(del laberinto al treinta)


sábado, 14 de octubre de 2006

Negros

C. y yo visitamos esta manhana Recife, una ciudad sin demasiado interés, salvo la de ser capital de un estado que tiene el casi increible nombre de Pernambuco. Tras dar una vuelta por el otrora senhorial y hoy destrozadísimo casco antiguo nos decidimos por ir a comer a un restaurante de pescado en la larga corniche de la playa de Boa Viagem, una zona residencial de grandes rescacielos y coquetos bares y restaurantes. Elegimos el Bargaço, un restaurante caro, donde degustamos un delicioso peixe con molho de camarões.
Mientras saboreamos las entradas miro alrededor y descubro que la clientela, unas cien personas, está formada estrictamente por personas de raza blanca. La mayoría de rasgos sureuropeos y alguno que otro germánico. Podríamos estar perfectamente en un restaurante de Lisboa, de Madrid o Milán. Eso no tendría mayor importancia si se obvia el hecho de que en esta ciudad casi la mitad de los habitantes son de raza negra o acusadamente mulata. La Estadística, como el pintor de ángeles de alcoba de Machín, se olvidó de los negros.
Los camareros no son negros tampoco, pero sí de piel notoriamente más oscura que la de cualquiera de los clientes.
Por el precio de la comida hemos recibido también una lección de sociología. También de política. Y de ética.
A mí siempre me asombró el hecho de que nadie haga nunca referencia al racismo cuando se habla de los países latinoamericanos. Yo no lo esperaba tanto de Brasil. Conocía el caso de México, Guatemala, Perú, Bolivia, Ecuador. Pero es lo mismo aquí. Las sociedades latinoamericanas actuales siguen siendo todas, excepto las que exterminaron a los indígenas higiénicamente (Argentina y Chile), las más repugnantementente racistas de este jodido mundo de racistas. Un punhado de cabrones blancos acaparando codiciosamente toda la riqueza e impidiendo el acceso a ella a las que consideran razas inferiores y a las que explotan. Un gigantesco ingenio gobernado por los látigos camuflados de las votaciones libres.
Una mierda de mundo.
Lo siento: hoy me levanté demagogo.
Manhana salimos para Porto das Galinhas.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

No veo demagogia en la justicia, Manuel.
Gracias por el haiku traducido. Carpe Diem!

Anónimo dijo...

La lección de sociología pasable. Espero con impaciancia la de sexología. ¡Qué todo sea por mor de la antropología cultural!

Anónimo dijo...

Qué envidia, D. Manuel, cómo te lo estarás pasando!

harazem dijo...

Pues enigmátic? amig? sky4you ya se terminó lo bueno. Aunque, como me parece que dije ya antes de irme en algún otro lugar, no esperaba demasiado del país dados mis gustos estrictamente urbanitas y culturetas. Y lo encontrado no ha colmado ninguna expectativa. Demasiada playa (aunque tópicamente tropicales), para alguien que piensa, con el maestro Ferlosio, que se trata del invento más extraño que la industria de fabricación de consumidores ha conseguido implantar: un trozo de desierto enfrentado al paisaje más monótono del mundo: dos tonos de azul partidos por una linea invisible. Bueno, la verdad es que con las palmeras no quedaba demasiado mal...