Cuando las hienas pierden la gracia
Yo a Luisito Miranda siempre le he tenido ley. Bueno, más que ley cariño, pero a mí siempre me gustó respetar las frases hechas. Luisito me recordó desde el principio de nuestra relación virtual al amiguete de Torrente, el de la primera, aquel que fue invitado por el héroe de Carabanché: ¿Nos hacemos unas pajillas? Y que ante la cara de estupor de nuestro muchachote lo tranquiliza pero sin mariconeo ¿eh? Así que me lo imagino con la misma cara recibiendo la invitación del correspondiente Torrente en su mocedad: ¿nos hacemos unas novenas?.... Pero sin beateo ¿eh?. La diferencia entre ambos es que del amiguete del Brazo Tonto de la Ley nunca supimos cómo acabó y de Mirandita sabemos que acabó de novena en novena, en solitario o en compañía, como depurado comentarista del espectáculo ese en el que unos recios y sudorosos mocetones se mueven rítmicamente debajo de unas barrocas y tupidas enagüillas. Y como reputado experto en trapitos de vestir las muñecas que aquellos pasean.
En lo estrictamente columnario, mi adorado rencoroso cofrade de cabecera supone en la ganadería estilita abecedaria local un curioso ejemplar de astado berrinches de provincias. De embestida híbrida, una veces directa y otras de pregonao, hija de un cruce entre el bilioso verbo orodentado y halitósico de Antonio Burgos y la teología de bajo vientre del coñólogo católico e inmoderado devorador de tigretones, Juanma de Prada. Pero siempre le he apreciado la cultivada retranca, la ironía fina y el sarcasmo retrechero de que solía hacer gala.
Pero lo que ha perpetrado en su última entrega ha sido absolutamente decepcionante. Muy mal, muy mal tiene que andar de ingenio Mirandita cuando para reírse de la convocatoria para solicitar el Premio Príncipe de Asturias a la Memoria de los Moriscos, tiene que andar haciendo jueguecillos gilipollas de palabras, pedorretas chistosas sólo digna de algún Moranquete de segunda fila de Cagal Sur, o peor aún de patio de colegio de curas vigilado por el Padre Macocas. Debe ser que los efectos del alcaloide que usa, mezcla de cera e incienso, se le han mermado ya por estas fechas y el horror vacui de su voluminoso portaselebro le está haciendo estragos al ingenio. Porque vamos los chistecillos de los mariscos por los moriscos, mariscada por moriscada, genocidio por lenocinio y lo de las merluzas y los jipis son al sarcasmo lo que al erotismo el caca, culo, pedo, pis. Sin ir mas lejos, en esta misma taberna tenemos reidores del evento con infinitamente más clase que él. Y además nos azotan con ella gratis, que el narcocofrade rencoroso por esa soplapollez encima cobra.
En el fondo del asunto tiene motivos para reirse Mirandita. La gente de su ralea lleva riéndose con carcajadas de hiena de nosotros, entre genocidio y pogromo, desde hace cuatro siglos. Es la gente de la España que expulsó a los judíos y a los moriscos y que lo intentó (y volverá sin duda a hacerlo invitado esta vez por un fascista francés y otro italiano) con los gitanos nómadas, la que controló férreamente la voluntad popular por un siglo mediante el caciquismo y las sotanas, la que derribó los pilares de la convivencia de un régimen democrático y asesinó en las cunetas a medio millón de diferentes para salirse con la suya. Tiene motivos para reirse a mandíbula batiente cuando la atroz estética de las procesiones contrarreformistas de Semana Santa que se inventaron precisamente para celebrar el genocidio de los otros, el triunfo del pensamiento uniforme frente a la diversidad de criterios sigue perfectamente viva, cuando los valores de la Ilustración contra los que lucharon y por un momento perdieron empiezan a adelgazarse de nuevo frente a la irracionalidad y el tribalismo campante. Tiene motivos desde luego, muchos motivos para carcajearse de que el premio no se lo hayan dado a la Concordia, sino a una organización supuestamente caritativa pero cuidadosamente contraria a la justicia social. Una organización de funcionarios de un estado absolutista y totalitario que intenta (y consigue con mucha frecuencia) imponer su legislación particular a las constituciones de los demás países y que discrimina en su territorio y en los infinitos consulados con los que cuenta por todo el mundo a la mitad exacta de la población por el hecho de no contar entre sus piernas con dos bolas peludas y un apéndice carnoso eréctil. Ese que a un número sintomáticamente alto de los funcionarios de ese estado tanto les gusta dar a los niños pa que se lo manoseen.
Tiene tantos motivos... Pero al menos que se carcajee con imaginación, sin fusilar los descatalogados chistes del llorado Pepe da Rosa. Que pa eso cobra.
6 comentarios:
Siempre es un lujo leer lo q escribes, pero llega al cénit de goce cuando Mesié Porca entra a debate y os enzarzáis en esa dialéctica espectacular q desplegáis para cuantos leemos en la Calleja de las Flores. Los ojos se me han salío de las órbitas leyéndo las vuestras audacias mentales-lingüísticas. xDD
Fue un placer encontrarle, leerle y reflexionar sobre lo que dice. Gracias por compartir su clarividente elocuencia. Que siga la fiesta. Un saludo desde Cádiz.
Interesante también tu página Alinando. A la espera de tener tiempo y dedicarle el tiempo que se merece.
Adjunto un enlace del NYT en el que se puede ver el grado de conocimiento de la religiones a partir de un test.
Adivinad el grupo que encabeza la lista.No es la entrada más a propósito para hacerlo pero la actualidad se impone.
http://www.nytimes.com/2010/09/28/us/28religion.html?src=me&ref=general
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