(del laberinto al treinta)


viernes, 2 de septiembre de 2005

Houellebecq, el futuro y REGALO DE ESTE MES

Leo en El País del 30 de agosto un artículo en el que se comenta la última novela (La posibilidad de una isla, Alfaguara, que saldrá en noviembre) de Michel Houellebecq, el corrosivo novelista que mejor retrata la entraña perversa del mundo actual de una manera tan natural que ha acabado enfureciendo a todo el espectro ideológico de este periodo bisagra secular que nos ha tocado vivir. A la manera de Maquiavelo, al que los siglos no han sido capaz de fijar su posición ante su época, si cínico o si moralista, Houellebecq presenta unos cuadros humanos en sus novelas absolutamente descarnados, diseccionados con el escalpelo del sarcasmo y sin asomo de piedad. Sin concesiones a la esperanza. Pero lo que no se le perdona es que, al igual que el autor de El Príncipe, no tome partido. Que no moralice y que no pueda descubrirse fácilmente si su matizado humorismo es meramente cínico o también regenerativo. Su última novela trata sobre la clonación de seres humanos. Aún no la he leído, pero me ha dado la idea de regalar este mes un par de capítulos de un libro clásico ya entre los de divulgación científica sobre los avances de la biología en el campo de la genética humana, que podrían suponer un buen aperitivo antes de hincarle el diente al francés. Se trata de Vuelta al Edén, de Lee M. Silver, cuyos prólogo y epílogo están confeccionados en forma de ficciones futuristas ubicadas en 2010, 2050, 2350 y 2997. Entre ellos al autor introduce un pequeño estudio sobre la literatura profética analizando Un mundo feliz de Huxley a la luz de los avances y de su futuro en materia reprogenética:

Aunque las conjeturas de Huxley acerca del dominio que llegaríamos a alcanzar sobre el proceso de reproducción eran acertadas, pienso que se equivocó totalmente al predecir quién utilizaría el poder y con qué propósitos. Lo que Huxley no llegó a entender, o se negó a aceptar, era la fuerza impulsora que hay tras la procreación de niños. Son los individuos y las parejas quienes quieren reproducirse a su propia imagen. Son los individuos y las parejas quienes quieren que sus hijos sean felices y tengan éxito. Y son los individuos y las parejas -como Barbara y Dan, Cheryl y Madelaine, Melissa y Curtís, y Jennifer-, no los gobiernos, quienes tendrán el control de estas nuevas tecnologías. Utilizarán algunas para alcanzar objetivos reproductivos inalcanzables de otra forma, y otras para ayudar a sus hijos a alcanzar salud, felicidad y éxito. Y es en la búsqueda de este último objetivo donde las acciones combinadas de muchos individuos, actuando durante muchas generaciones, podrían dar lugar a una humanidad polarizada más terrorífica que el mundo feliz imaginado por Huxley.

Recojo también las inquietantes declaraciones del propio Houellebecq en El País:

Todo lo que la ciencia permite será realizado, incluso si modifica profundamente aquello que hoy estimamos humano y deseable. Me ha costado admitirlo, pero la filosofía tiene que ver con la literatura, y no es la literatura la que dice la verdad. Sólo la ciencia dice la verdad. Y la verdad se impone.

Y termino con otra cita del texto que regalo. Esta vez con afán de enganchar a los aficionados a las preguntas sublimes:
Un punto especial se ha alcanzado ahora en el futuro lejano. Y en esta era existe un grupo especial de seres mentales. Aunque estos seres pueden rastrear su ascendencia directamente hasta el Homo sapiens, ellos son tan diferentes de los seres humanos como los seres humanos lo son de los gusanos primitivos con minúsculos cerebros que se arrastraban inicialmente por la superficie de la Tierra. Se necesitaron 600 millones de años para que estos gusanos evolucionasen basta los seres humanos. Se ha necesitado un tiempo mucho menor para que los seres humanos autoevolucionen hasta los seres mentales que ahora existen.Es difícil encontrar palabras para describir los atributos enriquecidos de estas personas especiales. Inteligencia no hace justicia a sus capacidades cognitivas. Conocimiento no explica la profundidad de su comprensión tanto del universo como de su propia conciencia. Poder no es suficientemente fuerte para describir el control que tienen sobre las tecnologías que pueden utilizar para conformar el universo en el que viven.Estos seres han dedicado sus largas vidas a buscar la respuesta a tres preguntas engañosamente simples que se han planteado a todas las generaciones autoconscientes del pasado:
¿De dónde salió el Universo?
¿Por qué hay algo en lugar de nada?
¿Cuál es el significado de la existencia consciente?
Ahora, cuando disponen de las respuestas, se encuentran cara a cara con su creador. ¿Qué es lo que ven? ¿Es algo que los seres humanos del siglo XX no podían siquiera imaginar en sus fantasías desbocadas? ¿O es simplemente su propia imagen en el espejo, donde aparecen reflejados hasta el comienzo del tiempo...?


vuelta al eden 1
vuelta al eden 1.d...
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Esculturas de bulto (redondo)

Mi amigo Cato Zulu suele tocarme a menudo las gónadas en los comentarios de esta bitácora, pero a veces se deja caer con imprevistos regalitos. Ambas vertientes del mismo cariño, yo se las agradezco de igual forma.En un viaje reciente al sur de la Francia recolectó una imagen de uno de esos horrores escultóricos urbanos que tan viciosamente me espeluznan. Se trata de una de esas despedestaladas estatuas que tan de moda se han puesto en la ciudades de todo el mundo. La que me envía mi amigo C.Z. ha sido erigida ante el Anfiteatro Romano de Nimes, reconvertido en coso taurino, a mayor gloria del insigne y aciago Nimeño II, el ultimo gladiador galo, aunque éste a diferencia de sus agrestes antecesores en lugar de enfrentarse a energúmenos germanos vestidos de pieles y armados con agudísimos tridentes, desarrolló sus destrezas vestido de bailarina y evolucionando como tal delante de una fiera negra corniveleta a la que una vez agotada y mareada con tanta evolución espiral ensartaba finamente con una especie de sable de esgrima tal como una fina señorita sevillana ensarta con un mondadientes una oronda morcilla rondeña. Está representado el tal gladiador con la falda tras la que engañaba una y otra vez al noble morlaco previamente a convertirlo en la susodicha morcilla y tocado con esa especie de extraño objeto a medio camino entre una maceta y un teléfono especialmente diseñado para extender perfectamente la mezcla de caspa y brillantina por todo el cráneo del héroe contemporáneo. Aunque tal disfraz o uniforme sea propio de otras latitudes más sureñas y supuestamente más agrestes, lo curioso del caso es que ha arraigado provisionalmente en ciertas zonas del ilustrado país como ilustración, y valga la redundancia, o rebuznancia o repugnancia, de que en todas partes cuecen habas, sobre todo si hay olfatos suficientes listos para disfrutar de semejante tufo y avispados empresarios que puedan forrarse con ello.

Lo más llamativo de la escultura es el tremendo bulto con que le han representado el lugar exacto donde los toreros suelen acomodar sus virilidades. O las pilas del traje de luces, como decía el viejo y casposo chiste aquél. ¿Habrán exagerado? En realidad sí que suelen llevar esos bultazos los valientes matarifes finos aunque normal y naturalmentemente no siempre todo el contenido es todo “suyo”. Creo que fue al profesor Castilla del Pino a quien disfruté en una conferencia hace años rebatir la excusa que había escuchado de que había que reforzar esa parte con algodones para preservarla de las astas de los bichos, aclarando que una cornada en esas partes no la mitiga ni el braguero salvavirgos de la esposa de un cruzado. La causa que él consideraba más plausible era la del refuerzo visual de la propia virilidad de los toreros, para acentuar aún más el desafío constante al que someten al público que no tiene los “suficientes” para hacer lo que ellos hacen. No hay más que ver los chulescos desplantes rituales que componen tras cada muestra de valor ejecutada.

Con todo, más sobresaliente aún que propio bulto es el hecho de que éste presente evidentes muestras de haber sido más manoseado que el columno del Pórtico da Gloria. Tal vez alguien podría explicarme (explicarnos, extendiéndolo a los fieles lectores de esta bitácora) la razón de tal proceder. ¿Tal vez el manoseo lo efectúan mujeres estériles que pretenden conjurar la fuerza eugenésica contenida en los hipertrofiados atributos del torero? ¿Tal vez mocitas casaderas que convocan con ello a la suerte para que proporcione unos iguales al que haya de ser su semental? ¿Tal vez son hombres que reclaman para sí todo lo que también les reclaman sus mujeres? ¿Culto gay?

En todo caso parece que el matador francés amenaza con convertirse en un serio competidor de su vecina y colega (en el sentido de que ambas son imágenes de bulto) la Virgen de Lourdes en cuanto al poder milagroso que ambas efigies sean capaces de ofrecer a las masas hambrientas de soluciones espectaculares para sus problemas en este comienzo del siglo XXI. Al fin y al cabo aún no ha nacido quien pueda determinar exactamente qué elementos anatómicos deben ser o no objetos de veneración por parte de aquellas personas imbuídas de ardorosa fe. El afán por catar el objeto venerado se basa en ambos casos en el mismo principio, aunque no la parte de la anatomía de los ídolos que han de tocar con untosa devoción las manos de los fieles para saciar su fe: los menudos pies en el caso de la Virgen y los dimensionados cojones en el del arrojado torero. Y desde luego, los franceses han sido siempre mucho más avispados que nosotros para vender ellos mismos nuestros productos. Recordad, insomnes lectores, cómo el mayor ranquin de ventas de las entrañables rumbas nacionales (si exceptuamos la inenarrable globalización de la Macarena de Los del Río, esos monstruos de la sutileza) lo detentó y detenta hasta la fecha un conjunto francés, para más inri con nombre inglés: los Gipsy King. Así, no les ha sido difícil utilizar para beneficio propio una de las escasos productos genuinamente españoles que nos quedaban como hecho diferencial para vender en la Europa uniforme que nos amenaza: el valor de la virilidad torera. Un valor que reside, cómo no, en los cojones. Y qué hacemos cuando esculpimos las figuras de esos temerarios héroes contemporáneos. Pues rebajarles ostensiblemente el tamaño de los mismos. ¿Por pudor? ¿Por ahorro de bronce? ¿Para no excitar peligrosamente la imaginación de las niñas? Llegan los franceses, cogen al único torero que tienen, lo esculpen en inmortal bronce y, a mano de todo el mundo, le ponen unos cojones campanudos que se convierten en tres días en un formidable objeto de peregrinación eugenésica y libidinosa y en la primera atracción turístico-religiosa de todo el Midi. Máxime cuando ya cuentan en París con otro santuario de lo mismo, este sí genuinamente francés, sito en el cementerio del Père Lachaise donde se halla la tumba del romántico francés Victor Noir, como nos recordó no hace mucho el amigo Trapo, representado con su miembro en plena gloria que acuden a acariciar las mujeres estériles de todo el país.

Escribo a mi amigo Cato Zulu para darle las gracias por el regalito y le comento que en Valencia existe, junto a la plaza de toros, una escultura torera: la del malhadado banderillero Manolo Montoliú. A los dos días me envía imagen de la misma haciendo de paso referencia a la brutal diferencia:

Como verás, he cumplido contigo. Ni corto niperezoso me he ido a retratar la estatua de Manolo Montoliu para que te de más juego en tu artículo. Te envío dos fotos: una con el banderillero y otra con el susodicho más una guiri que por allí pasaba (y que por cierto está muy buena, la cabrona) y que no ha resistido el impulso de retratarse con un símbolo de la virilidad patria: el torero. Es muy probable que Manolo Montoliu no se comiese muchos torraos en su vida; por la estatua parece que debió de ser más bien algo canijo. Sin embargo, paradojas de la vida, su imagen inmortalizada en bronce es
y seguirá siendo objeto de atracción de turistas, extranjeras más bien, que ven en ella ciertas referencias no exentas de simbolismo sexual. ¡Quién mejor que un torero puede representar al "macho hispánico", esa especie ya protegida y de la que quedan menos ejemplares que la del lin ce ibérico!

Por cierto, en su estatua no aparece el "bulto marcado", ¿por qué?.

¡Pues por eso, so pasmao, por eso! Porque no nos enteramos....



Comentarios
Querido Harazem, se me ocurre que quizás el susodicho banderillero utilizase el famaso anillado “Príncipe Alberto” para evitar “marcar paquete”. Esta especie de piercing que el Príncipe Alberto (esposo de la reina Victoria) utilizaba consiste en colocar un anillo que penetra en la uretra y sale por el frenillo. Parece que algunos aristócratas ingleses, como el Príncipe Alberto, lo llevaban.Pasaban por el anillo una cinta cosida en el interior de suspantalones para así mantener el miembro a un lado discretamente, sin"marcarse", pues parece que el “marcar paquete” quedaba poco aristocrático. También consideraban que eso facilitaba la higiene. Yomás bien me inclino a pensar que el tema del anillado del peneprincipesco debió de ser más bien de índole sexual, pues dicho anillodebía de incrementar un montón el placer, y no el del príncipe sinomás bien el de la Reina Victoria al ser penetrada. Y creo que deboestar muy cerca de la verdad de tan extraña práctica; los filipinospractican algo parecido, se hacen una incisión superficial en la pieldel pene, en la parte superior (en el lomo, por así llamarlo, delmiembro) y se insertan varias piedras semipreciosas (tipo turquesas).Tras unos puntos de sutura y la posterior cicatrización ya estándispuestos para satisfacer a su pareja. Dichas piedras producen unroce en el clítoris que incrementa en gran medida el placer de laafortunada. En fin, no podemos saber con seguridad si Manolo Montoliú utilizaba el anillado “Príncipe Alberto” o si es que simplemente la tenía más bien pequeña.C.Z.
Cato Zulú — 05-09-2005 00:21:45
pues solo t comento q... conoci en vida a el de la estatua en Francia... Cristian o Nimeño II, para mi fue una persona muy important... ahora para responder a tu intriga en cuestion a lo del "pakete" pues solo t digo q si analizas varias fotos de varios toreros a algunos se les nota mas q a otro el "pakete" todo esto, como ya sabras tu o sabemos, depende del tamaño del miembro viril pues... de la estatua t puedo decir q muchas veces no las hacen 100% proporcional a como era o es la persona real, en este caso la verdad no recuerdo la anatomia de Cristian para decirt si, las proporciones son correctas, pero t invito a q indagues un poco en internet a ver q consigues... o si no estoy a la orden para ayudart en la buskeda... con respecto a el pakete tan marcado, el tema del algodon, etc etc, no es cierto.. ellos en el traje usan unas medias q son bastant altas tanto como unas pantymedias d mujer q es de varias kpas, y luego se colocan los pantaloncillos... si buscas fotos de cornadas veras q los q han recibido cornadas en esta zona, kedan con el "pakete" al aire y no sale ningun algodoncito... jejeje bueno ya termino por aka.. hablamos..
Saba — 10-07-2006 04:50:29

jueves, 1 de septiembre de 2005

Los viejos rótulos del callejero

Terminó ferragosto y con él la desertificación humana del interior del país. Ya en casa desde hace un mes, con todo renovado, pero agotado por los remates y el ordenamiento de todo un hogar desmontado. Estreno foto. Una de esas pequeños y deliciosos detalles que el observador curioso puede descubrir en esta ciudad. El antiguo rótulo de una calle cuyo nombre fue sustituido hace un siglo por otro de mármol con el de uno de esos espesos próceres-erudos locales: Ramírez de las Casas Deza. Como casi todas las del casco antiguo.
La resistencia popular ha sido numantina. En muchas de ellas sigue prevaleciendo verbalmente el antiguo nombre. Rodríguez Marín sigue siendo Esparterías para todo el mundo, Pedro López, la calle Carreteras, Gutiérrez de los Ríos, Almonas, San Fernando, la de La Feria...
Me viene a la cabeza una anécdota de mis años de estudiante a finales de los años 70. El Ayuntamiento de la ciudad decidió homenajear a un historiador inglés de farragoso nombre y de fama universal, Arnold Toynbee (1889-1975), cuya relación con la ciudad he olvidado: debió visitarla por algún motivo oficial o bien se desplazó para admirar la Mezquita o atraído por la fama de los boquerones del bar Mezquita, el salmorejo de El Pisto o el rabo de toro de El Caballo Rojo. El caso es que para inmortalizar esa tangente relación los cráneos privilegiados de esta ciudad (el espíritu sigue siendo el mismo, cuando no los mismos personajes) pensaron dedicarle una calle o plaza. Y no se les ocurrió otro lugar que la coqueta plaza de la Concha, a dos pasos de la Mezquita, junto a una de las más típicas, visitadas y fotografiadas callejuelas de la Judería: la calleja del Pañuelo. Así que bajo el azulejo del XIX con el antiguo nombre en preciosa caligrafía azul mandaron colocar horrenda lápida de mármol con la nueva rotulación: Plaza del Profesor Arnold Toynbee. Hoy los historiadores (profesionales, aficionados y frustrados) reciclados que otrora lo denigraran están prácticamente autorehabilitados y su condición de estudiantes de orientación marxista durante la Santa Transición, olvidada. Pero entonces Toynbee era para ellos el máximo representante de la historiografía “burguesa”, en las antípodas de los análisis marxistas de los historiadores de moda en aquellas heroicas facultades de Historia. Así que los que éramos estudiantes y no pocos PNN de la época nos sentimos agraviados por aquella afrenta por partida doble: por la de la estética de la ciudad y por la de la ética de nuestras convicciones. Un comando formado por los más aguerridos de mis compañeros de la facultad de Filosofía y Letras (aquel nido de rojos) decidieron pasar a la acción directa y durante varias semanas atacaron muy de madrugada (premeditación, alevosía y nocturnidad) la ominosa lápida con bolas de bronce lanzadas con la fuerza que les proporcionaba su fe en la perfectibilidad de la historia. La lápida acabó lógicamente destrozada y no recuerdo si llegó a ser restaurada una, dos o muchas veces. El caso es que al cabo de los años los responsables nomenclatoristas del Ayuntamiento decidieron muy razonablemente regresar la placita a su antiguo nombre y dedicar al viejo profesor una de las recientes avenidas que atraviesan los adocenados nuevos barrios de la ciudad.