(del laberinto al treinta)


sábado, 4 de febrero de 2006

Estatuaria egabrense

Como la noticia de mi vuelta me vino muy bruscamente casi me quedo sin poder realizar una de las cosas que tenía en mente como autoresarcimiento por la situación: visitar el pueblo. El pueblo de Cabra presenta algunos atractivos que lo hacen merecedor de gastar algunas horas para saborearlos. Me he encontrado algún compañero que llevando más de 5 años en situación de exilio y desplazamiento diario se han enorgullecido de no haber visto ni siquiera el ayuntamiento. Bueno, cada cual se autoresarce como puede. Así que el último día y aprovechando que me tocaba turno de tarde me presenté en el pueblo a las 10 de la mañana dispuesto a ejercer de turista agradecido. Lo primero fue el museo. Un coqueto museo arqueológico en el que se han recogido los tesoros del remoto pasado más importantes de los alrededores. Lo preside una magnífica reproducción en escayola de la famosísima escultura de Mithra encontrada en la comarca en los años 50 y cuyo original en mármol se encuentra depositado en el arqueológico de la capital. Aunque ya se que no os fiáis mucho (con toda la razón) de mis promesas de publicación de temas anunciados, volveré a reincidir y prometo escribir una anotación acerca de este curioso dios que dio lugar a una religión que estuvo a punto de desbancar al cristianismo en el momento en que ambos pugnaban de igual a igual por hacerse con la clientela demandante de cultos mistéricos en pleno esplendor del Imperio Romano. Al final se llevó el gato al agua el cristianismo, quizás porque tuvo mejores padrinos y sobre todo por su mayor truculencia. De haber triunfado el mithraísmo hoy el mundo sería muy distinto. No sé si sería un mundo más justo, pero desde luego sí que más divertido. La de Cabra es una de sus mejores representaciones en una impactante imagen del dios sacrificando a un toro al que una serpiente muerde el pecho y un escorpión los cojones.Un hermoso Apolo de mármol y un niño haciendo los cuernos con su manita completan la estatuaria del museo. Monedas, cerámicas menores y la consabida colección de puntas de flecha de sílex. Pero la verdadera estrella del museo, expuesta en sala propia, es la impresionante colección de cerámica roja tartésica orientalizante, de yacimiento desconocido y cuyo perfecto estado de conservación y la belleza de sus dibujos de influencia fenicia los convierten en un verdadero tesoro.

La casa de Juan Valera engalanada por su centenario, las pocas mansiones señoriales que se van salvando de la piqueta, el fresco y coqueto patio del casino, el Instituto, los típicos barrios del Cerro y de la Villa, perfectamente enjalbegados y enmacetados y el castillo ocupado ahora por el inevitable convento de monjitas que sólo permiten la visita a sus exalumnas. Como no soy el caso, me quedé sin verlo.

Mi ya conocida fijación maniática por las esculturas urbanas me llevó a fijarme en las existentes en el pueblo y a tratar de trascender su propias cualidades estéticas. Aparte del extraño monumento-fuente instalado en la placeta del Instituto dedicado a un oscuro fraile pedagogo (eso he dicho: pedagogo), son cinco las esculturas que contabilicé, todas dedicadas a personajes históricos locales. El que probablemente sea la más internacional de las glorias locales por más que no creo que nadie en el pueblo sea consciente de ello, el poeta hispanomusulmán Muqaddam ibn Muafa más conocido por El Ciego de Cabra, fue el creador de la moaxaja, una de las composiciones que más ha influido en la música de más países y durante más tiempo antes de la era de la electrónica. En su forma natural se han venido componiendo moaxajas desde su creación en el siglo IX hasta la actualidad en todo el mundo árabe, principalmente en Oriente Medio y en su versión refinada dio lugar y base a las nubas, la forma de suite musical de las grandes composiciones de la música clásica, o andalusí, de todo el Maghreb. Su forma primitiva, la jarcha fructificó en toda la poesía medieval a través de su influencia en la poesía provenzal y el nombre de su creador forma parte de la mitología de músicos fundadores de grandes tradiciones musicales. En la puerta del convento que ocupa el solar del antiguo castillo, bajo una escenográfica palmera le han infligido una horripilante estatua en estilo remordimiento, división naif-disneyana, en cómoda piedra artificial, de la misma familia que las erigidas a las glorias hispanomusulmanas de la capital, Averroes y Alhakam II. Nunca entenderé por qué los promotores de monumentos conmemorativos, a falta de presupuesto o buen gusto para obrar con calidad, no se contentan con sencillas estructuras poligonales que cumplan limpiamente con su misión sin mancillar la imagen de los homenajeados.

Cabra cuenta con un hermoso paseo arbolado que presume de ser el primero que se construyó en la provincia y en el que han paseado, flirteado y asoleado muchas generaciones de egabrenses. En él cohabitan otros cuatro monumentos escultóricos de diferente talante, aunque colocados en hilera y en igualdad de importancia: El dedicado al cantaor de flamenco prehistórico local Cayetano Muriel Niño de Cabra, que rivalizó en los años 20 con el mismísimo don Antonio Chacón, el de un poeta local cuyo nombre he olvidado, el busto de Juan Valera, el interesante novelista del XIX autor de Juanita la Larga y Pepita Jiménez, gloria local durante un siglo y el del político franquista, conspicuo falangista y populista ministro del régimen fascista José Solís Ruiz. Conocido durante su larga trayectoria como La Sonrisa del Régimen por su perenne mueca carcajeante con la que simulaba una falsa campechanía que en realidad escondía un talante de feroz predisposición a la represión y el acogotamiento de las clases trabajadoras, representó lo más siniestro y despreciable de aquella terrible dictadura. En Cabra no parecen ser muy conscientes de semejante circunstancia. La escultura es muy reciente (y muy buena) y aunque me han comentado que la propia vergüenza de las fuerzas progresistas del pueblo evitaron que se colocase en la plaza principal frente al Ayuntamiento no parece que pudieran o quisieran evitar su colocación donde ahora enseñorea su desafío antidemocrático. El verborrágico ministro fue un benefactor tenaz y entusiasta de su pequeña patria chica. Nunca dejó de favorecer, frente a los demás pueblos de la comarca, a Cabra y desde luego todo el mundo está convencido de que la ubicación del Hospital Comarcal en ella y no en Lucena, su lugar natural, por capitalidad y facilidad de comunicaciones, se debió a la poderosa influencia del obsceno político, que detentó, entre otras productivas actividades, la representación legal de los intereses económicos personales del rey de Marruecos, Hassan II, en España (Dios o Allah los cría y ellos se juntan...).

Está bien que los pueblos sean agradecidos, pero como cualquier cristiano sabe el deber favores al diablo sólo significa que se está perdiendo el alma. La calle principal del pueblo también detenta su nombre. Otro desafío a la necesaria fijación higiénica de la Memoria Histórica.

Cabra, desde luego siempre ha sabido explotar la fama de sus hijos. Otro egabrense ilustre es el doctor Zurita, consorte de la hermana del rey de España, Margarita de Borbón, que, cómo no, ha dado nombre al propio Hospital, Hospital Comarcal Infanta Margarita, lo que sin duda representa todo un detalle de amor recíproco materno-filial realmente enternecedor. Por supuesto, el tal doctor cuenta también con su nombre inscrito en el nomenclátor callejero de tan avispada y prolija localidad.

La actual Ministra de Cultura, Carmen Calvo, también es hija de esta tierra, pero que se sepa sólo la ha beneficiado invirtiendo en la construcción de una casa para su uso y disfrute. Para eso, al menos, sí que ha sido sencillita.

Comentarios
Carmen Calvo, la descuartizadora del Archivo de Salamanca
Salmantino humillado y ofendido — 05-02-2006 21:50:09
a ver s i nos vamos enterando por que el hospital de cabra se ubico en cabra y no en lucena. no fue por el ministro tan famoso como dices sino porque nadie queria en la postguerra la llamada cajanacional de raciones por que llevaban toda la mundicia y se la llevo cabra por eso se creo primero el inss en cabra por eso le correspondia a cabra y no a lucena antes hay que documentarse y despues escribir
crack — 31-03-2006 21:04:57

1 comentario:

Anónimo dijo...

Sólo un apunte y un par de opiniones: el poeta local cuyo nombre no recuerda es Pedro Iglesias Caballero, compañero de generación de otros poetas de Cabra relacionados con la corriente ultraísta (y otros -ismos) en Madrid: Juan Soca, Tomás Luque, Lasso de la Vega y, sobre todo, Pedro Garfias, salmantino pero egabrense de adopción.

El que los egabrenses tengan que soportar la estauta de Solís en pleno Paseo es un hecho difícil de soportar para buena parte de la población. Cabra , como otros sitios, no se libra de la confusión generalmente admitida de criticar a sus señoritos golpistas (como este hombre) por lo bajini y a la vez permitir de facto que su ayuntamiento democrático le haga ostentosos homenajes muñequiles. A la inauguración fueron diez personas, discurso del alcalde, agradecimiento de la familia y silencio final.

Un saludo.