Memorias de la "Transacción": La Educación
Como una gripe han pasado los tres o cuatro días en que se ha estado hablando sin cesar de la Transición. Esa época que se nos vende como los pisos de hoy en día: a precios desorbitados. Yo siempre pensé que el nombre exacto que habría que aplicarle es el de la Transacción: los fascistas se hicieron el harakiri político por el baratísimo precio de ser perdonados de todos sus crímenes. Tal vez las fuerzas democráticas no pudieron hacer otra cosa, en aquel momento, pero desde luego lo que fue una pura y simple traición al espíritu democrático y a la memoria asesinada de la República fue añadir a ese perdón también el olvido. Y el haber hecho muchísimas más concesiones de las necesarias una vez instalado en el poder un partido como el socialista que provenía de esa misma memoria ajusticiada. Por si acaso no les había salido suficientemente barata la Transición - Transacción a la carcunda fascista (establishment político-económico del franquismo e Iglesia Católica fundamentalmente), los socialistas siguieron añadiéndoles propinas, suculentas rebajas y regalos de cumpleaños. Nunca comprendí muy bien por qué. Si por afán de no soliviantarlos o por pura y simple compra de su apoyo. Aunque en el caso concreto de la Educación su traición a las esperanzas de llegar a gozar de un sistema educativo moderno puede percibirse como una pura y simple maniobra de tacañería, por puro y miserable ahorro de los presupuestos aportados por todos los ciudadanos.
Hace unas semanas Carme Riera escribía un estremecedor lamento transido de nostalgia en el que comparaba sus visiones utópicas y la de sus compañeros profesores en los albores de la Transición - Transacción de la educación de las generaciones del futuro y la triste y desgarradora realidad que hoy contempla. Pero la insigne escritora a la hora de buscar responsabilidades se limita a aullar lastimeramente a la luna. Hablaba en él de cómo la sociedad del bienestar ha propiciado la adquisición de bienes materiales por encima de los considerados espirituales, ha exacerbado el consumismo hasta límites insospechados y nos ha hecho cautivos de marcas, modas y tendencias. Una esclavitud que afecta mucho más que a nosotros a nuestros hijos a los que no hemos sabido o podido educar -la presión del medio es atroz- como soñábamos antes de tenerlos. (Más despensa que escuela. El País, 21/05/07)
Así Riera parece culpabilizar del desastre a una especie de ley inexorable y natural que anuda la riqueza que produce el desarrollo económico con el aumento de la estupidez que supone el aumento de insolidaridad incívica de los desarrollados. Y desde luego es cierto que el desarrollo económico y el aumento del bienestar parecen favorecer las tendencias egoístas y el instinto de propiedad irrenunciable e incompartible de los humanos, pero también que precisamente por ello las políticas educativas tendentes a corregir esa desviación del contrato social tienen que ser asumidas como una prioridad de primer orden por los gobernantes.
Sólo hay que mirar un poco atrás y analizar la historia de la educación en este país desde que los socialistas accedieron al poder en 1982 con las esperanzas de millones de ciudadanos que esperaban un saneamiento de las estructuras políticas, sociales y económicas heredadas de la dictadura. Con mayoría absoluta y con el precio pagado en la Transición - Transacción a las fuerzas reaccionarias el gobierno de Felipe González gozó de 12 años para hacerlo.
La solución lógica, la que se esperaba desde luego, hubiera sido la creación de un sistema educativo, laico y gratuito, con una fuerte carga en la transmisión de los valores de la civilidad, la solidaridad y la racionalidad que pusiese las bases de una sociedad más sana, libre y sabia que la sufrida durante los cuarenta años de dictadura fascista.
Pero como todo lo bueno desde luego resultaba también caro. Un precio (puramente económico) que parece que los recién llegados no estaban dispuestos a pagar. Así, en lugar de emplearse en cuerpo y alma a la tarea de destinar hasta la última peseta (y más si hacía falta) del presupuesto en crear colegios, institutos y universidades bien dotados, con un profesorado ilusionado y motivado, con programas bien estudiados, con criterios científicos y humanísticos elevados, una enseñanza de calidad pública en suma, se decidió por trasvasarlo a la escuela privada, en manos exclusivamente de la Iglesia Católica. Política de centros concertados. Así se ahorraba la creación de infraestructuras a costa de perder el control de la educación. Y además mantenía contenta a la clericalla. Y además creaba una falsa sensación de bienestar en todas las clases populares que accedían así a llevar a sus hijos a colegios otrora de pago. Pero desde luego la enseñanza que se imparte en los centros dominados por la ideología vaticanista distan mucho de los valores que se suponen propios de sociedades tolerantes modernas. La prueba está en la lucha que han planteado contra la asignatura de Educación para la Ciudadanía, una asignatura que debía haber sido diseñada e impuesta obligatoriamente en los años 80 y haber sido la columna vertebral de la enseñanza ética del sistema y que lógicamente choca frontalmente con la moral sectaria, irracional y antidemocrática del Vaticano.
El resto, los niveles científico y pedagógico, han navegado en todos los casos entra la inercia y la inania, sin haber sido capaces ningunos de los gobiernos desde entonces de haber centrado el debate en la consecución de una verdadera educación de calidad para el país.
Los colegios públicos han sufrido mientras una progresiva descapitalización y hoy en día vemos el resultado cuando la tendencia general es a que se conviertan en los centros donde se forman los hijos de las clases más desfavorecidas y de los inmigrantes. Y por supuesto las clases populares ascendentes han acabado percibiendo como un derecho inalienable el que sus hijos estudien en colegios privados a cuenta de los presupuestos públicos, perfectamente separados de aquellos.
Las consecuencias de todo ello son claramente visibles en la desmoralización de la actividad política que ha acabado por convertir el juego democrático en un sistema corruptor de la sociedad basado exclusivamente en el soborno de la ciudadanía, como agudamente ponía ayer de manifiesto Enrique Gil Calvo (La americanización de Madrid. El País, 16 de Junio de 2007).
Probablemente si los socialistas lo hubieran hecho bien tampoco habría sido un puro camino de rosas. La vacuna contra la tendencia a la insolidaridad que produce la sociedad del bienestar no se basa sólo en antibióticos educativos, pero desde luego las defensas naturales del cuerpo social habrían sido mucho más fuertes.
20 comentarios:
Después de un montón de años dedicado a la educación sólo tengo una cosa muy clara: me aburre hasta las axilas hablar del tema. Sobre todo con “expertos” (normalmente, los expertos en educación de este país no han pisado un aula en su puñetera vida, pero de educación, como se sabe, sabe todo el mundo... hasta los sicólogos y los pedagogos ). Como tú no eres experto, pues patinas por donde todo el mundo. Confías en el poder educador de la escuela. Eso sí, patinas de corazón y sin intereses particulares. De ahí que te perdone y te conteste, y hasta que esté dispuesto a darte la absolución, eso sí, si me prometes hacer propósito de enmienda y rezar tres avemarías.
Mira, Manuel, una cosa es la educación y otra la enseñanza. Y otra, más diferente aún, el adoctrinamiento. El adoctrinamiento es algo muy peligroso, porque uno nunca conoce sus efectos. ¿Qué efecto tuvieron sobre nuestra generación aquellas clases de FEN? ¿Y la teórica de tu servicio militar? ¿Y las clases de religión que te dio D. Andrés, aquel cura que murió trágicamente, bajo llave, escondido en un convento porque había encontrado la demostración matemática de la existencia de Dios, espiritualmente atendido, por cierto, por tu conopcido Arrizubieta (te doy esta primicia de la que me acabo de acordar)? A menudo he dicho, con su pizca de cachondeo, que qué pena de que no haya clases de Religión como las de antes, porque eso aseguraría un buen nivel teórico y demográfico de los ateos.
La educación es algo que se mama. En la calle, en la tele, en el regalo de la tita, en la mentira a quien llama por teléfono, en la sonrisa falsa, en poner verde al que se acaba de ir, en el mamoneo al jefe, en las caricias al coche... en un montón de mensajes que la inteligencia infantil está perfectamente capacitada para captar: lo obvio y lo oculto, lo discursivo y lo intuitivo, lo manifiesto y lo subliminal. Se mama.
Pienso que la escuela debe enseñar Matemáticas, Geografía, Historia, Biología... y educar, como no es posible de otra manera, por contagio, por ejemplaridad, porque el aire se empape de ese discurso cívico... Otra cosa es que el alumno esté dispuesto a mojarse, que es, precisamente, lo que no ocurre (por millares de causas).
Pero el PSOE vuelve, como los franquistas o la Iglesia, a confundir escuela con comedura de coco, con centro de adoctrinamiento, con sacristía. Y sufre esta confusión independientemente de que los contenidos de hoy sean intachables desde el punto de vista civil, constitucional, ético o político. Me temo que el discurso políticamente correcto no haga ninguna mella, sino que cause risa y que, si la semilla cae en la mente de alguien inteligente y rebelde, pueda producir efectos aterradores (la inteligencia siempre fue rebelde y contestataria).
Te pongo un ejemplo. Puedes hacer cuantas campañas escolares quieras de promoción de la mujer y gastarte bien, pero bien bien, los dineros en material educativo, pero bastan tres minutos de telenovela para tirar por tierra el trabajo escolar de todo un año. La educación se mama. Y desde muy temprano se aprende el discurso de lo políticamente correcto (que frecuentemente se identifica con el camino de la farsa y la mentira) y el de la calle.
Te puedo asegurar que, hoy por hoy, el sitio con menos capacidad para educar a la ciudadanía es, precisamente, la escuela.
Naturalmente necesitaría escribirte un libro para desarrollarte todo esto con pelos, razones y señales. Pero ya te digo que sufro de hartazgo, y que prefiero escuchar en estos días el “Wozzeck” de Alban Berg, que hasta me resulta menos tormentoso.
Bueno, tal vez confundí imprudentemente los conceptos. Tienes toda la razón. Pero sólo estoy dispuesto a rezar un avemaría coma veinticinco. Porque aunque coincida contigo en la falta de fe en la escuela como educanda, sí que considero que al menos debe cubrir el expediente y mostrar a los educandos determinadas cosas. Que luego las aprovechen o no es otra cosa. Pero debe haber una asignatura que les diga que los blancos y los negros y las mujeres y los hombres son iguales, que los contenedores de basura, las farolas y los semáforos deben ser respetados porque cuestan dinero y el dinero cuesta ganarlo y escasea en lo público y que debe existir una justicia para causas cercanas y para causas lejanas que impida que el listillo o el criminal de guerra se salgan siempre con la suya. Puede que una vez explicado el videojuego que llevan en el bolsillo les ponga a tiro prostitutas virtuales a las que matar o moros a los que destripar, pero eso no elimina la necesidad de hacerlo.
Y todo esto lo digo impactado aún por el azar de haber vislumbrado de soslayo anoche en la tele algunas escenas de ese insufrible monumento a la baba buenista que es Rebelión en las aulas de Tio Tom Poitier.
La línea entre lo objetivo y lo doctrinal es delgada, pero es un riesgo que hay que asumir. Como el de exigir el estudio del código de circulación para poder acceder al carné de conducir, aunque se sepa que al día siguiente el examinando lo olvidará.
Y esto te lo dice quien no se dedica a la enseñanza, tal vez por eso mismo como tú apuntas, y que además se ha sustraído de la comunión específica de replicar sus propios genes que necesiten de ella.
De todas formas el fondo de mi escrito iba mucho más allá que el tema de las asignaturas moralizantes. Yo me lamentaba de la enorme estafa que supuso el que los socialistas en un momento en que pudieron perfectamente hacerlo no pusieran todos los medios a su alcance para conseguir una ENSEÑANZA pública de calidad, que ofreciera conocimientos de geografía, matemáticas, lengua, etc. a las generaciones futuras con una mayor posibilidades de efectividad. Sólo eso. Ni más ni menos. ¿Me das la razón en eso o debo rezar también el uno coma setentaicinco de Ave María que falta?
Dios te salve María
llena eres de gracia
el Señor es contigo
bendita eres entre todas la mujeres
y bendito el fruto de tu vientre Jesús
Santa María, madre de Dios
ruega por nosotros
los pecadores
ahora y en la hora de nuestra muerte
Amén.
Dios te salve María
llena eres de gracia
el Señor.
(Ah, y lo de don Andrés me lo debes)
Pero... ¿de verdad crees que la escuela no enseña esas cosas? ¿Piensas que en una escolarización que llega hasta los 18 años un chaval no ha tenido oportunidad de aprender por qué no debe quemar un contenedor, quién lo paga, qué es la propiedad pública, qué son los derechos humanos, qué son las actitudes cívicas, por qué reciclar el papel y por qué debe respetar a Fernandito, aunque le parezca tonto del culo? Lo ha hecho siempre y lo sigue haciendo. En la Logse se llaman “temas transversales”, y se contemplan para todas las áreas.
¿Crees además, como casi toda la sociedad, que el zopenco que quema un contenedor es tan cortito que no sabe lo que hace porque no se lo han enseñado en Educación para la Ciudadanía?
Estas son las cosas por las que me cabrea hablar de educación. A veces me siento fatal. Es como si a un enfermero el paciente le quisiera enseñar a poner una tirita.
El problema es que quien quiere enseñártelo- no te jode- es...¡El Estado!
La deseducación no está causada por la escuela, lo siento mucho, pero no.
Lo que sucede es que el Estado sólo tiene a mano a los funcionarios para tratar de arreglar el desaguisado que él mismo provoca, fomentando la sociedad que tú mismo criticas. Ahora, piensa el poder, arréglamelo tú que puedes, anda. Pues no, no se puede. Educación para la Ciudadanía será un tremendo fracaso. Eso sí, será también una polémica de años, en los que el estado se esconderá nuevamente detrás de los maestros y profesores para echarnos la culpa de los niños estén tan mal.
Dos motivos de reflexión, finalmente, como penitencia:
Uno: esta mañana, un jerifalte de Educación, que no he pescado cómo se llama, manifiesta en la radio que por fin el Estado se va a ocupar de cosas de las que antes sólo se ocupaba la Iglesia. Fallido acto freudiano donde los haya.
Dos: ¿No te has parado a pensar que el PSOE puede estar arando un huerto que le siembren alguna vez otros? Da miedo...¿verdad?
(A este paso escribo el libro. Tú tendrás la culpa)
(Hablando de educación me sube el voltaje. Perdóname. Conste que escribo con todo afecto y sin mala leche).
PM me gustaría mucho que siguieras escribiendo el libro, es decir que nos lo siguieras contando, me interesa tu opinión sobre educación pareces conocer el tema de cerca.
hencarna
No creo que sea ciudadanamente educado abusar de la hospitalidad y escribir aquí el libro. Hay que saber retirarse un buen rato antes de la hora de la cena. Pero, como en las algunas jotas, allá va la despedida en las pocas palabras que me gustaría añadir para explicarme mejor:
La escuela ha sido desde siempre el objeto de deseo de todas las religiones, estados, doctrinas, nacionalismos, iglesias, sectas, dictaduras, dictablandas, alcaldes, alcaldables, presidentes, empresarios, oenegés, circos, álbumes de ídolos, etc., etc., etc. Yo mismo he sufrido insultos y vocinazos de un par de señores encorbatados a los que hace años –muchos años - negué la entrada en mi aula para repartir propaganda de un álbum estampas de futbolistas. Decían que la escuela era del Estado, y no mía, y que ellos tenían tanto derecho como yo a repartir el álbum y las estampas. Todavía, en los medios de comunicación, se pueden oír o leer declaraciones del campeón provincial de tirachinas o de colombicultura o de chotis manifestando su firme convicción de que su habilidad, ciencia o arte deberían enseñarse en la escuela. Dicho sea con total respeto por tales artes, ciencias o aficiones, la escuela no está para eso. Pero a menudo, desde la escuela, nos damos cuenta de que buena parte de la sociedad –la sociedad de los poderes- nos percibe como la vulva de la Bernarda, dicho sea así por mejorar una expresión políticamente incorrectísima que yo suelo emplear, sin intención jamás ser incorrecto más allá de lo mal hablado (pero hay mucha mente retorcida y hay que revisarse hoy el lenguaje con endoscopio).
Los poderes sólo ven al escolar con ojos de depredador. La escuela es para adoctrinar. Ahora que las mentes están blanditas, como de barro, modelemos sus ideítas antes de que el material se endurezca y haya que recurrir al cincel y al mazo.
La nueva asignatura tiene varios orígenes, a cual de ellos más espurio:
- De una parte pretende superar la taifa curricular que la Iglesia Católica se cobra desde la época de la “transacción”, y que ahora, por el mismo caminito que el tiempo no ha borrado, empiezan a reclamar otras religiones del “Libro”. Por aquí vamos de culo. Lo veremos a no tardar mucho tiempo.
- De otra parte pretende ser una especie de antídoto contra la violencia escolar, que tanto da que hablar. Por ahí vamos de donde la espalda pierde su nombre. Se trata de la noble e inocente creencia socrática de que el mal tiene su origen en el desconocimiento del bien. Al tiempo.
- De otra parte trata de formar buenos ciudadanos. Se vuelve a concebir la escuela vulvo-bernardina. Puede que los objetivos sean loables y estemos identificados con sus contenidos. Pero hay un error de concepto que me levanta el estómago: se parte de la escuela comecocos, de la escuela adoctrinadora y catequista.
Esta es la prueba del algodón: una asignatura en la que se van a enseñar valores aspira –incuestionablemente- a la aceptación de esos valores. Para qué, si no, tanto revuelo. En principio debería evaluarse el conocimiento objetivo de esos valores. Dicho de otro modo: el chaval se sabe lo que pone el libro. Pero ¿y si Luisita un día se levanta y dice que los derechos humanos son una tontería? ¿Y si Manolito defiende que los analfabetos no tienen derecho al voto? ¿Y si el Jonatán te lanza que un inmigrante no tiene derecho a la ciudadanía? ¿Se les suspenderá por no haberse “aprendido” la lección del mismo modo que antiguamente nos suspendían Religión por ser malos y pegarnos en el patio? (hoy nadie suspende Religión si no es por motivos ya de verdadero disparate). ¿O se les aprobará, por saberse el libro o por “te valoro y agradezco tu valentía al expresar tus ideas y convicciones que no compartimos”? Me da en la nariz que no es ese el objetivo de la tal Educación para la Ciudadanía. Quiero decir, en una palabra, que en el fondo se van a evaluar conciencias, ideas, personas.
En muchas ocasiones he pensado en cómo solucionar este problema: educar ciudadanos libres que descubran valores y los asuman y acepten libremente, y que libremente se construyan como personas. El sueño de todos. La última opción, la más nefasta, la peor de todas: una asignatura.
José Antonio Marina, el sabelotodo, lo ha repetido hasta la saciedad: para educar a un niño hace falta toda la tribu. Puede que algunos acaben odiando la educación, la ciudadanía y la tribu. En especial, si se les suspende, que no se les suspenderá. ¿Por qué? Pues porque es una asignatura que nace, además, con claras connotaciones de “María”, pese al esfuerzo de otra María, Doña María Teresa Fernández de la Vega, de presentarla a la misma altura que las Matemáticas o el Lenguaje.
Me cuenta un compañero que en su instituto alguien preguntó en un claustro por quién estaba interesado en impartir el área. Primero hubo un silencio total, poco a poco una risita, y finalmente una carcajada estruendosa. Sólo entonces salió el “comisionado de servicios” de turno para defender la importancia de la tal, enseñando el carnet un poco por el ala. Estaba en su obligación.
Veo que, finalmente, no han sido tan pocas palabras. Me voy , que estos señores tendrán que cenar. Buenas noches, y disculpen.
No esperaba respuesta cuando me di cuenta de que unas veces firmabas con AM y otras con PM, ¡tierra tragame!.
Muchas gracias, mi propuesta es que el Sr. Harazem te invite de vez en cuando a cenar.
Amigo Post Meridiem (permíteme que te llame así, para aprovechar el simpático error que ha cometido mi amiga hencarna ( a la que invito regularmente a cenar a mi casa, así como ella a mí a la suya) al confundir el PM de la hora con tu firma), no hace falta que te diga que en este blog puedes escribir si quieres 50 libros sobre la entropía del universo en general o sobre la estrictamente humana en particular. De todas formas con tus tres aportaciones ya has esbozado el esqueleto de lo que podría ser un libro y has dejado (post)meridianamente claras tu ideas. Bueno, algunas no. No puedes dejarnos a medias y a solas con esa vidriosa sospecha que dejas caer acerca de los socialistas, un huerto y un arado. No creo que nadie la haya entendido. Y seguro que muchos como yo no duermen en varias noches dándole vueltas al inextricable misterio que nos has sembrado. En el huerto de nuestra curiosidad.
Como dices que dice el todoterreno Marina, y lo toma de cualquier manual básico de antropología: para educar a un niño hace falta toda la tribu. Maestros y profesores incluidos. Y padres, familiares, vecinos, etc. Educar y enseñar. Yo sé que no es tu intención pero parece que defiendes que en la escuela sólo han de enseñarse materias estrictamente académicas y que la educación no es de su competencia. Tal vez creas (y lo sea) suficiente con los “temas transversales”. Yo no lo sé. Lo que sí sé y tú lo dices también es que la cosa está mu mala, mu mala. Pero para todo el mundo. El Estado cabrón cumple con su obligación de mantener el sistema perfectamente engrasado para que la producción y el consumo no decaigan y por supuesto para que los verdaderos dueños de la economía que son los que contratan a los intrépidos timoneles no tengan queja. Y para ello tiene que crear este modelo de sociedad en la que el consumo y el trabajo forman parte de una misma unidad de producción.
La única educación que al Estado le parece relevante es la del consumo, que en algunos casos se eleva a la categoría de deber patriótico o social. Ferlosio (Non olet) ha estudiado la creación de una nueva industria que ha fundado el nuevo tipo de capitalismo, la industria de fabricación de consumidores y Javier Echeverría (Telépolis) le ha dado una vuelta de tuerca más al tema analizando cómo el ocio se convierte en él en una forma más de trabajo que alimenta la caldera del barco con un combustible necesario y complementario de la producción de bienes de consumo. Así que la única garantía para la pervivencia del sistema es, pues, la educación de las nuevas generaciones en el consumo, base de todo el edificio. Eso es lo único realmente importante. Si de paso que consumen y aprenden a consumir de por vida se consigue que lo hagan sin romper los contenedores por diversión, miel sobre hojuelas. Pero evidentemente a una educación de ese tipo que, como tú decías, se mama en el ambiente, que impregna absolutamente el aire en que se desarrollan todos los actos que hoy en día una persona desde que nace puede realizar no se le puede pedir que garantice además los valores cívicos, solidarios e igualitarios, porque sus fines son muy distintos, por no decir opuestos. Y en eso tienes razón. Porque el estado, y buena parte de la sociedad, pretende que seáis vosotros los docentes los que corrijáis esos desajustes del sistema. El Estado porque tiene que buscar cabezas de turco y el resto porque anda perdido y sin fuerza para esa imposible tarea de educar a sus criaturitas malcriadas por el propio aire que respiran.
La conversión de los niños desde que nacen no en miembros de una comunidad cohesionada sino en consumidores de bienes, y por tanto en productores de riqueza, les ha proporcionado una sobrevaloración social y un trampolín de autovaloración que no les viene dado por la aceptación gradual de los demás miembros de la tribu conforme van demostrando su valía y su asunción de los valores sociales y políticos, sino por la exigencia desabrida de su cuota de poder en el reparto de la importancia social. Sólo hay que ver el porcentaje de anuncios que en la tele está dedicado a ellos y las dosis de falsa autoestima, de autonomía moral insolente,de autosuficiencia ficticia que les inoculan.
Y desde luego, ante ese panorama, los padres se ven absolutamente impotentes, vacíos de autoridad y sin ninguna ayuda del ambiente, porque ese propio ambiente es imprescindible para el sistema. Y los profesores también. Así que mu malísima está la cosa.
Yo siempre tuve pánico a esa responsabilidad y si de la primera (fabricación, crianza y adiestramiento de cachorros de la especie) me libré voluntariamente, de la otra (enseñante profesional)no puedo decir lo mismo. Aunque pronto descubrí que esa liberación obligada había sido un don del diablo, ese que dicen que me da (abundantemente) sobrinos, que está, como yo, por una extinción, suave e indolora, de la especie. Pero mientras me gustaría que alguien hiciera algo. Mi esperanza se fue un buen día, pero aún sigo mirando el hueco de su cabeza, las horquillitas de su pelo que dejó en la almohada.
Hazarem dijo:
Y desde luego, ante ese panorama, los padres se ven absolutamente impotentes, vacíos de autoridad y sin ninguna ayuda del ambiente, porque ese propio ambiente es imprescindible para el sistema. Y los profesores también. Así que mu malísima está la cosa.
Menudo debate interesante habeis montado aquí, ya me gustaría a mí para mi página. :-)
Hazarem me gustaría precisar una cosa sobre tu comentario. Decir que los padres se encuentran impotentes para luchar contra las dañinas influencias a las que está sometida la infancia, es a mi entender un error de apreciación. Yo no lo veo así. Un padre claro que tiene poder para ifluir en el carácter de un hijo, posotiva o negativamente pero lo tiene sin duda. Los padres son la guia natural de los hijos y el espejo donde se miran para construir su personalidad, hasta que Edipo mata al mito, momento este en el que sus características personales están ya más que definidas. Creo más bien que los padres han sido las primeras víctimas del sistema, las primeras manipuladas para después manipular a su vez y con suma facilidad a los hijos. Son los padres los que están atrapados en la rueda que tu describes de consumo y trabajo, por lo que es hasta antinatural que un progenitor inmerso con gusto ignorante en esta noria, pueda inculcarle a sus hijos criterios de pensamiento independiente y constructivo.
El Cordoba CF ha subido a segunda, preparaté para ver en vivo y en directo a esos padres movilizándose hasta la extenuación para corear consignas de victoria y gloria de la nada. Prepárate estos días para verlos borrachos y descompuestos por las calles de la ciudad, movilizados para nada que es para lo único que hoy se movilizan, para consumir pasiones absurdas que le hagan olvidar la penosa esclavitud en la que por el consumo se hayan.
Prepárate para ver a nuestros políticos asegurar que Córdoba está en la cresta de la ola.
La verdad es que me cansa polemizar. Pero acepto la solicitud de aclaración sobre la horticultura.
En España, uno de los temas clásicos de la política desde hace décadas es el Pacto Estatal por la Educación. No podemos estar a expensas de una ley orgánica o decreto de nueva planta cada vez que se produce un cambio de gobierno. Si no nos ponemos de acuerdo en lo principal, no digamos en los flecos. Pero un Pacto Estatal por la Educación no se vislumbra ni en el horizonte marino, tan claro y lejano, visto desde el palo mayor.
Somos muchos los que nos oponemos a la existencia de una Educación para la Ciudadanía convertida en asignatura. Ya he expuesto algunas razones. Pero tengo cien más. Tal asignatura ya se la plantearon los redactores de la LOGSE a finales de los 80, pero terminaron por desterrar la idea, precisamente por las razones que ya he dado, y porque querían alejar definitivamente de la escuela el fantasma de la F.E.N.
Pero el fantasma reaparece. Atención: ni la Iglesia ni el PP se oponen a la creación de la asignatura, sino a sus contenidos.
Cuando uno abre la botella, otro la puede rellenar con el contenido que quiera.... ¿Se me sigue? Esto es lo que quiero decir con que el PSOE puede estar arando un huerto que le siembren otros.
Ya se conocen las directrices de varios proyectos editoriales. Las diferencias pueden ser enormes. Es más: pienso que cualquier profesor comecocos con cierta habilidad dialéctica y mano izquierda puede usar ese marco curricular como un disparo que salga por la culata, sin que nadie pueda achacarle ni la más mínima mala intención. Una asignatura como esta, en un colegio de curas, por ejemplo, puede ser explosiva.
Por cierto, lo más próximo a lo que el Gobierno gustaría es el proyecto eclesiástico de los marianistas (Editorial SM), a cargo del señor Marina.
Señor Harazem:
He seguido con todo interés la polémica deportiva suscitada en su blog durante los últimos días. Desde el mismo momento en que colocó usted su escrito supe que ésta tendría lugar. Y supe, también, que me proporcionaba un imprevisto y estupendo ejemplo para remarcar mis tesis anteriores sobre una posible y viable “Educación para la Ciudadanía”. Permítame un capítulo más del libro que Vd., de modo tan peligrosamente amable, me ha ofrecido que redacte en su blog.
Señor Harazem, hay quienes como a usted, o como a mí mismo, no hay necesidad de explicarles las razones por las que se hace intolerable que alguien se suba al caballo de Las Tendillas, o a La Cibeles o a la estatua de Zeus Olímpico, así ascienda su equipo al cielo o sea su euforia fruto de la trompa que agarró en la boda de su prima o en el cotillón de fin de año. Los políticos deberían tener entre sus deberes el de educar a la ciudadanía, tanto en sus decisiones, como en su discurso político, como en sus declaraciones. ¿Ha oído Vd. a algún político de algún partido decir con claridad que eso no se hace, que está muy feo y que no se puede tolerar que se celebre ninguna alegría subiéndose a los monumentos públicos? ¡Ni en sueños! Todo lo más se gastan la pasta en estructuras protectoras y grúas para subir a los capitanes. Pero decir clarísimamente que eso no son formas, ni locos. Incluso se justifica el armatoste con el argumento de proteger los cascos del eufórico ciudadano.
Y si es su alcalde (por ejemplo en Madrid, caso PP) o su alcaldesa (por ejemplo en Cordoba, IU) quién pone a su ídolo puente de plata... ¿cómo explicarle a la peña que eso está mu mal educao?
Póngase ahora por un momento en el papel del profesor al que le ha tocado la china de impartir la dichosa Educación para la Ciudadanía. Póngase usted, en su magín, frente a 35 jóvenes de 3º de ESO, de esos mismos que saltaban en Las Tendillas, entre los cuales puede haber alguno de los que citaban testicularmente a la policía local (¿Ha dicho, por cierto, algún político que eso también está mu mal?). Póngase a convencerlos de que manifiesten de otro modo su alegría inconmensurable, porque no es de recibo subirse a los monumentos.
¿Sabe que le digo? Pues, parodiando a Unamuno: “Que enseñen otros”. ¿Quiénes? Pues, por ejemplo, esos mismos políticos que son tan partidarios de la asignatura. ¿Cómo? Con el ejemplo y la vergüenza. Que es como se educa bien, por cierto. Y, también y sobre todo, como se maleduca.
Un cordialísimo saludo.
PM, por el momento, según Greenwich.
Contribución de Savater (involuntaria, pero pertinente) al debate aquí mantenido sobre la asignatura de marras:
http://www.elpais.com/articulo/opinion/Ciudadanos/feligreses/elpepuopi/20070704elpepiopi_5/Tes
Mi muy estimado Harazem:
He pasado varias veces por su bitácora y he visto el enlace con el artículo del señor Savater. Hasta aquí siempre he resistido la tentación de contestar, por pereza y hastío y por considerarlo inútil como sermón en desierto. De cualquier forma hoy, con algo más de ganas y de tiempo, no me resisto, y lo hago en homenaje a Vd., ya que sigo creyendo que de poca cosa vale obstinarse en detener este absurdo tren. Es mucho más interesante sentarse a ver la peli, tomarlo a risa, y deleitarse en los planos que la realidad va a montar, y hacer apuestas sobre si va a descarrilar pasando un puente o se va a parar poco a poco, desinflándose como un pedo.
El señor Savater ha sido el último de nuestros grandes expertos educativos en pronunciarse. Y la verdad es que lo ha hecho de manera absolutamente decepcionante. Esperaba otra cosa de él. Su artículo ya lo ha escrito Marina, y la ministra, y los 500 afiliados del partido que ya han hecho los cursillos de cristiandad para la impartición adecuada de la asignatura, y que, además, han desarrollado sus ejercicios prácticos en defensa de la misma en la respectiva prensa local, según instrucciones precisas, claras y bien subrayadas en los apuntes.
A Vd., como buen literato, le puedo expresar de la manera más clara mi opinión sobre este artículo, y todos los que van en su línea, con una anécdota personal que le hará reír y comprender mi opinión mejor que cien argumentos.
Fue hace unos cuantos años. Era domingo. Yo tomaba relajadísimamente mi café de desayuno escuchando ópera. En un sobreagudo de soprano spinto llamaron al timbre. Malhumorado, me asomé al balcón por ver quién era. Abajo, en la calle, se distinguían dos señores endomingados, uno más joven, otro mayor. Inmediatamente sospeché: predicadores. No obstante, no quise ser maleducado:
- ¿Sí?
Los dos señores levantaron sus cabezas, buenos días, buenos días.
- ¿Nos puede abrir?
- ¿Para qué? ¿Qué quieren?
Dudaron un momento:
- Es que... le traemos un mensaje.
- ¿Un mensaje? ¿De qué tipo?
- Pues... un mensaje... un mensaje evangélico.
- Pues me van a perdonar, pero no espero ningún mensaje de ese tipo.
Los dos mensajeros se miraron. El más joven levantó la cabeza y habló por primera vez, los ojos tremendamente abiertos, la voz dramática, las cejas de asombro:
- ¡¡¡¡ ¿Pero es que usted no cree en la Biblia?!!!
Me salió del alma. Le puse su mismo gesto, su mismo tono de voz, y hasta le añadí un poco de gesticulación llevándome una mano hasta la frente:
- ¡¡¡¿Pero...es que Vds. sí?!!!
Los dos predicadores tomaron calle abajo, deprisa deprisa, sorprendidos por verse mirados como locos de atar por alguien que va a llamar de un momento a otro a los loqueros de urgencia.
El argumento es el mismo, y se ha repetido hasta el vómito. Savater, Marina y los 500 llevan meses y meses preguntándonos con gesto de escándalo:
- ¡¡¡ ¿Pero es que Vds. no creen en la Educación para la Ciudadanía?!!!
Pues no, no señor.
Le prometo que mañana seguiré, porque aún no he terminado, pero han venido a buscarme para tomar una cerveza, y amistad obliga, como Vd. sabe y practica muy bien.
Post Meridiam, por el momento.
Uno.
Desde la práctica educativa llevamos años pidiendo reformas (en cuanto a contenidos, evaluación, promoción de alumnos...). Ni puñetero caso. Política del avestruz, del no me entero o del si no quieres caldo dos tazas: la LOE.
Y mira por donde, y saltando la perdiz por donde nadie esperaba, al eminente pedagogo y experto en cuestiones educativas Don José Luis Rodríguez Zapatero se le ocurre la fórmula de “L´elixir d´amore”, y nos la vende en frasco de asignatura obligatoria. Porque, que nadie se engañe, la Educación para la Ciudadanía es una empresa absolutamente personal del Presidente, que sabe mucho de lo que nos interesa a los ciudadanos de bien que llevamos muchos años en esto, o si no es así alguien debe habérselo explicado en un par de tardes.
Naturalmente, los meapilas de siempre, sorprendidos, ponen pose de admiración ante la sabiduría del glorioso líder, y empiezan a pensar en cómo no se les había ocurrido antes solución tan brillante. Los demás nos hemos quedado en la primera fase: con la cara de pasmo.
Meter la mano en el currículo de manera tan caprichosa está mu mal educao, y sienta un peligrosísimo precedente. Cuando materias como la Filosofía se quedan sin horario, este invento es casi de juzgado de guardia.
Lo de la directiva europea es una coña argumental cogida por los pelos en un aquí te pillo aquí te mato. España ya cumplía la directiva de sobra, sin más problemas. De hecho una asignatura, más o menos (y más bien menos que más) como la de Zapatero sólo se da en Rumanía, el viejo reino de Ceaucescu. Los contenidos se incluyen normalmente en áreas como las Ciencias Sociales, la Historia o la Filosofía, o se contemplan, como hasta ahora en España, de manera transversal al currículo.
Me enfada, lo reconozco, que una reforma curricular como ésta surja del caprichito presidencial, y que con tanto ahínco y alegría las reformas pertinentes se hayan puesto en marcha por diligentes equipos ministeriales. Los mismos que no hacen puñetero caso a las muchísimas demandas profesionales y sindicales empantanadas desde hace años.
Dos.
La oposición de la Iglesia da hasta da un poco de risa. Forma parte de la danza y contradanza. De hecho, esta oposición es, hoy por hoy, casi un aval crediticio para el gobierno: le da votos y le hace más creíble. Da la sensación de que con esta asignatura el gobierno ha hecho algo muy importante. Y el gobierno ha movido muy hábilmente esta ficha. Pero la Iglesia también.
Así, hay otra iglesia (la FERE) -¿otra? ¿o tal vez la misma?- que ha sabido leer muy bien lo que el gobierno ofrece: otro púlpito, más horas para la prédica y más posibilidades de catequesis. Porque, como Vd. sabe, aparte de las áreas y los currículos oficiales, están los idearios de centro, la autonomía de los mismos, la libertad de la cátedra, la de conciencia, los Proyectos de Centro, los PAC, el tararí tarará y el no te metas que esto es mío. De la Educación para la Ciudadanía puede salir- va a salir: ya hay textos en esa línea- toda una catequesis pagada por el Estado. Así va a ser y Vd. lo va a ver.
Pero es que en España, además de la autonomía y el ideario de centro, y del yo me lo guiso y yo me lo como, y de los concordatos Iglesia-Estado, está el filtro autonómico. Prácticamente todas las autonomías tienen transferida la Educación. Y eso les da bola en arreglar, enmendar y adaptar. En este sentido resultan significativas las chulaponas declaraciones de la Sra. Aguirre, recién ganadas las últimas elecciones, manifestando que en Madrid la asignatura iba a sufrir un coqueto corte de pelo, además de que iba a retrasar en todo lo posible (hasta el curso 2008-09) su implantación, por si para entonces ya no era necesario ni siquiera ese servicio de barbería.
Del proyecto que va a quedar en Andalucía le propongo a Vd. el interesante trabajo de averiguarlo por internet. Procure Vd. estar cerca de alguien que le encaje la mandíbula.
La otra cara de la Iglesia, la de la Conferencia Episcopal, ha preferido la línea medieval: el maligno y las amenazas infernales. Esto tiene su clientela y hay que cuidarla. Pero también ha sabido escoger un arma muy contemporánea: la objeción de conciencia.
Esta medida ha puesto nerviosísimo al gobierno, que ha salido con el hacha en ristre a reprimirla de urgencia: quien no apruebe no pasa. Usted, que ha sido estudiante, recordará algo así en su expediente y en su experiencia ¿verdad? El nerviosismo tiene su justificación. Y es que el gobierno tiene la seguridad de que la objeción será bendecida por los tribunales. Si no por los españoles, seguro que por los europeos.
Sería divertidísimo ver cómo la misma Unión Europea , que según el gobierno bendice la asignatura, caponea en toda la coronilla a Zapatero.
Ya tiene Vd. el poli bueno (la FERE) y el poli malo (la Conferencia Episcopal). El dinero sale del mismo saco y va a la misma saca.
Una ceremonia de la confusión para ilusos.
Y tres.
¿Pero de verdad que usted cree que esta asignatura va a servir para algo?
Hable usted por ahí con la gente que está en esto y pídales que le cuenten las penitas que hay que pasar para que medio se les quede a estos alumnos de hoy alguna cosita de Matemáticas, o de Historia, o de Gramática, o de Geografía. El nivel de este país es de verdadera pena. Gran parte de la sociedad ha perdido casi totalmente el interés por los aprendizajes escolares y, muy especialmente, por el esfuerzo y la disciplina que implican.
La Educación para la Ciudadanía se supone que sería una vía para lograr eso que se lee en su propia nomenclatura: ciudadanos educados (social, civil y políticamente). Pues sepa Vd. que para eso es precisamente para lo que no sirve. A los que hoy se hacen ciudadanos educados, maldita sea la falta que les hace esta asignatura. Y los que necesitan esa educación ¿la van a conseguir con una asignatura? Ya me los estoy imaginando: supermotivados, deseando enfrentarse a los nuevos textos, mordiéndose las uñas de interés por conocer la Declaración Universal de los Derechos Humanos, anhelantes de sacar sobresaliente en EpC.
¡Gloria a la EpC en las 3000 viviendas, en San Fernando de Henares, en el Polígono Sur!
Y todo ello tan fácilmente conseguido: con una asignaturita en 3º o 4º de Primaria (9-10 añitos) y otra en 3º o 4º de ESO (15-16 años). Genial, señor Presi, genial.
(Por cierto, para hacer la primera comunión la Iglesia pide ya un mínimo de dos años de catequesis, aparte del área escolar de Religión).
Le aseguro que en Andalucía hasta el movimiento cofradiero tendrá muchísimo más calado en la formación cívica de los jóvenes que toda la EpC. Cómico, pero cierto.
Post Meridian, por los pelos.
¿Ha leído su merced ya las declaraciones del monseñor de Málaga, ayer?: "Yo distingo la objeción de conciencia en los centros confesionales, y en los públicos.En los confesionales no es viable la objeción de conciencia, la asignatura se va a dar, pero con otro planteamiento."
No me aplauda Vd. por profeta, sino por zorro viejo.
Ante Meridiam.
Mi amiga H. me envía un enlace
http://www.rafaelrobles.com/?p=341#comments
a un comentario de alguien a una anotación en un blog sobre el tema de la dichosa asignatura. Como si te diera, amigo PM, municiones para avivar el debate. Yo he de decir que estoy básicamente de acuerdo con tu postura frente a la asignatura y que algunas dudas que tenía se me han, además, disipado tras calibrar convenientemente tus sabias consideraciones. Aunque no termino de ver claro tampoco que no sea necesario contrarrestar ciertas ideas de índole moral que los abanderados de la superstición intentan por todos los medios inocular en los cachorros de la especie y que son especialmente dañinos para la convivencia de sus miembros. Lo que no sé muy bien es cómo.
Dicho esto he de decir también que dado que el Señor en su infinita misericordia y con muy buen criterio ha acordado no concederme la gracia de la eugenesia ni la de la dedicación al adiestramiento de los cachorros de mis congéneres y dado también que mi fe en la perfectibilidad moral del género humano se encuentra en estos momentos bajo mínimos y sospechando que tal vez la mejor opción a que esta especie de primates inteligentes puede dedicar lo mejor de sus esfuerzos sería la de una noble , generosa y lo menos indolora posible autoextinción, en realidad el problema de la dicha asignatura me afecta sólo muy tangencialmente y que si insisto en sacar el tema de vez en cuando no se debe a un laudable ansia de regeneración moral de la sociedad que llenara mi cada vez más menguado pecho, sino más bien a un no menos laudable y elevado anhelo espiritual de tocarle los cojones lo más posible a toda la asquerosa ralea de curas y sucedáneos que me han jodido la existencia desde antes incluso de tener uso de razón.
En cuanto a lo de que los curas sabrán aprovechar la asignatura en su propio provecho, no hace falta que te recuerde que llevan haciéndolo 2000 años. Aprovecharse de todas las armas del enemigo para adaptarlas a sus propios y aguerridos intereses es lo que les ha permitido pervivir con una increible fortuna a todos los tiempos, regímenes e incluso persecuciones. Se trata sin duda de los animales dañinos que gozan de una mayor capacidad de adaptación al medio, por encima incluso de ratas, cucarachas y virus maliciosos.
Pero que no decaiga. El debate siempre es estimulante (y divertido).
Un saludo
Acepto el dolor de corazón y el propósito de enmienda, pero no olvide Vd. que debe 1,75 avemarías.
Post Meridian.
Nunca pensó vuesa merced en ejercer de recaudador de impuestos devocionales?
es contigo
bendita eres entre todas la mujeres
y bendito el fruto de tu vientre Jesús.
Santa María, madre de Dios
ruega por nosotros
los pecadores
ahora y en la hora de nuestra muerte
Amén.
Dios te salve María
llena eres de gracia
el Señor es contigo
bendita eres entre todas la mujeres
y bendito el fruto de tu vientre Jesús
Santa María, madre de Dios
ruega por nosotros
los pecadores
ahora y en la hora de nuestra muerte
Amén.
Pues no (al contrario, probablemente, me supongo -claro-, que su merced).
Amén.
Ante Meridian.
Siento haberle molestado. Pero la educación es uno de los pocos temas que me sacan ya de mis casillas. De otros, sencillamente, me río o los ignoro, si es que no llegan a alcanzar el mérito del sarcasmo. Desde hace años, una cuadrilla de ineptos ha entrado como elefante en cacharrería en un asunto que creen conocer muy bien desde la mesa de sus despachos. El daño y las consecuencias están cada vez más a la vista. Supongo que habré de aprender a convivir con todo esto para que ni me roce, ni me irrite, ni me conmueva. Otra cosa más a la saca del sarcasmo.
Mil perdones.
Ante Meridian.
No sé de dónde sacas, mio caro amico AM /PM, sometida como está tu firma a las pendulares contingencias del movimiento astral, lo de mis supuestas molestias. No sólo que no habrá muchos blogs donde el debate sobre el tema de la Educación / Enseñanza / Instrucción / Adiestramiento de los cachorros de la especie haya alcanzado el pundonor que aquí, sino que me ha ayudado mí a centrar algunos puntos que yo colocaba en la periferia, posiblemente porque el tema no me concierne de una manera directa, aunque tampoco excéntrica, y a aclarar conceptos encenagados por los tópicos y los lugares comunes del optimismo buenista democrático en que ha mutado la vieja ilusión de la perfectibilidad de la Historia. Y además con el regalo de la penitencia me ha hecho recordar el precioso mantra mariano del Ave María.
Y me vas a permitir que salga de este espacio y continúe en la primera plana de este blog el hilo de mis pensamientos, y de los tuyos, para evitar que se pierda el discurso en el vientre oscuro de la bitácora.
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