(del laberinto al treinta)


sábado, 7 de enero de 2012

¿Nació realmente Séneca en Córdoba?



Acisclo Lupiáñez



En este lejano lugar del Medio Oeste gringolandés donde transcurren mis exiliados días entre la investigación y la docencia no abundan las distracciones. Así que me dedico en mis horas libres a la realización de pequeñas pesquisas históricas referentes a mi lejana y añorada tierra, Córdoba. Entiendo el exilio y entiendo el dolor de quien lo padece. Por eso siempre me he interesado por el que sufrió durante ocho años Séneca en Córcega y la expresión que de ese dolor dejó en sus escritos. Y fue precisamente en el estudio de las obras escritas por el filósofo en torno a ese exilio donde las dudas de su verdadero origen han surgido en mi como las grietas tumefactas surgen en los bordes de las heridas malcuradas. No es sólo cosa mía. Otros exegetas de la obra senequiana con mucha más autoridad que yo, que ni siquiera soy latinista o historiador, han mostrado sus dudas no ya sólo acerca de que Séneca fuera nacido en Córdoba sino incluso de que fuera de origen cordobés, toda vez que el patronímico Anneo que aparece tanto en la epigrafía cordobesa lo hace también y con la misma frecuencia en muchos otros lugares del Imperio.

Patrick Manzini, latinista norteamericano especializado en las Cartas de Séneca, publicó hace unos años un opúsculo (1) en el que a partir del estudio de Consolación a Helvia, las Cartas a Lucilio y otras obras senequianas planteaba la duda de que Córdoba hubiera sido realmente la cuna del filósofo, quien probablemente fuera de nación y estirpe de raigambre romana, propiamente de la misma Roma o como mucho de alguna ciudad cercana.

Así mismo el latinista italiano Gillo Santorini viene a coincidir en muchos aspectos de las dudas que plantea Manzini en un voluminoso tratado sobre el uso del gentilicio en la Roma republicana publicado hace unos años (2). Ambos coinciden en señalar la práctica ausencia de referencias a Córdoba en las cartas y en los epigramas de Séneca y defienden la teoría de que cuando lo hace se hace eco de una moda muy extendida en el siglo I en Roma por puro exotismo de declararse nacido en algún lugar lejano del Imperio, preferentemente Hispania y en concreto la Bética, como lugar semimitológico y cargado de referencias de la literatura fantástica grecolatina. Pero es que además la mayoría de los cordobeses no somos conscientes de la clase de importancia que gozó Corduba en aquel tiempo y lo de moda que llegó a estar en la Roma capitalina imitar lo cordobés, hasta el punto de considerarse de buen tono declararse cordubens.

Los que sí parecen serlo son los arqueólogos locales que lo están demostrando. Qué hermosa armonía se produce en la cultura cuando los yacimientos confirman las hipótesis de las cátedras. Si hemos de creerlos –y no tenemos motivos para no hacerlo- las pruebas de este carácter de faro mítico, e incluso místico, de la Corduba del siglo I han aparecido de las propias entrañas de la tierra cuando ha empezado a dar a luz, ejerciendo ellos de competentes parteras, la impactante evidencia de que nuestra ciudad no sólo fue la fundación capitalina de una provincia lejana, sino un verdadero faro iluminador y foco dispersor de cultura y modas literarias, vestimentarias, alimentarias y arquitectónicas a todo el Imperio. Este último campo, el de la difusión de modelos arquitectónicos a la metrópolis, está siendo brillantemente estudiado por nuestros esforzados equipos arqueológicos locales, cuyos últimos descubrimientos apuntan a la demostración –ya cumplida- de que incluso el anfiteatro cordobés sirvió de modelo canónico para la construcción del Coliseo de Roma (3). Somos muchos los que pensamos que la rutilante exposición arqueológica que en estos dias se puede disfrutar en la ciudad, CÓRDOBA REFLEJO DE ROMA, tendría que haberse llamado más bien la viceversa: ROMA REFLEJO DE CÓRDOBA.

Pero tras este preámbulo de cimentación teórica pasemos ya directamente al asunto de este artículo: la demostración de la no cordobesidad del filósofo Séneca. La prueba difinitiva de la teoría me ha venido cuando comentando estos temas con mi amigo Severo Sandua, latinista colombiano que imparte sus clases en esta misma Universidad y con quien comparto frecuentemente charla y vino californiano (cuando se nos acaba el Montilla que me traigo en mis espaciadas visitas), me ha puesto en la pista de un detalle que según él podría ser la clave definitiva para desmontar el extendido error de hacer a Séneca cordobés. Se trata del epígrama De se ad patriam, que hemos traducido juntos a cuatro manos en una tarde, uno de los 72 atribuidos a Séneca pero con la particularidad de ser el que presenta unos rasgos estilísticos senequianos más acusados. La latinista italiana Rita Degl'Innocenti Pierini ha demostrado (4) de una manera contundente que este epigrama al menos no permite albergar demasiadas dudas de su autoría.

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DE SE AD PATRIAM


Corduba, solve comas et tristes indue vultus,

inlacrimans cineri munera mitte meo.

Nunc longinqua tuum deplora, Corduba, vatem,

Corduba non alio tempore maesta magis.

Tempore non illo, quo versis viribus orbis,

incubuit belli tota ruina tibi,

cum geminis oppressa malis utrimque peribas

et tibi Pompeius, Caesar et hostis erat.

Tempore non illo, quo ter tibi funera centum,

heu, nox una dedit, quae tibi summa fuit.

Non Lusitanus quateret cum moenia latro,

figeret et portas lancea torta tuas.

Ille tuus quondam magnus, tua gloria, civis

infigor scopulo. Corduba, solve comas,

et gratare tibi, quod te natura supremo

adluit Oceano: tardius ista doles.

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DE ÉL A SU PATRIA


Córdoba, suéltate el pelo y píntate la cara de pena,

y ofrece a mis cenizas el sacrificio de tus lágrimas.

Ahora lejana, Córdoba, llora a tu poeta,

Córdoba, nunca más triste que ahora.

Ni siquiera en aquel tiempo en que desatadas las fuerzas del orbe

cayó sobre ti toda la ruina de la guerra,

cuando un geminado mal doblemente te mataba

y enemigo para ti fue Pompeyo y lo fue César.

Ni siquiera en aquel tiempo en que ¡ay!, trescientos funerales

te dio una sola noche que fue para tí la peor.

Ni cuando asaltaba tus muros el saqueador lusitano

y clavó en tus puertas su atrevida lanza.

Este que fuera para tu gloria ciudadano famoso

clavado está ahora en un peñasco. Córdoba, suéltate el pelo,

y agradece a la naturaleza que permitió que te bañara

el lejano Océano: eso retrasará tu dolor.

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Aparte de sus señalados en varias ocasiones y por diferentes estudiosos claros reflejos en el lorquiano Córdoba lejana y sola, se trata de un hermosísimo poema en el que podemos detectar claramente diamantinos arquetipos, inmortales moldes iconográficos de la poesía más genuina de todo el Mediterráneo, como ese suéltate el pelo que remite a las cien mil clónicas plañideras que empedran la geografía y la historia del dolor popular en el Gran Charco Familiar. Pero para lo que a nosotros nos interesa hemos de fijarnos en los dos últimos versos, en ese agradece a la naturaleza que permitió que te bañara el lejano Océano, en el que afirma que un mar baña los pies de nuestra Córdoba. ¿Se trata de la misma Córdoba que conocemos? Veamos: previamente el autor ha señalado el dolor y la destrucción que a esta Córdoba le causó la guerra civil entre César y Pompeyo y el miedo que debió sentir cuando el salvaje Viriato casi la viola. O sea que se trata de la misma Córdoba que conocemos. Pero… quien escribe esos versos, y ya ha quedado demostrado que es el propio Séneca, demuestra que sabe mucha Historia pero desde luego poca, muy poca Geografía. O que no sabía muy bien de qué lugar estaba hablado. Y para haber nacido y haberse criado allí… Porque si algo puede afirmarse con certeza de la ciudad de Córdoba desde que los primeros edaddelbronceños que pasaban por allí les gustó el sitio y se asentaron en la Colina de los Quemados es que nunca tuvo playa. Playa-playa, que la del río es un refrescadero. Porque si la hubiera tenido no podríamos explicar el que cada temporada calurosa bulliciosas hordas de cordobeses se vean impelidos a invadir el territorio de sus vecinos malacitanos para sentirse ciudadanos europeos normales que practican la liturgia del veraneo convencional medio desnudos y dejar su ciudad como la actual Pompeya: sólo ruinas para los turistas. Vicente Cristóbal, profesor de la Complutense, sugiere en una comunicación presentada en el congreso SÉNECA, DOS MIL AÑOS DESPUÉS celebrado en Córdoba en 1996, que esa referencia marítima pudiera acoger al propio Guadalquivir, teniendo en cuenta que era navegable hasta muy arriba en la Antigüedad y su curso podría entenderse como parte del Océano (5). Pero ni como licencia histórica vale. Quien escribió ese epigrama, y ya hemos visto que a los mejores expertos no les caben demasiadas dudas de que fuera el propio Séneca, no tenía ni la más remota idea del lugar exacto donde se ubicaba la (entonces) mítica ciudad de Córdoba. Así que malamente hubiera podido criarse en ella como afirman todos los tratados de senecología desde tiempos inmemoriales.

No pasa nada. La ciudad podrá superar este trauma. Lo superaron ¡¡¡los sevillanos!!! cuando se demostró que Adriano no había nacido en Itálica... Sólo sufrirá un pequeñísimo rasguño en su ego fácilmente sanable por los cientos de otros, más o menos pequeños, orgullos patrios que adornan su existencia.

Sólo que ya al Séneca estoico malamente se le podrá seguir responsabilizando de ese rasgo del carácter cordobés que es su seña de identidad y su hecho diferencial y que, según sostiene mi amigo Manuel Harazem, no es sino la forma local de la esaboriúra o de la malafollá, cuya fama injustamente se lleva siempre su hermana granadina: el senequismo.


(1) Manzini, Patrick: There was born L. A. Seneca in Cordova? Minneapolis: University of Minnesota Press, 1978. Reprint, Dover, NH: Croom Helm, 1986).

(2) Santorini, Gillo: Sul il diritto di utilizzare l'aggettivo nell'antica Roma (Università degli Studi di Palermo, 2001)

(3) Con un eje mayor de c. 178 m., el anfiteatro patriciense se inscribe en la serie previa a la definición canónica del tipo que supondrá la construcción del Anfiteatrum Caesareum o Flavium (Juan Francisco Murillo Redondo, El anfiteatro cordubense. Catálogo de la Exposición CÓRDOBA ESPEJO DE ROMA, pg. 238).

(4) Degl'Innocenti Pierini, Rita: Tra Ovidio e Seneca (Edizioni Saggi Universitari di Filologia Classica, 44., Bologna: Patron, 1990).

(5) Congreso Internacional Conmemorativo del Bimilenario de su Nacimiento, Córdoba 1996. Publicaciones de la Universidad de Córdoba y Obra Social y Cultural. CAJASUR. Córdoba, 1997).

jueves, 5 de enero de 2012

La Junta de Andalucía se cepilla una almunia califal

Estado del yacimiento en 2009 (foto Harazem)

Estado del yacimiento el 4 de enero de 2012 (foto Harazem)

Hace tiempo publiqué un post titulado De cuando en Córdoba hubo petróleo en el que sostenía que el oro negro de la arqueología, la excavación sistemática y puesta en valor del mayor yacimiento altomedieval del mundo –unos inmensos arrabales de una ciudad islámica del siglo X- podrían haber proporcionado a esta ciudad tan escasa en recursos la posesión y explotación de un parque arqueológico comparable por ejemplo al de Pompeya. Pero ese petróleo se fue arrojando tal como iba saliendo lenta pero sistemáticamente por el desagüe de la Historia mediante una concienzuda destrucción de todos y cada uno de los yacimientos que se iban descubriendo. La portentosa conjunción de la mayor colección de políticos sinverpollas y giligüenzas al oeste del Pedroches (1) fue la responsable de que la arqueología no fuera nunca un fin en si misma, una poderosa herramienta de crear riqueza, empleo y cultura, a pesar de que siempre las llevaran en la boca, sino que estuviese siempre supeditada a la especulación del suelo. Nunca se excavó porque sí, sino porque se necesitaba para ensocavar, remover y enladrillar innecesariamente las más de las veces el suelo plagado de restos, listos para ser destruidos. Pero algunos tuvimos esperanzas de que algunos de esos restos, al menos los más importantes, se salvarían. No ya con fines de explotación turístico-económica, sino por mera vergüenza cultural. No es que creyéramos a los políticos, esos seres esencialmente dignos de toda duda, que lo prometieron, es que pensábamos que había instrumentos legales para obligarlos. Y tal vez los hubiera. Pero en este país de muertos vivientes nadie, yo el primero, mueve el culo para salvar patrimonio histórico alguno en peligro. Bueno, casi nadie. Algunas voces hay. Porque como dice mi amigo J. da mucha, infinita, más pena y mueve más a la acción reivindicativa un trozo de playa salvajemente urbanizada que la no menos salvaje destrucción de los restos de nuestro pasado y nuestra historia, incluso los que podrían darnos de comer.

Prácticamente todos los restos de calles, casas, mezquitas, fuentes, medersas, baños públicos de aquella ciudad del siglo X fueron minuciosamente pulverizados por las excavadoras de los perpetradores de esa colosal estafa llamada Burbuja Inmobiliaria y de la corrupción tal vez económica (para ello estarían los jueces), pero sobre todo moral, de los políticos de la Junta y del Ayuntamiento de Córdoba en los últimos años al servicio de los empresarios, empresarios que no tienen más culpa que la de dejarse llevar por su instinto depredador y su condición natural egoísta. Pero la almunia califal encontrada en las obras de construcción de un Instituto de Investigación anexo al Hospital Reina Sofía era tan importante, se conservaba tan bien y sobre todo, se encontraba en terrenos de titularidad pública que tuvimos esperanzas de que se salvara.

De hecho estaba prevista, se nos dijo, su integración en el edificio. Fueron declaraciones, eso sí, hechas en caliente y con la apertura bucal en posición rimbombante, de los políticos de la cultura de hace dos años.

En julio de este año (2011) todavía un diario local comentaba el costo total de las obras y apuntaba lo siguiente: Según consta en el BOE, los restos de la almunia árabe se integrarán en el edificio. Para ello se propone una estructura exenta de fachadas hasta la cota de planta primera. Al detalle, el proyecto del edificio se organizará para que las áreas más públicas del mismo se abran a la excavación. Además, la situación de la terraza incluida en el proyecto tiene vistas sobre los restos de la almunia. Debe ser un lapsus calami y en realidad lo que querían decir es se desintegrarán. Total y absolutamente desintegrados. Se la han cepillado por toda la cara. Las dos primeras son las fotos del hallazgo de 2009 y las segundas lo que había esta misma mañana.


Los restos que se iban a integrar en 2009 (foto Harazem)

Los restos "des-integrados", 5 de enero de 2012 (foto Harazem)

Desde luego ha sido ensordecedor el griterío de las fuerzas culturales de esta ciudad, de los periodistas de himbestigasión y los arqueólogos con tribuna, de los de la UCO-GMU, que según me cuentan han sido los que lo han excavado. Ensordecedoras sus protestas en la prensa desde donde de vez en cuando claman por el respeto y la concienciación en la conservación del patrimonio. Ensordecedora la de los miembros de la Hakademia de Nobles Caspas y Bellas Tretas. Las de los departamentos del ramo de la Facultad de Filosofía (y últimamente Ufología) y Letras. Y las de los hoteleros que viven exclusivamente del turismo.

Es por eso que suena atrozmente ridículo el kikirikeo que el nuevo gallo del corral de urbanismo del Ayuntamiento de Córdoba ha entonado desde el Acorazado ABC. Sacando pecho, ereccionando la cresta, este cantamañanas de encendida verborrea vuelve a soltarnos las mismas soplapolleces que llevan 30 años entonando sus predecesores acerca del inmenso potencial turístico de esta ciudad, de esencias inmarcesibles, crisol de pueblos, joyas escondidas, ¡¡¡un nuevo Tibet en el corazón de la península Ibérica!!! y otras pedorradas discursivas del kit habitual del implementaor cultural cordobita. Por el sueldazo que se lleva ya le vale desde luego derrochar blablableo inane. Pero por dignidad debería de callarse ya un poquito. Que ya apesta ese discurso que lleva podrido varios lustros. Y más después del empacho de la insoportable matraca de la Caspitalidad, que casi acaba con el más minúsculo átomo de sentido común en esta ciudad.

La paradoja más atroz es que el Instituto que van a edificar encima y que, desde luego, tanta falta hace, lleve para prestigiarse un nombre andalusi, después de haber sido construido sobre el arrasamiento de los restos de otro edificio en el que quién sabe si el propio Maimónides no pernoctó alguna vez.




SECUELA:

LA ALMUNIA QUE SE CONVIRTIÓ EN ARRABAL O VICEVERSA

(1) Todos nos acordamos de la inefable delegada de cultura Mudarra y su teoría de la lucha de clases en la arqueología. Los arrabales orientales no se salvan, dijo, porque pertenecían a las clases menos acomodadas de la sociedad andalusi. Lo que nunca nos dijo la muy pillina fue la causa por la que no salvó tampoco los occidentales que eran las de los ricos. Otro delegado, cuando ya se había destrozado el palacio de Maximiano para construir una estación de AVE que podría haberse desplazado 500 mts más al norte, dijo con todo su morro que sólo se le había inferido un leve arañazo a un muro. Y Trigo, al que se le llegó a llamar Extherminio Trigo que organizó una campaña para desprestigiar la arqueología para evitar que se paralizase la destrucción del mismo palacio. Eso por no hablar de la visión que la prensa local proyecta sobre los restos arqueológicos, a los que tilda sistemáticamente de latosos, escollos, quebraderos de cabeza y cosas por el estilo. A los que defendemos que existe una conspiración perfectamente organizada en esta ciudad en contra de la arqueología para salvaguardar intereses muy concretos nos llaman arqueoconspiranoicos. Ya te digo...


lunes, 2 de enero de 2012

La Yihad Cofrade secuestra la Cabalgata de Reyes

Carrozas de Cabalgata de Reyes propuesta por los concejales cordobeses para 2012. Dos de palio (Melchor y Gaspar) y uno descubierto, el de Baltasar, que por ser negro y en palabras del portavoz municipal, está más acostumbrado a la interperie.

El solsticio de invierno es un hecho natural ligado a la rotación de la Tierra que todas las culturas del mundo ha revestido siempre de vistosos ropajes simbólicos. La religión cristiana que corrompió el justo equilibrio fideístico del Imperio Romano, usó la mayor parte de los ropajes (1) con que otra religión anterior de origen iranio, en casi todo mucho más sensata que ella, lo vistió, el mitraísmo, que llegaría a ser religión oficial de Roma un poco antes de que lo fuera el cristianismo sin necesidad de perseguir a ningún infiel. Aquella absorción o suplantación no fue pacífica, sino que se consiguió mediante un terrible genocidio: el de los paganos. No se sabe el número exacto de paganos, mayormente mitraístas, que pagaron con su vida o con su seguridad la letal paranoia monopolística que aquejó desde siempre a los seguidores del nazareno crucificado por sus paisanos judíos. Su holocausto fue eliminado de la memoria. No contaron luego con ejércitos de glosadores de los martirios como sí tuvieron los escasos ajusticiados propios (de una manera atroz, eso sí) por las autoridades imperiales que los acusaban con toda razón de minar las bases convivenciales de tolerancia de la sociedad romana. A los paganos no sólo se les robó su caudal simbólico, sino que se les exterminó para que no lo recordaran.

Desde el momento en que se convierte en religión oficial del Imperio Romano el cristianismo dará claramente medida de su talante persiguiendo sañudamente cualquier atisbo de competencia. Una vez transmutado en catolicismo sólo en los lugares donde convivió con el Islam durante un tiempo aprendió a compartir espacio, aunque por periodos muy localizados. En cuanto pudo de nuevo eliminó físicamente a los diferentes. 1492, 1610, la Inquisición, La Cruzada Nacional son hitos de esa paranoia monopolística. Sólo muy recientemente, cuando las prácticas democráticas, muy timoratamente, les convencen de volver a compartir espacio en otro Imperio, el de la Razón, los diferentes (no creyentes o creyentes de otra fe) pudimos vivir a salvo, aunque no totalmente en igualdad de condiciones.


Pero la tendencia natural del catolicismo es imponer absolutamente su particular moral. Tras 1.600 años de monopolio, impuesto siempre a sangre y fuego, no podíamos esperar que se civilizarían tan fácilmente. Ya imponen en las constituciones de los estados que practican la democracia parlamentaria la mayoría de sus presupuestos ideológicos por una doble vía: políticos católicos adoctrinados y maniobras en la oscuridad para conseguir que se considere delito lo que sólo para ellos debe ser pecado. Sólo de vez en cuando sienten resquebrajarse su poder monopolístico cuando las presiones sociales consiguen arrancar libertades básicas en materia de costumbres y derechos individuales. Pero a la nada que puede, La Iglesia Católica, sirviéndose de sus peones fieles, vuelve a la carga.

Y en ello estamos desde hace muy poco. Más recientemente en el gobierno del estado y un poco más en el municipal de Córdoba hemos visto instalarse una serie de políticos claramente adscritos al catolicismo más extremo, pertenecientes a sectas que practican un fundamentalismo religioso impositivo, como neocatecumenales, Opus Dei, Legionarios de Cristo y en el caso concreto de Córdoba sectas idólatras cofrades. El falso, pero aparente porque está extremadamente escorado a la orilla católica, equilibrio conseguido por gobernantes anteriores que consiguieron introducir muy tímidas reformas laicistas y ampliar algo el espacio libre de contaminación religiosa para buena parte de la ciudadanía que ni la necesita ni la desea, se ha vuelto a romper. La Yihad Católica se ha recrudecido y amenaza un reencantamiento del espacio social con una virulencia de la que aún no somos conscientes los que colocamos la autonomía de la razón por encima de las creencias mágico-religiosas.

En Córdoba, el nuevo equipo formado por ultraliberales y kofrades radikales comenzó hace tiempo su Yihad. No sólo la participación en actos sociales por parte de los concejales han consistido casi exclusivamente en la emisión de rococós pregones idólatras en cofradías y hermandades (2), lugares que pertenecen al ámbito de la empresa privada, sino que están tratando de excluir brutalmente de la participación social festiva a la parte de la sociedad que no comulga con los simbolismos particulares impuestos desde hace siglos por la Iglesia en las celebraciones comunitarias del calendario natural.

La Velá de la Fuensanta fue buena prueba de ello. La Cabalgata de Reyes con que amenazan en unos días, la segunda en la frente. Sin cortarse un pelo los yihadistas católico-cofrades han impuesto que la decoración de las carrozas de la cabalgata tiene que hacer referencia exclusiva a la simbología religiosa que ellos consideran pertinente, basándose en una tradición que ha sido impuestas desde siempre por la Iglesia Católica. Se trata de convertirlas exclusivamente en catequesis festivas, conculcando el derecho de los ciudadanos que no comulgan con sus creencias en sus seres imaginarios y que están en su derecho a considerar a la fiesta de los Reyes Magos patrimonio de todos los ciudadanos independientemente de sus creencias religiosas o su ideología política. Y una tradición que se puede y se debe desvincular, al menos oficialmente, de religión organizada alguna.

La Navidad, los Reyes, las fiestas patronales no pertenecen exclusivamente a los católicos, por muy mayoritarios que sean y por muy católicos, cosa dudosa si nos ponemos histérico-históricos de verdad, que sean sus origenes. Pertenecen a toda la comunidad y representa los valores de cohesión de todos los vecinos y todos por tanto los que lo deseen tienen que estar representados. Lo que hasta hace poco se conocía como folklore y que ahora tal vez podríamos asimilar como correlato al consumo de valores o a los valores del consumo del sistema que se nos impone, pero tan respetables todos como los que emite la Iglesia para consumo de sus fieles. La festividad de los Reyes Magos tiene mucho más que ver con el imprescindible cultivo de la ilusión en los niños en tradicional fecha fija que con las necesidades de emisión de catequesis de ningún credo privado. Sea como sea si se admite simbología religiosa, y es justo que ocurra en su justa medida, hay que admitir que haya gente que no la comparta y proponga alternativas coexistentes. Se trata de sumar y no restar o más bien escamotear y prohibir.

Pero que podemos esperar de la banda de hostiahidines que se nos ha metido en el Ayuntamiento. Se empieza catequizando la Cabalgata y se acaba pidiendo la partida de bautismo a los niños que vayan a entregar la carta a los Reyes del Ayuntamiento. Al tiempo.

¡Ah! Y que vayan preparando máscaras de gas los empleados municipales a partir de febrero, cuando empiece la Cuaresma... ¡¡¡Jajajajajaja!!!


(1) Mitra nació en una cueva de una virgen, el carácter mistérico del cristianismo en los primeros siglos proviene directamente del mitraísmo, los ritos sacrificiales catárticos (toro, Cristo) y la comunión bajo las dos especies: pan y vino. El misterio de la Trinidad proviene directamente del los dos dioses (Padre e Hijo) y una sola naturaleza del mitraísmo

(2) En estos enlaces puede el lector curioso encontrar algunos (no todos, sería una labor ingente) de los pregones emitidos por distintos concejales y concejalas del Ayuntamiento de Córdoba en los 6 meses que llevan gobernando, amén de asistencia a actos de tinte estrictamente católico. UNO, DOS, TRES... Lo raro es que no hayan instaurado un pregón de la Cabalgata, en el que nuestros concejales trasladen la caspa del barroquismo cofrade al navideño, cosa que no sé si hacemos bien en apuntar, no sea que les demos ideas...