(del laberinto al treinta)


domingo, 22 de junio de 2008

Mi "Noche Blanca" es más grande que la tuya o "La Tomatina Flamenca"

Si usted es aficionado al flamenco y no vive en Córdoba, todavía está a tiempo de acercarse esta noche a la ciudad califal. Así animaba irresponsablemente Manuel Planelles ayer en El País a los forasteros a venir a la Noche Blanca del Flamenco organizada por el Ayuntamiento de Córdoba. Yo cambiaría la segunda parte de la condicional con un mejor se queda en su casa y se lo pasa en ella como un califa.

La NOCHE BLANCA DEL FLAMENCO es un enorme despropósito que amenaza con convertirse en una tradición y cuyo único fin es que Córdoba suene en los telediarios, en la prensa y en la radio por unos días como una ciudad guay, en la que el que vaya se puede pasar toda una noche de puta madre juergueando por la ciudad. El flamenco, a raíz de cómo se lo trató en los espectáculos importa una mierda. El público que quiere realmente asistir a las actuaciones importa otra mierda más. No es que el flamenco deba ser tratado con respeto reverencial como cabría esperar por los infectos latiguillos que los voceros del evento han evacuado ante el primer micrófono que se les puso delante (1), es que es mentira que sea una noche de flamenco, sino una noche de guiness record y de superbotellón legal. O sea, se trata de reunir el mayor número de gente callejeando por el casco antiguo con la excusa de que se han habilitado unos escenarios donde actúan artistas más o menos flamencos en determinados lugares. El que la burrada de actuaciones haga imposible acudir cómodamente a más de una de ellas, el que los escenarios se monten en lugares que serán más emblemáticos y más marcos incomparables que el copón bendito, pero que no permiten disfrutar con las mínimas condiciones de comodidad de casi ninguno de ellos, el que el caramelo de la gratuidad haga que miles de personas a las que se les refanfinfla el flamenco acudan, como acuden a la feria o a las procesiones o al rally de Sierra Morena.

A los políticos que sufrimos no les interesa la cultura en sí misma, sino el número de festejantes que son capaces de reunir en la calle para vender el número dividido por el coste total del evento como una inversión que ponga el nombre de la ciudad en boca de los medios. Por eso igual les hubiera dado montar una festolina con concursos de comedores de huevos duros o de enhebradores de agujas con Parkinson. El espíritu de esta nueva fiesta es el mismo que el de la tomatina de Albuñol: hacer famosa a la ciudad con una burrada mu grande. En este caso batir todos los records de irracionalidad cutural ofertando en una sola noche 55 actividades con casi 600 artistas involucrados.

Yo decidí sumarme a la fiesta para aprovechar de alguna manera mi parte correspondiente como contribuyente del medio millón de euros que ha costado el asunto. Como me olía que las actuaciones estrella estarían hasta las trancas, decidí acudir a una de las menores, la más intimista y minoritaria: la actuación en el Botánico de una serie de músicos de la órbita del jazz, principalmente la cantante y guitarrista cordobesa Susana Raya, a la que nunca había tenido la oportunidad de escuchar. Por las informaciones que he recopilado parece que fue la actuación más agradable de todas las de la noche. Un centenar de personas, bajo los árboles del Botánico escuchando poemas musicados en suave ritmo de jazz. Me hubiera gustado también volver a escuchar a Fosforito y Luis de Córdoba, tras años alejado voluntariamente del flamenco llamado purista. Y por supuesto estrenar el recién abierto después de tantos inexplicables años Teatro de la Axerquía en el que tantos buenos ratos pasé en mi juventud, pero el cuerpo no me lo pidió.

Al Botánico llegaban algunos amigos que me hablaban de la locura de la actuación de las Tendillas (Manolo Sanlúcar, Poveda e Israel), hasta las trancas de gente y de las altísimas cotas de incomodidad del improvisado recinto. Antes de que terminara la actuación de Susana regresé al casco histórico por la Ribera. Pasé de vuelta por la puerta del Alcázar de los RR.CC. donde la vista de una carreta de esas que sólo le farta hablá y varios caballistas disfrazados de señoritos me hizo recordar que celebraban una fiesta rociera. Mama, yu-yu. En el Arco del Triunfo una gran tela emitía imágenes musicadas de trajes de flamenca. Al otro lado del río, sobre la Calahorra se proyectaban imágenes lisérgicas. La diseñadora de trajes de flamenca Juana Martín preparaba un desfile de modelos, por el que no me interesé nada. De largo pues. La siguiente parada fue en el Patio de los Naranjos de la Mezquita (antes mezquita), donde El Pele y el Chaparro montaban un sarao pseudoreligioso flamenco con el nombre de La Palabra de Dios a un Gitano. Alguien conectado con la orquesta de cámara que los acompañaba me comentó que los curas obligaron a santificar esa actuación para poder utilizar el recinto propiedad de la Iglesia. De todas formas me fue imposible acceder. El patio estaba absolutamente colmado de gente. Ni un alfiler cabía. Masas ingentes de noctívagos bajaban de las Tendillas y se encontraban con las taponadas entradas. Conforme me dirigía a la Corredera iba temiéndome lo peor. La calle de la Feria era una idem. Sienes y sienes de personas se dirigían a la Plaza Grande donde actuaba la estrella de la noche: ese clon inmoderado de Camarón que es El Cigala. Cuando alcancé la plaza desde la calle Pedro Muñoz me quedé horrorizado. Era la 1’15 de la noche y una masa compacta de gente rodeaba el escenario ¿20.000? ¿30.000? ¿50.000? Intentar alcanzar un ángulo desde el que se divisara aunque fuera esquinadamente el escenario se revelaba una tarea imposible. Conseguir una cerveza en alguno de los mostradores un afán titánico. Unos minutos después comenzó a sonar algo parecido a una guitarra por la megafonía. El fragor de la gente era ensordecedor. Llamé con el móvil a un amigo con el que había quedado allí y me comentó a duras penas que había quedado atrapado a la altura del Patric y que no podía ni moverse, que empezaba a agobiarse y que me olvidara de que nos viéramos. También me encontré a una amiga que venía de la actuación de Chambao y contaba que no había conseguido ni ver el escenario, que lo habían colocado demasiado cerca del Hotel Mohoso y que la masa de gente se compactó ante él enseguida, que estuvo un rato tumbada sobre el césped recibiendo ocasionales ráfagas de musiquilla hasta que decidió moverse.

En fin, que sólo encontré gente que se movía de un lado a otro absolutamente frustrada por la imposibilidad de disfrutar de ninguna de las actuaciones. Eso sí, esta mañana la prensa local se deshacía en elogios, destacando Alfredo Asensi en el Día con la siguiente perla latiguillera: Córdoba refuerza su idilio con el flamenco en una noche mágica. Decenas de miles de personas salen a la calle para reivindicar las esencias de un arte con vocación universal. Ya te digo...

Medio millón de euros que hubieran podido utilizarse en organizar una semana de actuaciones espaciadas en el Teatro de la Ajerquía, con un precio simbólico para evitar el gañotismo y con actos paralelos a lo largo del día. O bien para crear las adecuadas condiciones para la enseñanza, difusión y conservación del flamenco. Pero eso no da dividendos políticos. Eso no vende imagen, ni abre telediarios, ni contribuye a que suene Córdoba y Nuestra Señora de las Pernotasiones en la asquerosa feria de las Capitalidades Culturales.

Probablemente dentro de muy pocos años este fin de semana será un ocasión de oro para que los cordobeses nos vayamos a la playa huyendo de la toma de la ciudad por hordas de visitantes con ganas de cachondeo. Por el turismo de noches de juerga. Los mismos que acuden indiscriminadamente a los carnavales de Cádiz o al botellón de las Cruces de Granada. Que llenarán las calles de mierda, meados y vomiteras borrachuzas y no dejarán dormir a nadie. Todo en nombre de la Capitalidad Cultural esa de los cojones.


(1) Entre las infectos latiguillos que evacuaron ayer políticos y responsables de evento entrevistados por CANAL SUR RADIO pude escuchar perlas como estas: El flamenco es la expresión genuina del pueblo andaluz. El flamenco es la quintaesencia de la expresión artística andaluza. El flamenco es el último reducto de la cultura autóctona andaluza.



ADDENDUM (23/06/08)

Acabo de oir por la radio que Granada prepara la mayor exposición sobre la Antártida que se haya organizado nunca en Europa. No que sea la más completa, la más minuciosa, la más didáctica. No, la MAYOR. Eso es lo único que interesa del mensaje. Y por tanto, lo que se resalta en primer lugar. De la sociedad del espectáculo de Debord estamos pasando a la sociedad del guiness record actual. ¿Hasta dónde llegará el cretinismo contemporáneo?

8 comentarios:

MariaJU dijo...

Vaya q te has despachao bien hijo! jejej
Espero q las ordas politicastras lleguen hasta aquí y encajen lo q has escrito como una crítica constructiva (lo harán o te echarán a sus jaurías) y de paso tomen buena nota de tus bien fundamentadas y razonadas opiniones para la posteridad y se dejen de practicar a pies juntillas lo del caballo grande ande o no ande.

un saludo, maría

Victorio dijo...

Amigo Harazem, pero que buenas reflexiones nos regalas...

Anoche tenía pensao ir a darme una vuelta, pero mi cuerpo no andaba ayer mu católico... Así que ni me asomé a ver ningún escenario de los nosé cuantos, y me perdí el ver en directo ni a ese populismo forzador de borracheras hasta la mañana.

Veo que no me perdí gran cosa, (aunque algo intuía hace unos días...) ya, que como dice el reflan: No hay mal, que por bien no venga...

No suelo ver la tele, pero mira por donde, la noche del sábado a eso de las 2 de la noche había un documental en la dos sobre la Marihuana bastante completo, con una duración de más 160 minutos.
Tocaron el tema desde todos los puntos de vista, me gustó y me quedé viéndolo hasta el final.

Me perdí la ostentosa fiesta populista-borrchil-mañanera... de esas que dan caché a este pueblo grande. Y los plunillas a lo suyo, a vender lo que les manden vender...
Y después de leer tu crónica, que quieres que te diga: que me alegro más todavía.



Salú

Anónimo dijo...

Estoy bastante de acuerdo con lo que cuentas Manuel.
La Noche Blanca se convirtió para mi en una noche de encuentro con el personal, charlé un rato contigo y con Calleja en el Botánico por ejemplo.
Efectivamente mi familia y amigos practicamente dimitieron de la Noche Blanca al principio cuando se agobiaron en Tendillas y Corredera.
Por cierto, me encontré al mencionado Manu Planelles que me confirmó que era asiduo lector de Calleja.

harazem dijo...

Bueno, me alegro de no ser el único insonrible y metepatas. La unanimidad en el baboseo es aplastante. Dicen algunos analistas de que eso es señal de que la democracia liberal funciona: cuando los entusiasmos colectivos se infantilizan y se dirigen exclusivamente hacia metas sanas y deportivas, abandonándose la reflexión y la compasión, características propias de la especie. En ese estado es donde es más fácil al poder esquilmarnos sin peligro de que se pueda cuestionar su legitimidad.

Victorio, pa haber sabido lo de la marihuana. Yo tampoco enciendo la tele, pero hubiera hecho una excepción. De todas formas mira la hora a la que lo emitieron. Cuando el personal duerme o se emborracha en la calle.

Isaak dijo...

Que no, Manué, que tas quedao corto, si reflexionas una mija más te sale otro post como éste, del tirón.

A pesar de mi inexperiencia, todo aquéllo me dio muy mal rollo. Montajes como éste pueden incentivar la afición al alcohol, pero dudo mucho que lleven a la calle principal del flamenco. Lo que sí me quedó claro es que una y no más, tomás; conozco formas mucho mejores de perder el tiempo.

casandra dijo...

Me consta que Manuel ha sido benevolente con su crítica a la flamencada de sanjuan. Podía haber sido mucho más demoledor. Lo digo porque me consta que Manuel, hombre puntual donde los haya, tuvo que esperar 1 hora por encima del horario previsto para ver el recital. Encima no se pudo disfrutar en condiciones porque el sonido fallaba más que la escopeta del malo. Yo fue lo único que vi a la postre, porque después me negue a meterme en la bullanga que había organizada en la corredera.
De todas formas Manuel, yo creo que el jardín fue el único sitio respirable de todo el botellón institucional.

Glo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Glo dijo...

"...¿Hasta dónde llegará el cretinismo contemporáneo?..."

Justo hasta el año de publicación de esta entrada. Después llegará otro, ligado a la miseria que nos acompañó durante siglos y siglos: un cretinismo neoclásico, digamos.