(del laberinto al treinta)


martes, 29 de diciembre de 2009

Con divisa mecha y oro

Doscientos (doscientos mil según el mayoral) magníficos ejemplares de la ganadería del nacionalcatolicismo cordobés se dieron cita ayer para gritar su derecho a recortar las libertades al resto de los ciudadanos en el emblemático espacio del Cristo de los Faroles. La mayoría hembras de la especie perfectamente abrigadas de visón y visiblemente marcadas con la divisa mecha y oro. No tuvieron suficiente el día anterior en Madrid donde los que se juntaron fueron dos mil millones (y no ciento veinte mil como dicen las fuentes satánicas de la prensa roja). Lástima que la lluvia impidiera el lucimiento de los pellejos de los simpáticos animalitos. Un visón bajo un paraguas y en una concentración... Son pocas y, consecuentemente pocos, pero muy, muy poderosos. Y están muy nerviosos. En Navidad cuelgan de los balcones sus insultantes banderolas con el Niño Tricornado (un símbolo de la misma índole que la banderita en el reloj de otros tiempos) y presionan, presionan todo lo que pueden para seguir limando libertades, para imponer su modelo de familia, impedir a las demás el derecho a existir, desde los abundantes resortes del poder que controlan, especialmente en la judicatura. Viven en la zona nacional. Sólo hay que ver cómo el banderolo rojo siena va desapareciendo de los balcones confirme nos alejamos del centro para desaparecer totalmente en los barrios obreros. Porque son los de siempre. Los que, descubriendo la debilidad de la otra España, la laica, y flipados aún por la facilidad con que los socialistas (por no hablar de la IU cordobesa) siempre se bajaron las bragas, se han empeñado en montar otra guerra civil. Esta vez no cuentan con los militares, que han sido más o menos domesticados mediante el expediente de comprarles todos los juguetitos que han querido y preciosas boinitas azules. Así que lo tienen muy crudo, pero yo no desestimaría sus posibilidades. Ya tienen el ejemplo de Italia, cuya fascistización enmascarada de parlamentarismo puede servir de ejemplo a muchos otros sitios. Lo avisaba hace poco Umberto Eco. Sólo hace falta que las hembras de la especie nacionalcatólica comiencen a llamar a sus embetunados machos calzonazos. Como hizo doña Carmen con Franquito una noche en un cuartel de Tenerife. Y los curas son sus confesores.

¿Exagero con lo de la guerra civil?

Alvarez Junco en su Mater Dolorosa analiza los distintos niveles que son visibles en las causas de la Guerra Civil, incidiendo en dos: el social y el cultural. Aunque no se puedan aplicar automáticamente a todos los casos, sí que un sistema de muestreo serio los resaltaría como factores determinantes. Pero uno más que otro. Por un lado fue una lucha de clases: la España rica dueña absoluta de los recursos contra la España pobre que pretendía un mejor reparto de los mismos. Y por otro una lucha por la libertad religiosa, la España católica contra la laica. Los católicos masivamente se adscribieron al bando nacionalista que comenzó la agresión, que por eso puede llamarse legítimamente nacionalcatólico. Los laicos al que se defendía de esa agresión, el gobierno democrático. ¿Y si cruzamos los datos? un rico católico siempre sería franquista, en tanto un rico no católico es probable que fuera republicano. ¿Y un pobre católico? Es posible que fuera franquista. Un pobre laico desde luego sólo sería carne de fusilamiento posterior seguro. Por ello podría afirmarse que el dato cultural-religioso fue más importante que el social. Y es que cuando los nacionalcatólicos llaman a la yihad... ríete tú de los ulemas de Al Azhar.

10 comentarios:

Henry Stephen dijo...

En Córdoba también hubo reparto de hostias? Vamos apañaos con esta España donde la "alternativa" es todavía peor que lo que tenemos sentado en la Moncloa y en La Generalitat.

Anónimo dijo...

Análisis sectario y fundamentalista el que hace Harazem. Y él lo sabe. Y lo negará. Saludos, amigo Harazem.

harazem dijo...

Saludos, ominisciente amigo Anónimo.

Anónimo dijo...

¿No es más correcto omnisciente? Ilústrenos, anónimo de seudónimo Harazem.

casandra dijo...

Hablar de sectarismo cuando se discute de religiones es cuando menos ingenuo. De sectas está el mundo lleno, hay tantas como ignorancia.

D. Manuel, feliz entrada de década para usted y la suya.

José Manuel Fuerte dijo...

Pues sí, Manuel. Tienes toda la razón del mundo, pese a quien le pese, anónimos o no anónimos.

Cuando se dicen las cosas claras, y esas cosas que se dicen no casan con el sistema establecido, con el orden de prioridades, con la intocable burbuja dorada en la que vive un supramundo que ni conoce, ni admite, ni respeta lo que otros entienden como más justo porque ninguno de ellos quiere bajar un solo escalón de su escala clasista, entonces, como digo, esas cosas que se dicen escuecen de tal forma que, como las almorranas, no se distingue en realidad lo que hace sentir al herido: ¿pica, escuece, duele...?

Y el ungüento aliviador suele aplicarse con espejo, observando su propia faz, sintiéndose arropado por ese abrigo de visón creado con crueldad, tildando de alborotador a quien le importa un huevo las hostias del cura, porque de hostias de curas está llena la historia de este país.

Y después de retirar el espejo de su almorrana, con ese mismo se miran, lanzándose besos, exigiendo (porque solo saben exigir) leyes que corten las libertades de los que no opinan como ellos, para mantener su status, su verticalidad sobre los demás: abortistas, homosexuales, revolucionarios, anti-tradicionalistas, redistributivistas, ecologistas, agnósticos... Porque todos ellos pueden romper esa burbuja dorada desde donde el mundo es solo un trozo de materia con precio en el Monte de Piedad.

Pero, aún así, la almorrana siempre vuelve a salir, tarde o temprano, y la fusión de todas las ideas acabarán creando la civilización que todos queremos, sin necesidad de ungüentos.

Pero, para eso, hay mucho que hacer...

harazem dijo...

Anónimo: Bueno, sería más correcto omnisciente si lo que quisiera es etiquetar a alguien que todo lo sabe (de mí: lo que sé y lo que negaré), pero yo a quien quería etiquetar es a alguien que lo sabe todo de mí (lo que sé y lo que negaré) y que se conduce sigilosamente, como un minino: ominisciente. ¿Suficientemente ilustrado?

Ben Saprut: ¡más razón que un santo!

Casandra: felicítado queda así mismo y póngame a los pies de la suya.

Gato Ominisciente, antes Anónimo dijo...

Miau. Que arte dialéctico, señorrrrrrrr, que arte dialéctico.

MariaJU dijo...

ehhmmm? ese gato no será el q han colocado nuestros amigos del anticlericla en su blog, no?

jjejeje, saludos peña! >;o]

harazem dijo...

No sabe, señor Micifuz (¿ve? ya dejó de ser Anónimo) la hemorragia de satisfacción que me ha provocado el que se haya pegado el madrugón un día tan sañalado como hoy para venir a felicitarme el año ¿o es por mi santo?

Lisis: Eeeeefectivamente, se trata del mismo, el gato ominisciente que te vigila y por lo tanto lo sabe todo de tí. No, si los egipcios no andaban descaminados cuando les dedicaron templos y todo.