(del laberinto al treinta)


sábado, 3 de mayo de 2014

CORDOCASPA: Monumento a la CAÑILATA


Hay mucho malafollá que anda por ahí diciendo que si Córdoba descolló altamente como cuna de grandes literatos y filósofos en lo que es el campo de las ciencias siempre nos comimos una mierda. Mentira cochina e infundio doloso. Sólo hay que peinar las largas guedejas de la Historia para encontrar más casos en el peine que liendres en el de un niño de posguerra.

Pues puede afirmarse sin rubor que fueron ingentes los aportes cordobeses en el campo de los grandes inventos a la Humanidad. Fue un cordobés, Ibn Firnas, el primer humano real que voló con unas ALAS ARTIFICIALES, aunque se rompiera la crisma en el intento. Un santo varón, Ambrosio de Morales, fue el inventor allá por el siglo XVI de la autocastración radical preventiva de tentaciones usando la afilada tapa de un BAÚL MONOVOLUMEN CONVENTUAL POLIVALENTE. Ya en el siglo XX fue un cordobés anónimo quien inventó el utensilio de cocina conocido como PEROL RABÚO mediante el ingenioso arreglo de añadirle un largo rabo a una perol de asas, lo que le permitía guisar borracho un arroz en el campo sin quemarse los güebos. Pero sin duda su mayor aporte a la historia de la Humanidad en el campo de la ingeniería hidráulica universal fue la CAÑILATA, un utilísimo artilugio formado por una o más cañas de escobón empalmadas, coronada por una lata vacía de conservas correctamente atada a su extremo y que sirve para regar las macetas más altas de los patios cordobeses.

El origen del invento se funde con el propio del Festival Florido por antonomasia cordobés. Todo el mundo sabe que la Fiesta de los Patios la inventaron allá por los años veinte un puñado de ociosos señoritos cordobeses hijos de la burguesía vinatera, prácticamente la única que existía en aquellos tiempos al oeste del Pedroches. Decidieron montarse esta alegre camada amante de la farra un jolgorio anual en forma de viacrucis borrachuzo por los patios de las casas de vecinos donde penaban su miseria los pobres de la ciudad, muchos de ellos obreros y obreras explotados secularmente por sus estirpes. Para ello y para convencer a las mujeres de que blanquearan y adornaran profusamente las paredes de sus humildes viviendas con macetas organizaron un concurso en el que se donaría un buen puñado de duros al patio resultante ganador. Con ello mataban tres pájaros de un tiro: mantenían a un buen número de pobres entretenidos en el sano cultivo del primitivismo decorativo de la cal y la gitanilla libres de las tentaciones reivindicativas, se lo pasaban teta ellos mismos y de paso daban salida más fácilmente a los vinos de sus bodegas familiares.

El problema vino cuando el afán por ganar el premio llevó a a aquellas vecinas a colocar macetas en sitios inverosímilmente altos, para cuyo riego necesitaban altísimas, artesanales y peligrosas escaleras de mano. Fue la dolorosa sangría de mujeres, principalmente abuelas, que morían escoñadas cada año por caída de escaleras lo que llevó a un genio anónimo a inventar ese artilugio, la cañilata, mediante la que se podían regar las más altas macetas sin peligro de escoñamiento.

Es de agradecer por tanto que el Excelentísimo y Casposísimo Halluntamiento de Córdoba dedique una escultura a tan excelso invento que tantas vidas ha salvado, siguiendo la estela que abriera su antecesora la corporación marxista-folklomeapilista que llenó la ciudad de esculturas de estilo Remordimiento dedicadas a enaltecer el recuerdo de los PALEOCORDOBESES: las aguaoras de la Mersé, el rijoso cura apandaniñas de las Cañas, el vampiro coplero de San Basilio, el correoso matarife fino Lagartijo, el aparador narcocofrade de san Pedro y el Viejo de los Helados de la plaza del Zoco. Todos ellos colocados en los tiempos felices en que nos gobernaba aquella alcaldiosa de la mueca congelada y la chaquetiya colorá conocida como Santa Rosa da Grima que tanto hizo por la extensión del NACIONALCASPOCATOLICISMO que ella misma profesaba. Y cuya senda han seguido fielmente los miembros neofanquistas peperos que nos gobiernan estos atribulados días. Como muestra LA ÚLTIMA IMAGEN que nos han dejado y en la que encontramos incluso alguna socialista y no precisamente despistada.

De propina el escultor, especialista en dotar de detalles humorísticos a sus obras, ha colocado un cubo a los pies de la portadora de la cañilata con el fin de que evacuen cómodamente en él todos los borrachuzos que pasan por la zona de los bares, cruces o patios evitando hacerlo sobre las fachadas de las casas del vecindario.

OTRAS ESCULTURAS URBANAS ERIGIDAS A LOS PALEOCORDOBESES


Escultura dedicada al amor sacerdotal por los niños que representa a un cura apandando dos niñas listas para ser catequizadas en la soledad de la sacristía. Costumbre tradicional del rancio clero local. En la plaza de las Cañas. Inaugurado por doña Rosa Aguilar, cuando oficiaba de alcaldiosa.

Monumento al vampiro castizo, recitador de apolillados versos pseudolorquianos y otras ranciedades folklofrikis a prueba de estropajos de aluminio. Fue erigido en la Puerta de las Caballerizas Reales por presión hiperpesada de una docena de amigos de la ca(s)pa cordobesa. También en tiempos de la acaldiosa

Monumento a un matarife fino de finales del XIX aficionado a matar borricos en plena calle cargados de carbón clavándoles en el vientre una horca campera para destriparlos y así reírse de la desesperación de sus dueños, los carboneros pobres que bajaban de la sierra tras varias jornadas de agotador trabajo para mantener a su prole, antes de darles un puñado de duros para que lo repusieran. Por esta y otras hazañas por el estilo que hacen mucha gracia a los aficionados al espectáculo de convertir un hermoso animal en una morcilla sanguinolenta, nuestra insigne alcaldiosa llego a tildarlo en su inauguración de "progresista avant la lettre". En la calle Osario.


Maravilla de estudio kitsch folklofeminista en las que unas figuras de maniquíes de escaparate posan en posturas deliciosamente retro ejerciendo las labores propias de las mujeres liberadas cordobesas. La ripiosa, apolillada loa poética a su espalda, obra de un prejurásico erudo local, ponen la guinda cultureta. En el Campo de la Merced, frente al palacio de la Diputación.

Descacharrante y truculento aparador dedicado a un oscuro imaginero del siglo XVII en el lateral de la iglesia de San Pedro, obra cuya pomposidad dramático-cofrade homenajea irreverentemente la ya afortunadamente extinta pasión por las procesiones gore que recorrían la ciudad cuando los dinosaurios de la superstición y la idolatría dominaban la Tierra. Anteriormente ofendió la vista de los viandantes en la Plaza de las Doblas de donde fue retirada por petición de tirios racionalistas que organizaban minutos de risa frente a él y por troyanos narcocofrades que preferían la cercanía del barrio donde vivió el representado
Monumento a un entrañable y apulgarado personaje cordobés: el Viejo de los Helados, representado con uno en la mano en el acto de aplicarle un sonoro lametón, como solía hacer cada hora en su esquina mientras contemplaba enternecedoramente a las niñas de la plaza jugando alegremente a la comba. Como detalle curioso podríamos apuntar que sirvió como modelo al escultor el célebre locutor franquista Matías Prats. En la plaza del Zoco.

3 comentarios:

ben dijo...

Que bueno,desde luego Córdoba no puede presumir de esculturas.Pero te han faltado
algunas:El tontorro Emilio Luque,el cabezón mexicano de San Hipólito,las palomi
tas de la pobre abuela de los patos....Vamos que no se salva ni una.Ya sólo fal
ta una al "chupaor" del caracol.¡Ay! mi Córdoba bonita.
Saludos.

Miroslav Panciutti dijo...

Estas entradas tuyas (de las cuales ya tienes unas cuantas) merecen ser compendiadas, revisadas y debidamente ordenadas para conformar una guía turística alternativa de Córdoba (acompaáda, claro está, por el imprescindible plano que permita orientarse a los visitantes). Quizá su publicación te la patrocine el Halluntamiento.

harazem dijo...

Hombre Ben cuánto tiempo... Y sí el monumento al "chupaor de caracoles" está al caer...

Miroslav: es un viejo proyecto que tengo en mente que como todo proyecto que tengo en mente jamás saldrá de ella: una guía para insonribles de la Ciudad.