instrumentos que varían de forma, número de cordaje y nombre en cada uno de los países del Extremo Oriente influenciados por China.

De estos últimos colgaré tres ejemplos de tres instrumentos que me son especialmente queridos. Las características las tenéis perfectamente explicadas en el WIKIPEDIA y en sus enlaces. Así que si tenéis interés en saber más de ellos no tenéis mas que picar los enlaces que cuelgo para que se abran en otra ventana.

De Vietnam procede un dulcísimo instrumento, el Dan Bau de una sola cuerda que se toca con púa con la mano derecha mientras con la izquierda se la hace vibrar mediante un dispositivo de piel de búfalo, que produce las notaciones y las características vibraciones. Aún lo tengo asociado al sabor de los deliciosos rollitos frescos y los crujientes creps de cangrejo del restaurante Lemongrass de Saigón, en el que interpretaba delicadas melodías en el instrumento una casi cristalina muchacha vietnamita.


Toca una de las mejores intérpretes de Vietnam, Nsut Thanh Tâm.



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El más característico de los instrumentos chinos es el qin, de siete cuerdas, al que se le atribuyen 5.000 años de antigüedad. Es desde luego el padre de todos los instrumentos similares que se usan en los países limítrofes o en los que la influencia china ha sido importante (el gayageum coreano o el koto japonés).




















Toca el virtuoso Guan Pinghu.


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En Japón, la evolución del qin dio lugar al koto, de 17 cuerdas, el instrumento que nos transporta mentalmente a las faldas del Fujiyama con sólo escucharlo.

Toca Susumu Miyashita, del disco de Towards the Rising Sun (Ravi Shankar & Friends)


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