(del laberinto al treinta)


martes, 9 de septiembre de 2008

Por tierras de la Valencia interior

Visita relámpago a tierras valencianas. Aunque el exclusivo motivo fue el cultivo de la amistad, la charla larga y demorada con nuestros amigos de Cheste C.Z. y M. en su profunda casa frente al mar de naranjales, hubo tiempo para la excursión. El propio Cheste no cuenta con demasiados atractivos en sí mismo, pero es un pueblo muy agradable y sus habitantes hablan un castellano con un acento cantarín y graciosamente seseante. La fama le vino en los años 70 por contar con la mayor Universidad Laboral de España, especializada en los estudios de bachillerato elemental. Tres de mis hermanos estudiaron allí. Hoy la fama le viene por un circuito de carreras de motos construido en su término municipal muy cerca de la antigua Laboral. La estética de las manifestaciones artísticas deportivas tienen todas un aire de obviedad zafia más acusado cuanto más bruto y antiintelectual es el deporte al que se dedica. Un deporte tan machorrista como éste en el que se mide la motosterona, hormona androgénica producida por los peludos testículos de los amotoristas y que consiste en la demostración de quién la tiene más grande, corre más y hace más el chorras sobre ella, no podía menos que exigir una representación acorde con el nivel de sensibilidad que provoca. Este es el monumento que algún cráneo privilegiado del lugar ha mandado poner en una polvorienta rotonda a la entrada del pueblo en honor a la motosterona que invade la zona cuando hay competiciones.


Monumento a la motosterona (Cheste)


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Santo chestano con una corona realmente descacharrante


La excursión duró un día y se desarrolló por algunas zonas puntuales de la comarca de Los Serranos, cuya capital es Chelva, un precioso pueblo que conserva un casco antiguo de fuerte sabor andalusí, con dos barrios árabes y uno judío laberínticos y recoletos. La plaza es interesante, cuadrada y con una impresionante iglesia de fachada barroca, pero que destaca por la sobriedad de su diseño.


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Pero la atracción más importante del pueblo es el acueducto romano de Peña Cortada situado a una decena de kilómetros. Los restos constan de dos acueductos-puente y de un largo canal cubierto excavado en la roca sobre la ladera de un impresionante risco.

El primer puente está muy deteriorado y sólo cuenta en la actualidad con un arco de los seis con los que contó. Más arriba y para salvar un enorme barranco se construyó otro de tres arcos que se conserva en perfecto estado. De él parte el canal excavado en la roca que puede seguirse por el túnel a lo largo de un kilómetro. El recorrido completo da una idea de la pericia de los ingenieros romanos y de los esfuerzos que hicieron para dominar las fuerzas de la naturaleza.



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La siguiente parada fue Alpuente, un pequeñísimo pueblo cercano a la raya de Aragón, escondido en un desfiladero a la sombra de una enorme peña coronada de un castillo. Como todos los demás pueblos de la zona estaba en fiestas y a C. y a mí nos llamó la atención la proliferación de banderas rojigualdas en los balcones, algo que es raro ver en las fiestas andaluzas, a no ser que lo que se celebre sea que la selección nacional de patadistas haya ganado alguna copa. Supongo que no tendría nada que ver pero la calle principal se sigue llamando aún Avenida de José Antonio. Un anciano que me vio fotografiar la placa me preguntó: Qué, a que ya no quedan muchas como esa. No, le dije, ¿por qué no la cambiaron?. Bueno, se rascó la cabeza, nadie se puso nunca a ello.
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Otro día nuestro amigo CZ se tiró el rollo de hacernos una superfideuá a fuego de leña, que regada con unos riquísimos tintos de su pueblo, muy cercano a Requena, nos condujo a una sobremesa morosa y relajada.

3 comentarios:

Isaak dijo...

Manuel, apuesto a que no eres consciente, pero has hecho lo que muchos intentan con mucha pasta y poco éxito: auténtico turismo rural, del rancio, del de antes, de ése que sólo se puede llevar a cabo en casa de amigos.

¿Por cierto, qué coño haces jugándote el físico en un pasillo milimétrico suspendido a chiquicientos metros de altura? que los blogs de viajes no contemplan la muerte en acto de servicio jeje.

Un abrazo fuerte.

harazem dijo...

Y que lo digas, Isaak. Lo del abismo no creas que no daba un yuyu del copón. Al guiri ese que está tan campante encima del canalillo del acueducto le costó mantener la compostura para hacerse la foto. De hecho de los cuatro que íbamos sólo dos nos atrevimos a cruzarlo para recorrer los túneles esos de las demás fotos.

Anónimo dijo...

Está claro que cruzásteis el puente con un subidón de motosterona (miaque). Te hubieras traído un fraskito deso hombree. Luego lo comercializas previa legalización y hala! a correr to el mundo que se iban a terminar las tonterías pero que ya.