Entusiasmos cordobeses
Foto de Francisco González (Diario CÓRDOBA)
Todavía acongojonado por el exitazo de la convocatoria de apoyo ciudadano a la candidatura cordobesa a la Capitalidad Cultural 2016 y felicitando de corazón a los que la han convocado, organizado y extraído finalmente fruto reuniendo en el puente viejo a 10.000 paisanos, y agradeciéndoles la inyección de entusiasmo que han inoculado en la ciudadanía de esta sesteante ciudad, me asaltan algunos tristes, rijosos, avinagrados pensamientos, propios sin duda de mi natural carácter atrabiliario y buscatrespiesalgatómano empedernido.
La primera es constatar la desagradable coincidencia del día elegido para la convocatoria de exaltación al espíritu europeista y la reclamación para Córdoba, que se arroga el título de Ciudad de la Tolerancia, de ser señera abanderada de su cultura con el elegido también por los representantes de los europeos, y también señeramente los españoles, para bombardear un país vecino con el evidente fin de salvaguardar sus sagradas fuentes de energía y probablemente como primer escarceo de la prevista gran guerra que se avecina por los combustibles fósiles. El darwinismo social militarizado del que hablaba el amigo Lamalgama dos post anteriores. La hipocresía de cubrir la intervención con un azulado manto de falso humanitarismo sólo añade más oprobio a su iniquidad.
La segunda es la también constatación una vez más de que la candidatura de Córdoba participa del mismo espíritu de los concursos de belleza femenina o masculina. El culto a la apariencia. En aquellos lo imprescindible es la guapura natural de los presentados, mientras que sus capacidades intelectuales o éticas no sólo no son necesarias en sí mismas, sino que lo necesario es su estricto ocultamiento. Infumables botellones pseudoculturales como la Noche Blanca del Flamenco o Untopía; performances moernas en plazas emblemáticas que nada añaden al conocimiento y disfrute del arte; apuesta oficial por el fomento de un espectáculo que estaba en vías de extinción apenas hace treinta años tan alejado de la cultura viva como la Semana Santa, regurgitación cíclica de los horrores de la Inquisición, de la estética y la ética de la Contrarreforma, del espíritu del excluyentismo intolerante nacionalcatólico, que además se difunde impunemente violando los principios de laicidad del estado en los colegios públicos cordobeses; inventos culturales aeronáuticos con ineludible vocación de conversión final en bares de copas molones o en parquecitos infantiles, festolendas de camisetas y globitos y sonrisas bobaliconas; que está asistiendo indiferente a la planificada deconstrucción real y simbólica de su monumento más emblemático a manos de la jauría de sotanas más salvaje al oeste del Meandros. Ya lo dijo la comisión aquella. Mu bonica la candidatura y mu bonicos sus monumentos, pero poca chicha y menos limoná realmente cultural. Porque lo importante de este asunto no es el crecimiento en valores estéticos y éticos de los ciudadanos, la educación y la libertad de pensamiento, sino la creación de un decorado de mesón para vender más flamenquines. Y para eso no se necesita una ciudadanía más culta, sino un encadenamiento de verbenas que entretengan a los guiris. En esta ciudad lo extraño no es que no haya más pernoctaciones de turistas, sino que no se queden a vivir los antropólogos, porque el espectáculo más interesante que en ella puede encontrarse es contemplar de cerca el día a día de cómo nos cocemos en nuestro propio jugo exquisito de ignorancia, casperío e inanidad autocomplacientes.
La tercera también constata. Y constata el tipo de cosas que son capaces de mover a la ciudadanía. Una ciudadanía que está sufriendo una brutal crisis provocada por la avaricia de los mercados con la ayuda de los partidos políticos-condón convertidos en sus mercenarios y con la misión de evitar el preñamiento en rebeldía de la gente. Una clase trabajadora que ha visto cómo le recortaban brutalmente en poquísimos años sus derechos y sus salarios para facilitar el aceleramiento del trasvase de riqueza hacia las clases altas. Una juventud a la que se escamoteado su derecho a un futuro, ni siquiera tan digno como del que gozaron sus padres. Todos, todos juntos sobre un puente saltando de alegría porque sus representantes políticos van a conseguir que los bares de esta ciudad vendan más salmorejo. Perfectamente razonable. Pero lo sería aún más si además se hubieran manifestado alguna vez en los últimos tiempos para protestar, o tan siquiera quejarse, por cualquiera de las brutales tundas que los poderosos les están endiñando mientras los mantienen entretenidos con el fútbol, la tele y el teatrillo de guiñol de la cachiporra de los exinpolíticos. Que ejercieran de consumidores conscientes de democracia real, la que contempla que son ellos los únicos dueños de sus destinos y no instancias ajenas y lejanas que nadie ha votado, exigiendo contundentemente y con enfado manifiesto calidad, eficacia y transparencia en las facturas como la que ejercen con las empresas de telefonía cuando se les jode el móvil. Como ya ha empezado a ocurrir en otros lugares: Lisboa, Islandia, el Maghreb, Atenas... Pero es que aquí... la noche cordobesa huele a jazmines...
Y sí, mamá, ya lo sé, que a quién le habré salido con esta mala sombra...
6 comentarios:
Enhorabuena, Manolo.... el diagnóstico no puede ser más acertado, lo que pasa que la cura, si la hay, será dolorosísima.... habrá que seguir clamando en este áspero desierto... no dejes tú de hacerlo, no dejes de filtrar ese "malaje" salido de la razón y de la dignidad que otros no tienen...
Es como la radioactividad y la masa crítica. Mucha gente es gilipollas, pero muchos gilipollas juntos son mucho más gilipollas, algo así escribió Canetti en eso de 'Masa y poder'
Por cierto, ¿qué tal es eso de poetas del mundo en Córdoba?
Si es que lo que más entusiasma son los reconocimientos tribales, sean de la patria chica o de la más grande (capeones, campeones, oé, oé, oé).
Jo, Lansky, menuda síntesis que has hecho de uno de mis libros preferidos. Si Canetti levantara la testa ...
Plas, plas, plas, plas, plas...
Gracias, Jerónimo, y sí, mucha mala sombra es lo que hace falta para quitarles la sonrisa bobalicona a quienes se dejan engañar tan fácilmente.
Lansky y Miroslav, coño, que me habéis metido la gana de volver a Canetti y su masa de jeringos.
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