(del laberinto al treinta)


sábado, 25 de mayo de 2013

Monse Deme progresa adecuadamente

No todo ha de ser desesperanza en estos atribulados días del Preapocalirsi Osidental. Mientras la sociedad civil cordobesa se desliza perfectamente engrasada por el túnel del tiempo y a velocidad de vértigo hasta ominosas eras pasadas, nuestro Obispo Monse Deme, el del Báculo Siempre Erecto, ha dado un gigantesco paso hacia adelante en su percepción del mundo y su apastoreamiento de la ciudad. Mientras en Córdoba la orgía macetera y el aquelarre de la caspa (ahí es ná el Perolista Impostor Tico Medina, el matarife de las batracias gracias El Cordobés y y la marquesa del Airon Paip Esperanza Aguirre oficiando en la ciudad en la misma semana como sumos sacerdotes del neopringosismo franquista) nos trasladan a varias épocas atrás, a la década prodigiosa del falangismo cruzcondiano, la Yihad Cofrade crea nuevas tradiciones procesionarias de raíz tridentino-señoritil y nuestro Eselentísimo Arcarde PPiolo I descubre un misterioso contubennio judeomasónico antiferial bolchevique-esaborío que pretende boicotear la sana alegría de los cordobeses, nuestro Excelso Epíscopo progresa en su misión salvífica a pasos agigantados. Si su agudísimo olfato de sabueso inquisitorial había detectado a lo largo de su dilatada carrera como sobresaliente inquisidor los grandes peligros que acechaban a la grey de la Iglesia en herejías, no ya medievales, sino claramente tardoantiguas, como el ARRIANISMO y el PELAGIANISMO, ya por fin ha espabilado y detectado que realmente donde está ese peligro es en la herejía de la Iglesia de los pobres, o sea en la TEOLOGÍA DE LA LIBERACIÓN. Yo (y sólo yo) soy sucesor de los apóstoles y garante de la fe en mi territorio, declaraba mientras levantaba la pata y marcaba claramente con su almizcle episcopal las esquinas de ese su territorio, que son casualmente las de esta nuestra desamparada ciudad.

¡Bravo por su Minensia (Gris Marengo)!

1 comentario:

Rafael Arjona dijo...

Un verdadero revival que nos retratrae a velocidad de vértigo a nuestra infancia, aunque, que yo recuerde, ni fray Albino, con todo su fascimo reunía tanta caspa y tanta energía teológica como el becerro este que le ha caído en suerte a esta ciudad.