(del laberinto al treinta)


domingo, 10 de septiembre de 2006

Felicidades, Salma

Hace unos días me olvidé imperdonablemente del cumpleaños de mi mito erótico favorito. Para que mis cercanos protesten de que me olvido del suyo... Y en este caso lo imperdonable estuvo sobre todo en que el número a cumplir fue de esos que hacen crisis. Concretamente la crisis de los 40. En ella se instaló recientemente

SALMA HAYEK

y yo no estuve fatídicamente ese día allí. Seguro que la pobre Salma habría llevado mucho mejor el mal trago si hubiera sabido ese mismo día que yo la prefiero así, instalada provisionalmente en la madurez, una madurez espléndida y frutal.

A Salma yo la conocí casualmente en una película que vi casi obligatoriamente por su temática: El Callejón de los Milagros (1995) de Jorge Pons. La adaptación de la gran novela del escritor egipcio recientemente fallecido Naguib Mahfuz, trasladada a los barrios bajos mexicanos, me pareció muy torpe, pero en ella, desde el primer momento, quedé atrapado por la sensualidad animal de Salma Hayek secándose el pelo sentada descuidadamente en el quicio de una ventana.

Me enteré que se había hecho famosa en México por haber protagonizado dos lacrimosas telenovelas y que andaba ennoviada con uno de mis cantantes-fobia más contumaces: Luis Miguel. Ambas cosas me hicieron dudar mucho sobre sus merecimientos para convertirse en uno de mis mitos eróticos. Pero al final la perdoné. Su amor y mi mitomanía deben ser ciegas.

De todas formas pensé que nunca más volvería a verla. Una falta de confianza que nunca me perdonará.

Pero un año después me dio un vuelco el corazón cuando de pronto la reconocí en la bailarina de la serpiente albina de Abierto hasta el amanecer. Su aparición sirve además de bisagra perfecta entre las dos partes de la película. La conseguida road movie tarantiniana y la basura gore-freaky en que termina.

No puede decirse que haya sido bendecida por la diosa del séptimo arte para hacer buenas películas. Pura basura hollywoodiana todo lo que ha hecho hasta ahora. Tal vez sea un castigo por haber pecado con las telenovelas y por haber sentido atracción una vez por un tipo tan relamido, emisor de insufribles balidos en sus más que insufribles baladas.

Pero mi obligación de mitómano irracional es tragarme todo lo que hace. Por amor. ¿A que tiene mérito?

Felisidades, mi amooool

5 comentarios:

Anónimo dijo...

nunca crei que puediera llegar el dia en que esto ocurriera tu babenado por salma hayek una actriz en cuya ultima pelicula menea mas el culo de lo que habla en fin supongo que en cierta medida algo se salva al estar en parte impregnado de ese genial cinismo tuyo

harazem dijo...

Ya lo explico suficientemente en el post, así que no entraré al trapo. Sólo apuntarte, irritante criaturita, que hay una diferencia entre el babeo y la mitomanía. En cuanto al halago final... no te esfuerces en hacerme la pelota: no pienso regalarte mi pack con las obras completas de Shopenhauer que sé que codicias ardientemente.

Anónimo dijo...

a esta curiosa manera de reaccionar yo podria responderte con alguna cosa superflua e irrelevante que apenas te arañaria pero lo veo tan absurdo que ahora te voy a dar la razon que soy irritante muy bien que soy pelota pues mu bien ahora no sere yo el que entre al trapo y ahi tienes saca la critica que quieras de esto enfermizo mitomano

Anónimo dijo...

Sobrinito, Harazem tiene los típicos sintomas de la edad al que has de añadirle el de cascarrabias.

Anónimo dijo...

Vaya, ¿montando alianzas y contubernios contra este humilde bloguero?