(del laberinto al treinta)


martes, 8 de diciembre de 2009

CAJASUR: El Cuerpo Místico del Euro (II): los políticos

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LOS POLÍTICOS (1)


No hace mucho le escuché decir desde mi MP3 al escritor Rafael Chirbes, en una conferencia, La estrategia del boomerang, sobre el universo de la novela contemporánea que dictó en la Fundación March que en una de sus novelas se había propuesto retratar la España que a fines de los 80 enterraba sus señas de identidad, la España de la Expo y las Olimpiadas y en la que se imponía un pragmatismo caracterizado con aquella frase de corte posmaoista que pronunció (pero que pertenecía a Deng Xiao Ping) Felipe González: "gato blanco o gato negro, qué más da, lo importante es que cace ratones".


Los arribistas de los dos bandos habían tomado el poder y escribían la historia a su medida. Los recién de llegados, muchos de los cuales se apresuraban a enriquecerse no tenían la difusa sensación de culpa que marcaba a la vieja capa dominante engordada a la sombra de la dictadura. Exhibían brillantez, inteligencia, inconsciencia, ni siquiera parecían darse cuenta del lugar que ocupaban, de que tenían en sus manos los mecanismos del poder. Y una inocencia altiva. A su manera reproducían comportamientos que tenían que ver con los que mantuvieron quienes llegaron al poder al final de la guerra civil y, retrocediendo casi dos siglos con los liberales del siglo XIX, a quienes Azaña en su magnífica conferencia de 1930 "Tres generaciones del Ateneo" acusaba de haberse enriquecido con la desamortización al mismo tiempo que abdicaban de los principios que les habían hecho a acometerla. Añadía Azaña de aquélla generación que primero cargó de esperanza a la sociedad española y a continuación frustró la llegada de los valores de progreso y la moralización política. Larra y después Galdós recogerían la amargura de esa atmósfera. Al leer las palabras de Javier de Burgos, el que fuera ministro de Hacienda de Isabel II “Mucha gloria que conquistar, mucho dinero que ganar”, me parece oír las palabras del ministro socialista de Economía Carlos Solchaga cuando a mediados de los 80 del siglo XX decía que España era el país de Europa en el que se podía ganar más dinero en menos tiempo. Los viejos revolucionarios se habían convertido en jugadores de bolsa.


Fue en el contexto de esa renuncia a los ideales y de ese jolgorio derrochador y del todo por la pasta que fomentaron los socialistas desde el propio poder y desde prácticamente el primer minuto de su mandato en el que hay que inscribir la extraña anomalía de una Caja como la de Córdoba. Pero hay que hacerlo interconexionándola con otros fenómenos igualmente extraños que formaron parte de aquella Movida Universal de Colorines en que se acabó instalando buena parte de la sociedad española quemando todos los cartuchos guardados en el almacén del progreso democrático en fuegos artificiales especulativos, artísticos, económicos, sociales, religiosos y, sobre todo, morales.


Jesús Gil es un producto de los socialistas, por mucho que pataleen negándolo, la corrupción urbanística instalada en tantos ayuntamiento y en tantas parcelas de la vida española es fruto de su movida cuyo lema fue ¡hala, a enriquecerse, que estamos de buen año! Mientras saquemos tajada, y la sacaban abundantemente. Porque tendrían que haber advertido que enriquecerse rápidamente siempre supone una quiebra de lógico principio moral que vincula ganancia con esfuerzo y con obligada devolución de parte de los beneficios a la sociedad que lo propicia.


Cajasur también fue fruto de ellos. La dejación de funciones de control de los mecanismos creadores de riqueza posibilitó que un solo individuo vinculado a un organismo milenariamente mafioso dominara todos los resortes del poder de esta ciudad. Incluso, aunque parezca increíble, los políticos. Los socialistas dejaron hacer porque ya sacaban tajada de las demás Cajas que entraban en su órbita de influencia y de las que se beneficiaban ampliamente. Y además esta ciudad la tenían perdida por la fortaleza de un voto rutinario, cautivo de una vieja fidelidad que colocaba sistemáticamente en el poder a los herederos, más que de un ideal político, de un carisma.


Izquierda Unida sufrió una curiosa evolución. En los primeros tiempos con El Califa Rojo, Julio Anguita, los desencuentros con el Cabildo Banquero fueron, naturalmente, sonados. Algunos de los hitos fueron la asquerosa campaña orquestada por las rancias sotanas bajo el lema de Anguita no nos quites la Mezquita y la posterior puesta en su sitio del obispo por el alcalde, en frase que deberían esculpir en oro en el frontal del Ayuntamiento: Señor Infantes, le recuerdo que usted no es mi obispo y yo sí soy su alcalde. Herminio Trigo heredó el malrollismo precedente, que se manifestó en la negativa de la Caja cordobesa a conceder prestamos a un Ayuntamiento en manos de (todavía, aunque en vías de desteñimiento) comunistas. Años después, creo recordar que por los tiempos de la gran hamelinada donmiguelesca, el exalcalde veguicida publicó un artículo en El País Andalucía, con el que no he podido dar, en el que lo contaba. Pero fue Joaquina Rosa Aguilar Rivero quien, cual maquiavélica Lucrecia Borgia de chaquetiya colorá consiguió estar en todas las movidas sucias que se gestaron en esta ciudad sin perder nunca la sonrisa congelada, que fue su firma, a base de los más inverosímiles pactos, alianzas, conversiones milagrosas y otras artes de perpetuarse en el poder a costa de lo que sea. Único fin último que movió siempre a la que llegó a ser motada por un ciberfrancotirador que se cree muy gracioso como LA ALCALDIOSA. Así tras hacer una prueba de tímida conversión por renacimiento sacando personalmente con sus hombros en procesión la escultura de un frailón en Santo Domigo, asombroso hecho del que deben quedar pruebas en las hemerotecas, que aunque yo las ví no las he encontrado, y viendo que ni Marx ni Engels le enviaban una buena colección de escrófulas como castigo, decidió dar el paso definitivo y convertirse del todo, haciendo creer que lo hacía por intervención pastoral de don Miguel y el buen obispo Asenjo, que sustituyó al rebelde Martínez, defenestrado por obra y gracia del primero. Hizo una declaración pública de catolicismo y de rancio cofradierismo pasando sin abandonar esa sonrisa que lleva permanentemente cosida al careto, del materialismo dialéctico al catolicismo cofrade, tal como George Bush paso del Jhonny Walker al fundamentalismo episcopaliano, y se metió para siempre al Orondo en el bolsillo. Así fundó su principal principio moral que aún sigue manteniendo de que Ella sólo se arrima al canónigo que más calienta, sea de la iglesia que sea.

Cajasur comenzó por aquellos tiempos una enloquecida carrera de inversiones y alianzas con lo más granado de los ladrillistas al oeste del Pedroches con suculentas ramificaciones de la mano de PRASA en la Marbella de Gil, y que con los años acabaría recibiendo el nombre policial de Malaya, en merecido homenaje a la otra pata del banco del poder cordobés: el joyero y constructor Sandokán, el afamado modelo de arcángeles y erector de descacharrantes y autoglorificadores Arcos de Triunfo. El resultado fue la destrucción de las últimos terrenos vírgenes, jardines incluidos, de la Costa de Sol y otras barrabasadas como la demolición de unas bodegas históricas en el Puerto de Santa María. Para eso sirvieron los ahorros de los cordobeses. Pero en Córdoba, aprovechándose del sistema de sincontrol instaurado por los socialistas desde los tiempos de Felipe González, la complicidad de la Junta de Andalucía y el nuevo gobierno de la derecha ultraliberal se formó una extraña sociedad entre un canónigo banquero, un constructor roepalillos y una excomunista enamorada de sí misma. A partir de ese momento el lema fue que a doña Rosa que no le farte de na. Y se acabaron en la ciudad las críticas feroces a la alcaldesa roja, las de la derecha rancia incluída. Los mènages a trois negociantes entre los idems en conocidos establecimientos hoteleros fueron sonados a pesar del espeso silencio impuesto por el poder del dinero. Las subvenciones bífidas (de Cajasur y municipales) al mundo casposo de las peñas y al gominoso de las cofradías consiguieron restañar más o menos los agujeros electorales que las deserciones de los fieles de la izquierda, despavoridos por las astracanadas beateriles y liberales de la alcaldiosa, produjeron en la formación gobernante. Los resultados físicos para la ciudad fueron claros: aparte de multiplicar por diez las procesiones cofrades a lo largo de todo el año y de llenar las plazas de esculturas exaltadoras de la superstición católica, a punto estuvieron de hacer desaparecer los cines de verano en una oscura maniobra entre Urbanismo y Sandokán y cuyo desbaratamiento por presiones populares provocó la obligación de resarcimiento por parte municipal de las pérdidas del constructor mediante extraños permisos o disimulos para la construcción de enormes promociones de psicochalets de plasticuchi en la sierra a costa de centenares de centenarios alcornoques o la de insondables naves en terrenos de la vega.

Así cuando la canallesca maniobra episcopal para escamotear la Caja del control de la Junta que andaba por entonces enfrascada muy loablemente en la tarea de crear una gran caja unificada que, decían, sirviera como motor del desarrollo andaluz, o, les decían a ellos, para financiar al partido más fácilmente, doña Rosa eligió claramente, exactamente igual que su amiguito del alma, el plumífero y emético escribidor Antonio Gala. Donde se ponga mi Canónigo que más calienta que se quite la Junta.


El PP en Córdoba no pudo en los últimos tiempos competir con el precioso idilio entre la alcaldiosa y don Miguel, vía interpuesta de Monse Asenjo, el obispo titular de la plaza, quien recibió el inusitado regalo de que Ella prefiriera asistir a su barroquísima Coronación Canónica Arzobispal como Rey del Carnaval Católico Sevillano a la grasienta y sudorosa manifestación del 1º de Mayo. Para ser justos habría que sumar también a esa incompetencia la escasa entidad personal de su candidato y la desopilante de sus cooperantes. Pero el partido de don Manuel Fraga se lanzó en tromba, el probablemente disecado Arenas el primero, a apoyar a don Miguel en la perifraudulenta sustracción de la Caja del control de la Junta de Andalucía para cederlo al gobierno central en manos del PP.


Lo que no sé si alcanzará a saberse algún día es el papel jugado por el Banco de España, que sabiendo y habiendo avisado claramente de los altísimos riesgos a que la codicia de los curas fiándolo todo su negocio en las empresas del ladrillo, estaba llevando a la Caja, no hizo absolutamente nada. Probablemente tenían orden de esperar, de avisar pero no intervenir para propiciar el anunciado derrumbre y que una Caja controlada por el partido socialista recogiera los restos. O, como se afirma desde el propio Banco, para evitar un caos financiero. Sea como fuere parte de la responsablilidad por los costes económicos que la sociedad española tendrá que asumir por la pedorra gestión de Don Miguel y Herederos es del organismo encargado de velar por el buen funcionamiento de unas entidades cuya única razón de ser es la de revertir en inversiones sociales los beneficios del ahorro de los ciudadanos.

Yo durante muchos años fui partidario acérrimo de la fusiones, de que la Junta consiguiera reunir en una sola todas las cajas que representan intereses parciales en Andalucía que sirviera de motor económico y cuyos beneficios revirtieran claramente en la sociedad andaluza y especialmente en los sectores menos más desfavorecidos. No como caridad, sino como justicia. Y las alarmas de mi admirado Félix Bayón (¡cuánto echamos de menos tu lucidez!) en la bisagra del siglo basadas por sus dudas sobre su pertinencia, por el peligro de que se convirtieran en lo que ahora son, financiadoras de las megalomanías de los partidos y de personalidades caciquiles localistas, excesivas. Hoy suscribo cada una de sus palabras. Unas palabras que no me resisto a ofreceros completamente porque ya son inencontrables en la red, a pesar de haber sido publicadas en la edición de El País de Andalucía:



FUSIONES
Félix Bayón

Fecha interminada de 2000


El largo proceso hacia la fusión de las cajas de ahorro andaluzas y su prólogo, a Ley de Cajas, están resultando toda una metáfora de la miseria en la que se ha convertido la política. En todo este tiempo, no se ha debatido cuál ha de ser el papel de las Cajas en Andalucía, ni si tienen realmente algún papel, ni qué se puede hacer para dotarles de más eficacia social y económica. No ha asomado el más mínimo argumento y la prensa informa del asunto dejando caer las noticias sobre un lecho de sobreentendidos.

Cuando alguno de los contendientes busca el apoyo de la opinión pública, echa mano al recurso más facilón, cínico e incendiario el chovinismo localista. Así, Cajasur se apoya en un supuesto movimiento popular para "defender" a los cordobeses, cuándo en realidad no defiende otra cosa que un modelo anacrónico que pone esta Importante entidad en manos de la Iglesia Católica.

El PA parece dispuesto a todo con tal de no perder poder sobre las cajas sevillanas, de las que tanto parece depender y con las que ya se alió en la gran operación especulativo/urbanística de Tablada, operación que, por cierto, fue rechazada por el PSOE cuando estaba en la oposición del Ayuntamiento de Sevilla y a, la que apoyó en cuanto logró el poder.

El debate sobre si han de prorrogarse o no los mandatos de los altos cargos de las cajas es completamente interesado: se toman posiciones sólo teniendo en cuenta si incrementa o disminuye el control político de cada partido. Hasta ahora no se ha visto ni un solo argumento que trate sobre la funcionalidad o disfuncionalidad de la prórroga.

Las cajas, más que nada, parecen ser contempladas como botín: como herramientas que sirven para financiar de forma más o menos transparente a los partidos y para dar refugio dorado a políticos caídos en desgracia pero a los que merece la pena mantener contentos y callados por lo que pueda pasar.

No está nada claro que las cajas andaluzas tengan más relevancia económica para nuestra región que la banca privada o que las cajas de otras comunidades que tienen oficinas en nuestra tierra, Carentes de finalidad de lucro, tienen que verter sus beneficios en una serie de acciones sociales y culturales que, por lo general, son romas y pobres y que tienen más de trasnochados montajes benéficos que de catalizador. Es raro encontrar una caja andaluza que tenga actitudes más valientes y dinámicas que la banca privada a la hora de apoyar iniciativas económicas o culturales innovadoras. Más bien se dejan ir en apáticos planes que denuncian lo -dicho sea en su peor sentido- provinciano en su origen.

De la hipotética fusión se cajas saldría, sin duda, una caja más fuerte y rentable. Lo que no está tan claro es que tenga efectos específicamente benéficos para nuestra región: ¿conseguiríamos los andaluces de esta caja única mejores condiciones de financiación que cualquier otra caja o banco de fuera de Andalucía?, ¿servirá la caja única para impulsar iniciativas económicas, culturales o sociales de auténtico interés para Andalucía?


Si no hay garantías de que la respuesta a estas dos preguntas sea sí, mejor sería darle la razón a los ultraliberales menos acomplejados que proponen simplemente la privatización.



VOCACIÓN SOCIAL
Félix Bayón

El País Andalucía Viernes, 16 de marzo de 2001


Durante el enmarañado debate de las cajas de ahorro andaluzas se ha hablado mucho de la necesidad de convertir estas entidades en instrumentos financieros más potentes, pero se ha mencionado poco su razón de ser. Las cajas nacen muy vinculadas a las obras de beneficencia. Hoy todas dicen tener 'vocación social' y se consideran entidades sin ánimo de lucro.

Sin embargo, algunas cajas se vienen dedicando a actividades especulativas que poco tienen que ver con esa vocación. Algunas de estas cajas no sólo no facilitan el abaratamiento de las viviendas, sino que las encarecen. El mecanismo no es complejo: basta con impulsar un proyecto de envergadura para que todo el suelo de su entorno -que ha sido comprado previamente por la caja en cuestión o por empresarios 'de su confianza'- suba de precio. Estas actividades no sólo no son excepcionales, sino que llegan a ser una de las tareas fundamentales de algunas cajas. .

A veces se logra convencer a la ciudadanía de la 'necesidad' de estas operaciones especulativas. Así ocurre por ejemplo con Puerto Triana, un proyecto respaldado por las cajas sevillanas que no es mucho más que un centro comercial sobre suelo público, pero que cualquiera diría 'imprescindible' para una ciudad repleta de riquezas arquitectónicas. Cuando estaba en la oposición del Ayuntamiento de Sevilla, el PSOE se opuso a operaciones similares como la de Tablada, pero desde que está Monteseirín las cosas han cambiado mucho. .

Otra práctica habitual de algunas de las cajas andaluzas es la intervención en proyectos de tan escasa 'vocación social' como el asolamiento de parajes naturales para la construcción de apartamentos turísticos. Las muchas atrocidades que se han hecho en los últimos años en nuestro litoral dificultan destacar a una entidad en concreto, pero ha sido tanto el empeño de la Cajasur cordobesa -que respalda a la constructora Prasa- que no queda más remedio que destacarla. .

El presidente de Cajasur, el clérigo Miguel Castillejo, confeso admirador del 'buen hacer como gestor' del alcalde de Marbella, no ha ahorrado esfuerzos para colaborar en ahogar con hormigón todo trozo de litoral que se le ha puesto a mano. Pero el padre Castillejo tampoco hace ascos al centro de las ciudades. Su próxima hazaña consistirá en convertir en solar las históricas bodegas de Osborne de El Puerto de Santa María para levantar de viviendas. Quizá por lo de la 'vocación social', a este desatino lo ha bautizado como 'Proyecto de regeneración del entramado urbano'. .


La tendencia en todo el mundo es mimar los viejos edificios industriales y buscarles un uso que los convierta en útiles a la comunidad. Pero eso ocurre en el mundo civilizado. Aquí veremos derribar las bodegas portuenses y se borrará de un plumazo el pasado de esa ciudad. .

En estos años de bonanza económica se están cometiendo barbaridades sólo comparables con las que se hicieron en los años 60 y 70, cosa que parecía imposible: nos creíamos inmunizados. Pero lo más sorprendente es que muchas de estas barbaridades se hacen por iniciativa de entidades que dicen tener 'vocación social' y con el respaldo de la izquierda.

(1) Publicado originalmente en LA CALLEJA DE LAS FLORES.


5 comentarios:

Miroslav Panciutti dijo...

"Fue en el contexto de esa renuncia a los ideales y de ese jolgorio derrochador y del todo por la pasta que fomentaron los socialistas desde el propio poder y desde prácticamente el primer minuto de su mandato en el que hay que inscribir la extraña anomalía de una Caja como la de Córdoba"

En ese "contexto" hubo muchas otras "anomalías". Esa cultura del pelotazo me resultó tremendamente dolorosa. Fue seguramente el factor más destacado (aunque no el único) de mi decepción personal con el PSOE cuya llegada al gobierno español, unos años antes, me había llenado de ilusión y alegría. Por eso me resisto a pensar que eran así desde el principio, que desde el principio fomentaron esos "valores". Pero, probablemente, estoy equivocado. A principios de los 80 era muy joven y lo más seguro es que guarde cariño a esa ingenuidad de entonces.

Lansky dijo...

A mí, como soy un antiguo, me decepcionó aún más que mataran, o incitaran a matar, con eso de los GAL, que que robaran, aunque también, y que crearan esa cultura(?) del pelotazo. Evidentemente el PSOE es un partido que hace mucho que ya no es de izquierdas. Yo lo conceptuo como de derecha moderada y, desde que no perpetran crímenes de Estado (que se sepa), de la derecha civilizada, algo así como una CiU pero española. La derecha derecha (la que fusila, la de toda la vida, la que defiende a los embriones y fetos pero es partidaria de matar según a qué adultos)sería el PP y la izquierda antigua la IU que ha inagurado su refundación con bonitas purgas al más rancio estilo estalinista. Nos vendría bien una uzquierda no digo moderna, sino actual y actualizada, pero no confío y es que yo soy, además de antiguo, pesimista.

Lansky dijo...

Por cierto, y ya que lo mencionas, 'Crematorio' y 'La larga marcha" de Chirbes son, a mi entender, dos de las mejores novelas españolas de la segunda mitad del pasado siglo y comienzos del presente.

harazem dijo...

De Chirbes me lo he bebido todo y coincido contigo. También soy adicto a Belén Gopegui, de quien de declaraste amigo en tu blog. Los considero a ambos dos maestros en el arte de hacer coincidir la representación de la realidad más cruda imbricada sabiamente en artefactos narrativos contundentes transmitiendo emociones verdaderas, sin mácula de trampa.

En cuanto a lo de los socialistas, claro que soy antiguo y me parece más criminal el crimen que el robo, valga la redundancia,, pero yo hablaba sólo de robos o más bien de incitación a él.

harazem dijo...

Como hace por ejemplo Muñoz Molina, se me olvidó añadir antes.